La IA nos obliga a desarrollar nuevas formas de enseñar, investigar y evaluar
Por Daniel Robles*
Nos guste o no la Inteligencia Artificial llegó para quedarse, para bien o para mal y eso nos obliga inevitablemente a actualizar y modificar nuestras formas de enseñar, de investigar, de obtener información y hasta de discutir y analizar, aseguró el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Raúl Trejo Delarbre
Seminario Universitario en la UNAM, de Redes Sociales y Cultura Digital
Nos guste o no la Inteligencia Artificial llegó para quedarse, para bien o para mal y eso nos obliga inevitablemente a actualizar y modificar nuestras formas de enseñar, de investigar, de obtener información y hasta de discutir y analizar, aseguró el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Raúl Trejo Delarbre.
Al participar en la primera sesión de reflexiones sobre Redes Sociales y la Inteligencia Artificial, dentro del Seminario Universitario de Redes Sociales y Cultura Digital, el especialista comentó que el acelerado avance que se registra en el desarrollo de nuevas tecnologías y herramientas digitales no lleva a pensar en la necesidad de explorar nuevas formas de evaluación del conocimiento en las universidades.
“Tendremos que pensar, no creo en reemplazar las tesis, pero sí en las formas para verificar sus contenidos y determinar si el alumno que nos entrega el documento es el autor o no, interrogándolo, haciendo un examen más riguroso sobre lo que nos entrega por escrito, para que defienda aquello que se supone conoce puesto que lo ha escrito”.
Agregó que las tareas de actualización y alfabetización digital son urgentes, pues desde hace más de un año que comenzó a destacar en las aulas la llamada inteligencia artificial generativa, la respuesta en el campo de la docencia y la investigación no ha sido suficiente y los espacios de reflexión, análisis y toma de acciones concretas han sido muy limitados.
Trejo Delarbre consideró que comenzar a hablar de los riesgos de la Inteligencia Artificial quizás no sea la mejor forma de acercarnos a las herramientas digitales, porque junto a esos riesgos, se tienen muchas ventajas y posibilidades que ofrecen las nuevas aplicaciones cibernéticas.
“Estas máquinas o estas aplicaciones de Inteligencia Artificial son capaces de crear contenidos, de procesar información, de clasificar datos y sirven para muchas cosas que pueden ir desde sistemas para organizar el tráfico en las grandes ciudades, hasta realizar diagnósticos médicos complejos ya que tienen capacidad para leer radiografías con mucha más acuciosidad que el ojo de los médicos más expertos”.
Acotó que por supuesto, cada ventaja tiene su contraparte y se debe tener en cuenta que la información procesada por esos dispositivos y esas aplicaciones también pueden tener errores o sesgos programados de manera deliberada e incluso llegan a manifestar expresiones totalmente disparatadas.
“Hay algunas aplicaciones de carácter generativo que a veces tienen alucinaciones, así les han llamado los especialistas en ese campo, y son capaces de relatarnos los dislates más enredados, o de extraviarse o de confesar, como ocurrió en una conversación muy famosa, hace un año con un periodista New York Times y confesarle al usuario de esta aplicación su amor incondicional”.
Del investigador subrayó lo preocupante, sobre todo, es la posibilidad de que estos sistemas tomen decisiones que no hayan aquilatado las necesidades, las prioridades y las circunstancias de los seres humanos.
La IA puede servir lo mismo para modernizar la agricultura que apoyar a los profesores en todos los niveles de la enseñanza, pero también, puede causar desempleo, aunque, curiosamente, cada vez se comprueba más que el desempleo que puede ser provocado por inteligencia artificial, desplaza sobre todo a trabajadores de carácter medio y no a trabajadores de tareas que requieren de más esfuerzo físico.
“La inteligencia artificial no crea estilos, copia formatos, tendencias prácticas, maneras que existen y diseñan de acuerdo con nuestra solicitudes, no es necesariamente creativa”, enfatizó.
Por su parte, la investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, y especialista en la agenda feminista en comunicación Aimée Vega Montiel, apuntó que la era de la Inteligencia Artificial está demostrando ser la era de la centralización, la consolidación y monopolización de la economía de mercado y por ello es vital que el pensamiento y la acción feminista profundicen en su política a la tecnología.
Señaló que, la Inteligencia Artificial, como otras tecnologías que le han antecedido, agudiza la discriminación y la violencia contra las mujeres. “La tecnología conocida como inteligencia artificial que resulta de la combinación de algoritmos, cuyo propósito es emular procesos propios de la inteligencia humana en máquinas, está siendo presentada como el gran paradigma que esta vez sí resolverá los problemas que el Estado y la sociedad no hemos podido resolver en relación a la desigualdad y la discriminación de las mujeres, lo cual evidentemente no está sucediendo”.
La investigadora universitaria añadió que, en materia laboral la inteligencia artificial ha contribuido a la feminización, la discriminación y la precarización laboral de las mujeres. En la transición en curso hacia la automatización inteligente en industrias tradicionales se espera que los logros obtenidos con esfuerzo en la reducción de las brechas de género en términos de salario y estatus en la planta laboral retrocedan debido a la amplia sustitución de empleos inducida por la tecnología.
En materia de representación, puntualizó, la inteligencia artificial ha agudizado la hipersexualización de las mujeres y otras formas de estereotipos sexistas.
“En la actualidad hemos identificado o son identificados por lo menos 25 tipos específicos de violencia socio digital contra las mujeres y las niñas, que incluyen la producción y difusión de videos e imágenes en los que las fotografías de víctimas son superpuestas en videos y fotografías pornográficas”.
Más allá de problematizar y hacer un análisis crítico de estas nuevas tecnologías, es necesario salir del enfoque tecnocentrista que insiste en poner la tecnología al centro, como la panacea que resolverá lo que el Estado y la sociedad no han hecho que es garantizar la igualdad y la justicia social.
“Si reconocemos que la tecnología no es neutral y que está conformada a partir de las relaciones de poder, probablemente tendremos más posibilidades de hacer de la inteligencia artificial una herramienta que para promover la igualdad y la no discriminación”, concluyó.
En su oportunidad el Profesor de Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Felipe Neri López Veneroni, consideró que una vez que se abiertas las puertas de la inteligencia artificial y se ha cruzado el umbral, ya no hay camino de regreso y no se puede des inventar lo inventado por lo que estamos obligados a vivir o cuando menos a coexistir con ella.
Indicó que uno de los grandes pendientes es determinar cuáles son las implicaciones del desarrollo de la Inteligencia Artificial y de los sistemas en su conjunto, desde el punto de vista político. “Cómo se traduce esto en términos de un control social acompasado por cuestiones como la vigilancia de los usuarios, de las redes, las bases de datos, la biométrica y el seguimiento de nuestra huella digital que consultamos que preferimos y que descargamos”.
De qué clase de inteligencia estamos hablando cuando invocamos la idea de lo artificial estamos hablando de una racionalidad pura capaz de pensar en términos del infinito y de categorías como tiempo y espacio o de una racionalidad práctica capaz de llevar tecnológico lo que se concibe la razón pura, agregó.
La primera sesión de reflexiones sobre Redes Sociales y la Inteligencia Artificial del Seminario Universitario de Redes Sociales y Cultura Digital fue inaugurada por la encargada de despacho de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia, María Emilia Beyer Ruiz y por el director general de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación, la DGTIC Héctor Benítez Pérez.
* En Gaceta UNAM
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