Junta para Ampliación de Estudios (JAE) en la zona republicana durante la guerra civil

Junta para Ampliación de Estudios (JAE) en la zona republicana durante la guerra civil

Instituciones con legalidad

“Querida madre: Tengo ahora un poco más de ocupación por haberme nombrado subdelegado en Madrid de la Junta para Ampliación de Estudios. Esto no me parece que haya de darme mucho quehacer”.

Así escribía el Dr. Luis Calandre Ibáñez a su madre Mariana Ibáñez, mientras según continua en dicha carta escribiendo ”Son las nueve y media de la noche y mientras le estoy escribiendo trepidan los cristales de casa con el estallido de los obuses que están tirando en el barrio. Lástima que estropeen esta noche tan clara y no sea posible asomarse al balcón” (1).

En la primera mitad del siglo XX, a pesar de la oposición de la Iglesia, la Banca y el Ejercito, entre otros poderes, España comenzó la época más modernizadora, con conjunto de reformas necesarias de las cuales la JAE fue su principal artífice. Con ella se creó en 1907 un marco institucional para la promoción de la ciencia y los intercambios científicos con los centros de investigación del extranjero. Se crearon institutos y laboratorios de investigación en España a la vez que se llevó a cabo un amplio programa de “pensionados en el extranjero”.

Las versiones historiográficas más extendidas sobre la historia de la JAE ignoran que dicha Institución continuó su existencia hasta el final de la Guerra Civil Española, con un grupo de sus pensadores al frente. Se suele relacionar indebidamente un Decreto del 19 de mayo de 1938 emitido por el Gobierno ilegítimo de Burgos con la abolición de la JAE. Dicho decreto traspasaba al Instituto de España y a las Universidades los servicios de la JAE (2). Durante la contienda se trató y consiguió evitar el desmoronamiento total del edificio científico construido por la Junta. Y aunque en esa época fueron ministros de Instrucción Pública y Sanidad de los que dependía la JAE, Jesús Hernández, del partido comunista (teniendo de subsecretario de Instrucción Pública a Wenceslao Roces y de subsecretario de Sanidad al Dr. Juan Planelles, ambos pensionados por la JAE) y en el último año Segundo Blanco, de la CNT, un grupo de científicos e intelectuales, del entorno de la Institución Libre de Enseñanza y la JAE se esforzaron en mantener viva la llama de la principal institución científica española que con tanta dificultad y dedicación se había estado tejiendo desde 1907.

Afortunadamente un abundante material que se encuentra en el Archivo de la JAE-Residencia de Estudiantes, desde hace tiempo y actualmente digitalizado al alcance de cualquier persona interesada a través del Archivo Virtual de la Edad de Plata 1898-1936 (unos 300 documentos de 1937, alrededor de 200 en 1938, así como unos pocos de 1939) demuestran que la JAE siguió funcionando, eso si, muy disminuida en sus actividades en la zona Republicana, entre Madrid, Valencia y Barcelona. También hay documentos oficiales de esa época en el del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en el Instituto Cajal y otras instituciones.

Son numerosos los documentos que nos hablan de esa “época heroica” para la JAE, que no están resignados a que “la Obra“, como la llamaban, se extinguiera. El sr. Rafael Lapesa, el 9 de julio de 1938, le escribe en una carta al sr. Rubén Landa “… Se me ocurre pensar si el mismo sr. Calandre, que ha conseguido restablecer la pulcritud más exquisita en la Residencia, o el sr. Moles, querrían encargarse de esa Subdelegación…” (3)

En este sentido se pronunciaba el Dr. Luis Calandre Ibáñez al ser nombrado representante de la JAE en Madrid por su secretario Tomás Navarro Tomás en Octubre de 1938: ”Querido amigo. Con sorpresa he recibido su comunicación designándome subdelegado de la JAE en Madrid. Acepto este cargo, agradeciéndole su estimación hacia mi problemática capacidad para él, ya que en las actuales circunstancias no se ha de rehusar ninguna colaboración, sobre todo para la obra como la que la Junta desde tantos años viene haciendo (4).

Esta subdelegación en Madrid de la JAE tenía como misión principal servir de enlace entre los organismos dependientes de la Junta y la Comisión Delegada. La primera actuación fue reunir a los directores de los Centros (Dr. Tello, del Instituto Cajal; sr. Zulueta, del Museo Nacional de Ciencias; Benito Sánchez Alonso, del C.E.H; sr. Barianaga, del laboratorio de Matemáticas…) para solicitarles la relación del personal que trabaja en dichos centros y que, por no pertenecer a ninguna plantilla de funcionarios civiles, no cobraban el subsidio de guerra (5).

Un rápido examen a quienes son los protagonistas de dicha “proeza”, que con su valor mantuvieron viva la llama de la JAE, nos muestra que son tanto personas vinculadas a las Hhumanidades como a las ciencias.

Destaca por su actividad y empeño Tomás Navarro Tomás, ayudante de fonética del Centro de Estudios Históricos (creado por un grupo de filólogos que situaron a la filología española en la vanguardia de Europa encabezados por Menéndez Pidal, hombres como Américo Castro, Homero Serís, Solalinde, Salinas, Dámaso Alonso, Rafael Lapesa, entre otros).

Tomás Navarro fue director de la Biblioteca Nacional durante la II Republica y en 1935 ingresó en la Real Academia de la Lengua. Creación suya fue el original “Archivo de la palabra”, donde guardó las voces de Azorín, Baroja, Cajal, Menéndez Pidal, Ortega, Palacio Valdés, Valle y tantos otros. También colaboró en la selección de voces, formas dialécticas y canciones populares que hizo junto a Ramón Menéndez Pidal y Eduardo Martínez Torner (Archivo de canciones populares).

Durante la toda la Guerra Civil el Centro de Estudios Históricos (C.E.H) y la JAE, que en noviembre de 1936 se habían trasladado a Valencia y posteriormente a Barcelona, mantuvieron una continuidad en sus publicaciones y proyectos, salvando muchos de los valiosos documentos de los que se citan en las cartas .Junto a Tomás Navarro estaban durante el periodo, bien como colaboradores ó como integrantes de la JAE entre otros: Dámaso Alonso (filólogo), Manuel Gómez Moreno (arqueólogo ), Antonio Fernández Navarro, Rubén Landa (profesor de la Institución Libre de Enseñanza), Rafael Lapesa (filólogo), Benito Sánchez Alonso (filólogo), Claudio Sánchez Albornoz (catedrático de Historia de España, muy preocupado por papeles relativos a los ”Monumenta”, depositados en la Universidad de Burdeos), Luis .Álvarez Santullano (secretario de las Misiones Pedagógicas y profesor de pedagogía)…

Siguen publicándose, con más ó menos sobresaltos, la” Revista de Filología”, “Emérita”, libros como “Las Cruces”, “Cartas de Plinio“, etc. Todo ello en medio de una escasez de papel que dificultaba mucho las cosas, tema que aparece recurrentemente en la correspondencia. Nos puede ilustrar sobre este problema la carta: ”Querido Tomas, quiero sacarte cuanto antes del asombro respecto a la publicación de la Revista de Filología Española, que se maravilla usted, porque en ello no ha habido nada de taumaturgia… los taumaturgos han sido los de la imprenta que han desterrado ese magnifico papel en el que salía siempre la revista. Así que no solo aparecerá muy pronto el 2º cuaderno de 1937, sino que saldrá con la misma presentación que antes de la guerra… en total calculo un cuaderno de 120 a 130 páginas y si a usted le parece, se puede poner una media página suelta que diga ‘vencidas las dificultades que parecían insuperables’ la Revista de Filología Española reanuda su publicación“ (26 de Septiembre de 1938) (6).

Por el lado de las ciencias hay que hablar, entre otros, del Dr. Luis Calandre Ibáñez, que debido a su puesto como director del Hospital de Carabineros en la Residencia de Estudiantes en Madrid durante la Guerra Civil, es elegido para coordinar una Subdelegación en Madrid de la JAE. Discípulo de Cajal y Achúcarro y vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, a la JAE como director del Laboratorio de Anatomía Microscópica y a la Residencia de Estudiantes, fue el introductor de la moderna cardiología en España.

Antonio de Zulueta, jefe del laboratorio de Biología, creado en 1913 por el Museo de Ciencias Naturales con ayuda de la JAE, alcanzó renombre con su descubrimiento de los genes “X” e “Y” en la Phitodecta Variabiles .Su vida activa en dicho laboratorio se extiende a lo largo de veinticinco años que van desde 1914 a 1939 (7). Fue el responsable del traslado de piezas y libros del Museo de Ciencias a lugares seguros dentro de la capital.

José Royo Gómez, profesor del Museo Nacional de Ciencias Naturales, fue discípulo de Ignacio Bolívar, relacionado con la Institución Libre de Enseñanza, estuvo dedicado a la investigación geológica y paleontológica desde 1917. Fue vicesecretario de la JAE en la parte final de este difícil periodo. A el se debe , dada su afición a la fotografía la última imagen en España de Antonio Machado el 25 o 26 de enero de 1939 en Raset, cerca de Gerona. En dicha foto se encuentran Antonio Machado, José Machado, José Sacristán, Enrique Rioja y Juan Roura. Todos partieron al exilio con sus familias.

Francisco Tello, principal discípulo de D. Ramón y Cajal y continuador de su obra. Sucedió a su maestro en 1926 en la cátedra de Histología y Anatomía Patológica. En 1934 fue nombrado director del Instituto Cajal, cargo que desempeñó durante toda la Guerra Civil. Nombrado vocal del Consejo de Administración de la “Fundación Nacional de Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas“, cuyo presidente era Tomas Navarro Tomas y los vocales Besteiro, Ots, Tello, A. Madinaveitia, Trias y Secretario Iscar, el 26 de marzo de 1938.

El 15 de noviembre de 1938, el vicesecretario de la JAE escribe a Tello: ”1º.El Dr. Puche había informado muy favorablemente de la visita que había hecho al Instituto Cajal en Madrid y 2º Que han visitado al ministro de Instrucción Pública en Barcelona, quien ha acogido muy bien la idea de conservar la casa de D. Santiago Ramón y Cajal y les ha pedido un proyecto de lo que convenía hacer con ella”. (R. González Santander: “La escuela histológica española”, volumen VII. Historia del Instituto Cajal, Madrid 2005). Consiguió el Dr. Tello conservar íntegra la biblioteca y los instrumentos del Instituto Cajal, a pesar de las durísimas condiciones.

Los centros vinculados a la JAE que seguían funcionando, con grandes dificultades, fueron el Laboratorio de Matemáticas en Madrid, el Laboratorio de Biología, el Museo de Ciencias (desde donde se dirigían trabajos de investigación como el de la fauna marina en Vinaroz) (8), el Museo de Antropología de Madrid, el Laboratorio de Fitografía del Jardín Botánico en el Herbario de Pau, el Laboratorio de Embriología (Valencia), el Laboratorio de Metalografía (Valencia), el Instituto Cajal de Madrid (“Trabajos de Laboratorio de investigaciones biológicas”, publicado en francés en 1937), el Centro experimental pedagógico de Valencia, etc. Casi llegaron a publicarse proyectos concluidos como la “Quinología de Mutis”, que estaba ya en la imprenta Seix Barral de Barcelona en 1939.

Se hacen compras de libros españoles y extranjeros para el Museo Nacional de Ciencias (30 libros por valor de 427 pesetas).

La Residencia de Señoritas, continuaba dependiendo administrativamente de la JAE, con sus sedes en Madrid, Valencia y Paiporta, nombrando a Dña. Maria Moliner presidenta en Valencia,(Gaceta, enero 1939). En una carta con el membrete de la Subdelegación en Madrid Luis Calandre le escribe a Lucia Calvillo, contable de la Residencia de Señoritas: ”..Mi distinguida amiga: Tengo el placer de acusar recibo de su atenta carta del 30 de noviembre… Estudiaré estas notas y escribiré sobre ellas a Barcelona, después de cambiar impresiones con usted…” (9).

Elocuente del espíritu de la Junta de Ampliación de Estudios es la carta que escribe José Royo Gómez como vicesecretario de la Institución al general Rojo, jefe del Estado Mayor Central, el 19 de enero de 1939: “Mi distinguido amigo: No pude oír su discurso por la radio, pero al leerlo me ha gustado tanto y lo encuentro tan oportuno y tan patriótico que no puedo menos que felicitarle y animarle por el camino emprendido, esperando que por él lleguemos a la victoria liberando a nuestra España de tanto enemigo. Le saluda cordialmente y aprovecha la ocasión para reiterarse suyo buen amigo, José Royo y Gómez. Vicesecretario. Profesor del Museo Nacional de Ciencias Naturales” (10).

La mayoría de las personas que participaron en esta etapa de la JAE fueron duramente represaliados, desposeídos de sus cargos, de sus bienes, sufriendo unos el exilio interior y otros el exterior. A varios de ellos les aparecen como cargos en las acusaciones de los juicios, el haber mantenido y cuidado los centros de la JAE, en vez de reconocerles esta aportación como un atenuante a las condenas.

En el exilio interior, podemos resaltar a:

– Luis Calandre Ibáñez: Dos Juicios de Guerra Sumarísimos, uno del Tribunal de Responsabilidades Políticas, y otro del Colegio de Médicos de Madrid. Total cuatro juicios. Se dedicó a su consulta privada, que dado su enorme prestigio como cardiólogo, le permitió vivir.

– Jorge Francisco Tello: Juicio del Tribunal de Responsabilidades Políticas, Juicio del Tribunal de depuración de la Universidad, Tribunal del Colegio de Médicos, siendo separado de su cátedra en 1939 a la que finalmente fue reincorporado en 1949, siete meses antes de su jubilación.

– Antonio de Zulueta: Tras ser juzgado, fue inhabilitado para ejercer cargos directivos y de confianza.

En el exilio exterior destacaron:

– Tomás Navarro Tomás: Juzgado, se exilio a los Estados Unidos, donde fue profesor de las universidades de Syracuse y Columbia.

– Rubén Landa: Se exilió a Cuba

– José Royo Gómez: juicio del Tribunal de la Universidad, juicio del Tribunal contra la Masonería y el Comunismo, acusado de pertenecer a las logias Osiris nº 10 y Mare Nostrum nº 11. Se exilió a Colombia trabajando para el servicio Geológico Nacional y posteriormente a Venezuela.

Es de justicia reconocer su labor al frente de la JAE y sus centros en esos duros momentos, para defender la legalidad republicana a pesar del Decreto del 19 de Mayo de 1938 de los Nacionales, que pretendía disolver a la JAE.

Realmente sí hubo labor para la JAE como Institución y para sus hombres y mujeres como pensadores en esos años heroicos. Esperemos en que en este año de la Conmemoración de los 100 años de su creación, la Junta sea finalmente reconocida.

 Cristina Calandre Hoenigsfeld

NOTAS
(1) Carta de Luis .Calandre a su madre. Archivo, 2 de noviembre de 1938, Archivo CCH.
(2) BOE, 20 mayo de 1938, Burgos.
(3) Carta de Lapesa a Rubén Landa, 9 de julio de 1938, Archivo JAE-Residencia de Estudiantes, Madrid.
(4) Carta de Luis Calandre a Tomás Navarro Tomás, 23 de octubre de 1938, Archivo JAE, Residencia de Estudiantes, Madrid
(5) Carta de Benito Sánchez Alonso a José Royo Gómez, Madrid 22 de octubre de 1938, Archivo de la JAE-Residencia de Estudiantes, Madrid.
(6) Carta a Tomas Navarro Tomás, 26 de septiembre de 1938, Archivo JAE-Residencia de Estudiantes, Madrid.
(7) Fernando Galán: ”El profesor Antonio de Zulueta”. Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, marzo de 1987.
(8) Gaceta de la República, 29 de mayo de 1938.
(9) Carta de Luis Calandre a Lucia Calvillo, 1 de diciembre de 1938, Archivo Residencia de Señoritas, Fundación Ortega y Gasset, Madrid.
(10) Carta de José Royo Gómez al general Rojo, 19 de enero de 1939, Archivo JAE-Residencia de Estudiantes, Madrid.

LQSRemix

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar