La bolsa de la basura
Hay gente, mucha, ahora mismo, en España, que quiere cambiar y está dispuesta a mover ficha, no es ningún secreto y la hemos visto masivamente en las calles. Y esta gente, de talante y cultura democrática, se decanta por la celebración de un referéndum entre monarquía o república. Y hay, claro está, un sector, minoritario y de muy tibio e inestable carácter democrático que prefiere, dados sus intereses, el inmovilismo monárquico sin arriesgarlo en un referéndum. Estos últimos tienen a su favor, la rutina y la resignación que sin duda ha arraigado a los largo de los últimos decenios en las filas de una parte importante de los anteriores.
Esto hace que, levitando sobre esos sectores favorables al referéndum y a la república, inevitablemente, aletee una cierta inercia, una cierta comodidad en la incomodidad, una cierta rutina de instalados en la oposición y la queja, una cierta inquietud… Hay que cambiar, claro, se dicen muchas personas, y yo quiero cambiar, se repite cada uno para sí, pero ¿no habrá algún tipo de riesgo?, ¿no ocurrirá alguna desgracia, tras tanta desgracia acumulada por los gobiernos, la crisis y la corrupción?, ¿no nos meteremos por un camino problemático?
Es como bajar la basura cada noche.
Uno está tranquilo en casa, descansando apenas de sus no escasos problemas. Quizás ya hemos cenado, quizás estamos sentados frente a la tele o leyendo o charlando con la familia o mandandoa la cama a los pequeños… Entonces surge la frase, inoportuna quizás, pero inevitable, hasta imprescindible: “Hay que tirar la basura”
¡Vaya, hombre! Levantarse, atar la bolsa, sopesarla, abrir la puerta, bajar al escalera, salir incluso a la calle… ¿Y si tropezamos en un escalón y caemos? ¿Y si se estropea el ascensor? ¿Y si cogemos frío? ¡Qué enorme cantidad de peligros! Pero hay que tirar la basura. No se puede vivir con la basura dentro de casa, pese a todos esos enormes peligros… Así que nos molestamos, abandonamos el sillón, tomamos la bolsa que, por cierto, hoy está a tope de desperdicios, y salimos para depositarla en el contenedor, es decir, en el basurero.
Bueno, supongo que ya lo saben: la bolsa de la basura, en España, es la Monarquía.