La devastación ambiental ataca Brasil
Por Juraima Almeida*
Lula da Silva, en el segundo semestre de su segundo año de su tercer mandato presidencial, presenta números positivos en un sinfín de aspectos, incluida la economía, pero ahora extensos territorios del Brasil esta atacado por la devastación ambiental, y se teme el crecimiento del hambre y la sed
Brasil enfrenta incendios forestales y sequías récords y la situación sólo puede empeorar.
Durante este nuevo gobierno de Lula, la inflación permanece por debajo de la meta prevista (5%) que preveía hasta un 4,75% (los más pesimistas o alarmistas mencionaban hasta 5%) y pese que pasó de 3,9% a 4,25%, sigue por debajo de los 4,5% previstos por el Banco Central. El crecimiento se debe a las tarifas de energía eléctrica, que aumentaron considerablemente por la sequía que asola al país.
La economía sigue creciendo, el comercio exterior respira con cierto alivio, pero hay un problema que pareciera no tener solución: la devastación ambiental que tiene focos específicos – y tremendos – y que, para empeorar el ya dramático escenario, se avanza prácticamente por todo el país: hasta la semana pasada, 10 millones de personas fueron afectadas directamente por incendios forestales, muchos de ellos en áreas de protección ambiental.
Al menos siete de las capitales estaduales brasileñas -incluidas algunas de las más pobladas – presentan calidad del aire “insalubre”, en mayor o menos medida, acorde a especialistas. El río Amazonas, el más caudaloso del mundo, y varios de sus afluentes alcanzaron el año pasado sus niveles más bajos en 120 años de registros. Una quinta parte del agua dulce del mundo fluye a través de esta selva tropical.
La deforestación de la Amazonía, la selva tropical con mayor biodiversidad del mundo, ha reducido las lluvias y debilitado la capacidad de los árboles y el suelo para retener la humedad. Esto agudizó la sequía y redujo la resistencia de la selva a la destrucción ambiental y a fenómenos como los incendios forestales.
Brasil enfrenta incendios forestales y sequías récords y la situación sólo puede empeorar. Los incendios en el Amazonas han quemado millones de hectáreas, lo que ha provocado que la calidad del aire se desplome en las principales áreas metropolitanas. La sequía extrema de Brasil sigue alimentando las condiciones áridas que han provocado incendios forestales récord en la Amazonía.
Las llamas de decenas de miles de incendios han devastado millones de hectáreas, haciendo de este año el peor en términos de incendios en la Amazonía en casi una década, según la Rainforest Foundation US. Pero la forma en que los investigadores miden la exposición al humo de los incendios forestales no captura los efectos a largo plazo en la salud y oculta las disparidades raciales.
Según Ben Clarke, autor del estudio e investigador del Instituto de Investigación Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la Universidad Imperial de Londres, a medida que sigan aumentando las emisiones globales de gases de efecto invernadero, el mundo sufrirá más sequías extremas.
El estudio es una prueba más de que el calentamiento global causado por la actividad humana está acelerando la devastación de la mayor y más biodiversa selva tropical del mundo. Partes de la Amazonía han empezado a transformarse de selva tropical que almacena enormes cantidades de gases que atrapan el calor en regiones más secas que están liberando los gases a la atmósfera. El resultado es un doble golpe a la lucha mundial contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
La población afectada directamente por incendios en Brasil a lo largo de un año creció dos mil quinientas veces en agosto y este mes no se espera mejoras. En el Pantanal, en el centro-oeste brasileño, área de estricta preservación ambiental, el río Paraguay está al borde de secarse: la agonía del río se refleja en la agonía de la región, señala Eric Nepomuceno.
Ninguno de los ríos brasileños es tan fundamental para la existencia de determinado bioma que el Paraguay: su merma amenaza a todo el Pantanal. Es más; los diez mayores ríos brasileños están por debajo de su nivel mediano y se teme que el abastecimiento de agua colapse en breve.
Mientras, los incendios se multiplican, sobre todo en el estado de San Pablo, donde existen pruebas de que parte considerable de los incendios se dieron de manera criminal, para devastar bosques y árboles y abrir campo para plantar caña de azúcar, sumándose a los otros fuegos, resultado de la sequía.
En el estado de Amazonas más de 60 municipios están bajo estado de emergencia por la falta de agua, la que afecta primordialmente a los pueblos originarios: los indígenas, que vieron sus tierras primero invadidas, luego devastadas y ahora enfrentan, además de incendios criminales, los efectos asustadores de la naturaleza enfurecida. El cambio climático provocó una sequía ‘excepcional’ en el Amazonas.
En 2023, el río y varios de sus afluentes alcanzaron sus niveles más bajos en los últimos 120 años. Según los científicos, esto se debe en parte a nuestro uso excesivo de combustibles fósiles. El cambio climático provocó la extraordinaria sequía que secó ríos importantes, desató enormes incendios forestales y amenazó el sustento de millones de personas en la selva amazónica.
La Amazonia brasileña perdió (por tala) 4.314 kilómetros cuadrados de vegetación entre el 1 de agosto 2023 y el 31 de julio de 2024, una caída de 45,7% en el comparativo interanual. Se trata de la menor tasa de devastación registrada desde 2016, cuando el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales comenzó a llevar el registro de alertas por deforestación en el bioma. En julio, la tala volvió a dispararse por ser un período próximo (y más permisivo) de cara a las próximas elecciones municipales.
Preocupación mundial
El tema de la devastación ambiental preocupa a la prensa internacional. El británico Financial Times señala que “Brasil quiere ser un campeón del clima y un gigante petrolero. ¿Es posible ser ambas cosas? Lula ha apostado su reputación internacional en el medio ambiente, pero también necesita encontrar dinero para aliviar la pobreza en su país”.
Añade que una serie de fenómenos meteorológicos extremos en Brasil el año pasado asociados con científicos con el cambio climático, incluyendo sequías, inundaciones y olas de calor, inyectaron mayor urgencia al debate. Grandes incendios forestales han estallado en grandes zonas del país en las últimas semanas.
Los medios franceses Le Monde y Liberation señalaron que el Parque Nacional de Brasilia está encerrado en llamas: “El domingo, los bomberos brasileños comenzaron a apagar las llamas en este nuevo foco de la ola de incendios que azotan a Brasil como consecuencia de la peor sequía jamás registrada en el país”.
* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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