La crítica como política de liberación
Por Adrián Claudio Bonache. LQSomos.
A pesar de lo mucho que se utiliza la crítica política en todos los espacios, y más con la presencia de las herramientas digitales en nuestra vida cotidiana, ésta no deja de encontrarse amedrentada desde todos los posicionamientos ideológicos. La crítica política representa una de las características definitorias de una sociedad democrática, ya que, por mucho que se obvie desde los diferentes poderes, se trata de una vía fundamental para la participación ciudadana en la vida política. Y también en la construcción de la opinión pública. Tal vez aquí subyace el motivo (o uno de ellos) por el cual se realizan intentos incesantes para silenciarla por parte de las instituciones o aspirantes a ellas.
Ataques de la izquierda institucional
Desde el círculo de Podemos se ha señalado y demonizado en varias ocasiones las críticas políticas que no encajan con el discurso y los intereses del partido. De hecho, cualquier postura discordante se ha relacionado directamente con la extrema derecha o con el refuerzo a la misma, tal y como ha sido reflejado ante la división del movimiento feminista respecto a la Ley Trans, tratando de silenciar a mujeres que se oponen a estas políticas impulsadas por el Ministerio de Igualdad.
Aunque también ha quedado evidenciado con los ataques y el desprecio mostrado contra quienes destacan la insuficiencia de determinadas políticas, como por ejemplo una Ley de Vivienda que ha sido cuestionada incluso por plataformas antidesahucios (entre ellas la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o el Sindicato de Vivienda del Raval). Por otra parte se encuentra un Ingreso Mínimo Vital que continúa sin llegar a parte de los beneficiarios propuestos por el Gobierno (hoy en día ha alcanzado al 70% aproximadamente) o una bajada de impuestos a productos de primera necesidad que no ha impedido el crecimiento económico de las grandes fortunas ni la especulación con los alimentos básicos.
Pero, más allá de esto, también se está utilizando el ecosistema de redes con clara afinidad a la formación morada para desacreditar la crítica política. En este sentido, desde Podemos se han utilizado medios informativos abiertamente relacionados con sus ideales. Incluso publicaron comunicados en los que pedían a sus inscritos colaborar en la financiación de La Última Hora (el que fue uno de sus brazos mediáticos en el ecosistema digital).
Actualmente, desde este poder mediático se está trabajando en el proyecto de Canal Red, una televisión de izquierda con la que pretenden extenderse hasta América Latina. Algo que resulta curioso si tenemos en cuenta que uno de los últimos fichajes más notorios de Pablo Iglesias se desvinculó de Russia Today para comenzar su participación en La Base, un programa nada sospechoso de confrontar el discurso hegemónico que predomina en los países de la Unión Europea. Pero los ataques no acaban aquí, pues Iglesias calificó al medio de comunicación TeleSur como “la voz del gobierno de venezolano”. Por este motivo considero importante destacar unas palabras del periodista Daniel Seixo, quien sostiene que “lo que Iglesias quiere hacer en Latinoamérica, ya está hecho: se llama Telesur, un canal de televisión abierto multiestatal latinoamericano de noticias sin tutelas imperialistas de ningún tipo”, y añade que “resulta insultante pretender colonizar el espacio mediático de otros pueblos”.
Amenazas del fascismo español
El fascismo español se ha envalentonado desde la irrupción de VOX en las instituciones. Las constantes amenazas lanzadas desde la formación verde y parte de su electorado no representan ninguna novedad, pues la única diferencia es que en los últimos años realizan su modus operandi a cara descubierta. Sin embargo, esta facción ha agitado la situación política y, sobre todo, la situación social. Y no por poseer una crítica política constructiva. Más bien al contrario. Su mayor objetivo se ha basado en fomentar un discurso racista, misógino, homófobo y completamente clasista. Su aceptación en el Estado español ha desembocado en un camino libre que les permite utilizar las instituciones públicas para enfrentar a la sociedad, llegando a establecer a las minorías sociales como la causa de los problemas del Estado. Dicho discurso ha producido, entre otras cosas, el aumento de agresiones homófobas o los ataques a centros de menores donde viven niños inmigrantes. Es más, la exportavoz de VOX, Macarena Olona, difundió vídeos con Jandro Lion, un policía nacional que fue sancionado con veinte días de empleo y sueldo por un vídeo donde “ironizaba” con asesinar a menores extranjeros no acompañados.
Por otra parte, con un ligero análisis de algunos perfiles de miembros o exmiembros del partido ultraderechista, se aprecian historiales delictivos como el de José Antonio Ortiz Cambray, exlíder de VOX en Lleida, condenado a 14 años de prisión por abusar de personas discapacitadas. José Ignacio Vega Peinado, antiguo afiliado de VOX en Toledo, perteneció anteriormente al grupo neonazi Acción Radical y fue condenado por darle una paliza a un profesor y dejarlo con un 20% de discapacidad. Por otra parte encontramos a Agustín Rosety, quien fue uno de los generales firmantes del manifiesto de apología a Franco. Aunque, evidentemente, no es la única relación que la extrema derecha tiene con la ideología franquista, ya que Carlos Portomeñe, expresidente de VOX en León, afirmó en 2019 que Jaime Alonso García, el que sería portavoz de la Fundación Francisco Franco, era uno de los financiadores del partido. En definitiva, la lista de casos de amenazas, delitos y agresiones por parte de cargos de VOX es clara y extensa, pues se trata de las acciones naturales de quienes quieren acabar con cualquier muestra de bienestar social.
Sin embargo, las acciones de estos cargos públicos han empujado a un grueso importante de sus votantes a seguir la misma línea, creando un tejido digital por el cual persiguen a quienes consideran un obstáculo o una amenaza. Algunas de sus acciones se reducen a difundir datos personales de sus “víctimas”, buscar y difundir direcciones reales si fuese necesario, utilizar grupos de Telegram en los que difunden listas de nuestros perfiles en redes sociales o intentos de hackeo. Todo esto por defender nuestro deber de mantener viva la hemeroteca, hacer uso de la legítima crítica política y no dar la menor importancia a los intereses personales de sus cargos públicos, aspirantes y votantes. No obstante, la crítica política continuará siendo legítima a pesar de su empeño por silenciarla. Y por cada amenaza que nos lancen, mayor tendrá que ser nuestra disposición a enfrentarlas.
Imagen de portada: Mafalda de Quino
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