La patera de oro
Por Nònimo Lustre.
Tragicomedia en dos actos
Dramatis personae
PILOTO ERRANTE. 59 años, británico [Hamish Harding
PRÍNCIPE, 48 años. Paki con pasaportes británico, pakistaní y maltés [Shahzada Dawood
NAPOLEÓN CALIPSO, EL ABUELO. 77 años. Francés [Paul-Henri Nargeolet
TIBURÓN VOLADOR. 61 años, gringo [Stockton Rush
SULAIMAN. 19 años. Musulmán, Paki residente en UK, [hijo de Shahzada Dawood
ESCENARIO. Interior del Titán. Datos del sumergible: Fibra de carbono y titanio; Peso, 10.432 kgs.; Carga útil, 685 kgs.; Velocidad, 3 nudos; Propulsión: 4 propulsores eléctricos Innerspace 1002; Soporte vital, 96 horas para 5 tripulantes; Profundidad: 4.000 metros. Resumen: una patera de oro.
Las excursiones que programa para visitas turísticas y producción de cine, duran alrededor de ocho horas: 2,5 hrs. para el descenso, 3 hrs. de exploración en el lecho marino y 2,5 hrs. para el regreso a la superficie. Precio: más de 250.000 US$ per capita.
PRIMER ACTOMedalla conmemorativa, uno de los numerosos
souvenirs de OceanGate Expeditions.
No todos los expedicionarios la ostentan.
TIBURÓN VOLADOR. Bienvenidos a la libertad de la aventura porque aventura es libertad. ¡Y punto! Amigos, socios y parientes: gracias por vuestra audacia, coraje y generosidad. Como sabéis, ésta es la tercera vez que el Titán desciende hasta abrazar a su padre putativo, ¡el Titanic! [Una voz: Nada de gracias, hemos pagado cuarto de millón de dólares por una excursión de pocas horas… Otra voz: ¡Presentémonos entre nosotros!]
[Comienza el turno de las presentaciones. Vulgo, puro autobombo]
TIBURÓN VOLADOR [continúa] Soy el dueño de este submarino Titán [Una voz: ¿Cómo hay que llamarlo?, ¿submarino, sumergible, submersible, batiscafo? Stockton no contesta. Lo hará poco después arremetiendo contra “batiscafo”] y de la ong OceanGate Expeditions, dirijo varias empresas y soy fundador y socio financiero de muchas ong’s. Se preguntarán porqué, si me llamo Richard, todos me conocen por mis apellidos: Stockton Rush. Se lo explico: porque desciendo de Richard Stockton y de Benjamin Rush, dos de los firmantes de la Declaración de Independencia de los EEUU. Hace casi 40 años, me casé con Wendy Weil a quien ya conocen. Pero quizá no sepan que sus tatarabuelos Isidor e Ida Straus fallecieron en el Titanic.
PILOTO ERRANTE. Mi nombre real es Hamish Harding. Soy presidente de Action Aviation. He ascendido al espacio en el cohete New Shepard-Blue Origin de mi amigo Jeff Bezos. Y he descendido hasta la Fosa de las Marianas, a 11 kms. de profundidad, la sima más honda del mundo. Poseo tres records Guinness.
PRÍNCIPE. My name is Shahzada Dawood. Soy amigo del actual rey Charles III. Soy musulmán, residente en UK. También soy filántropo porque hago filantropías.
NAPOLEÓN CALIPSO, EL ABUELO. Me llamo Paul-Henri Nargeolet. Toda mi larga vida he sido marino militar.
SULEIMAN. Me llamo Suleiman, soy hijo de Shazada Dawood, soy medio pakistaní pero resido en el United Kingdom. Tengo 19 años. Profeso la fe mahomética de mis mayores y mi lectura favorita es la Science-Fiction. Soy el benjamín de esta excursión y vengo solamente para cumplir la voluntad de mi padre. Pero tengo miedo, mucho miedo… [primer asomo de crítica, escepticismo o rebeldía del benjamín]
TIBURÓN VOLADOR. [dirigiéndose a Suleiman] Muchas gracias. Ya nos conocemos todos.
NAPOLEÓN CALIPSO, EL ABUELO. Me presento con más detalles: tengo 77 años, soy el Abuelo de esta maravillosa expedición. Pasé mis primeros años en África…
SULEIMAN [le interrumpe bruscamente] ¿Cómo manejaste a los africanos? Te lo pregunto porque conozco el caso asiático y supongo que en África fue igual.
NAPOLEÓN CALIPSO, EL ABUELO… De la única manera posible: a vergajazos, naturalmente. Déjame proseguir: y, hasta que murió hace 6 años, estuve casado con la presentadora de televisión Michelle Marsh, estadounidense. He hecho 35 inmersiones profundas. Hace 20 años, llegué hasta el Titanic. Por ello, quiero proponer un homenaje a nuestros compañeros -y hasta familiares-, los millonetis que sobrevivieron al Titanic. Ellos son nuestros antepasados, no los zoquetes de tercera clase que no sobrevivieron.
[Celebran un minuto de silencio. Suleiman rezonga en sordina “África, Asia…]
TIBURÓN VOLADOR. Contesto a la pregunta que me hicieron antes: batiscafo es una palabra viejuna, arcaica. No tuvo nada de experimental aunque, lo reconozco, sí mucho de aventura. Al revés que nuestra Expedición que es EXPERIMENTAL[dicho con mucho énfasis]. Esa es la enorme diferencia entre los antiguos y nosotros, decididamente modernos, científicos y audaces.
SULEIMAN [tímido, perplejo] Pues yo he leído en mi college que el batiscafo [dicho con énfasis] Trieste y el capitán Piccard diseñaron un experimento pionero. Y descendieron hasta los once kms., mucho más que adonde llegaremos nosotros. Y eso fue en 1960, hace ahora 63 años, cuando Usted [señala al Abuelo quien asiente sin ganas] era un crío [el Abuelo rectifica con sordina: “No era ningún crío sino un joven de 24 años”]
TIBURÓN VOLADOR. [dirigiéndose a Suleiman con sonriente malestar] A tu edad, 19 años, yo fui el piloto a reacción más joven del mundo. Tú heredarás el emporio de tu papá pero, ¿qué más has hecho?
SULEIMAN. De mi abuelo Hussain, a sus 79 años, preside dos Corporaciones, la Hercules y la Engro, fertilizantes, alimentos y energía donde mi padre es vicepresidente. En este cuchitril, todos nosotros, los cinco, hemos heredado los Imperios de nuestros padres. [a Tiburón Volador] Tú también.
TIBURÓN VOLADOR [calla y otorga] Suleimán, qué bonito nombre. Perdóname que insista en el carácter experimental de esta hazaña porque eres joven y tu tarea -naturalmente, con permiso de tu padre- es trasladar a tu generación que la clave del Titán es científica y ensayística. Es cierto que los experimentos pueden incorporar algún peligro -los españoles dicen que deben hacerse “con gaseosa”. Yo prefiero explicar que la vida es riesgo –vívere pericolosamente era el lema de unos italianos amigos de mi familia.
SULEIMAN. ¿Te refieres a los amigos de Mussolini?
TIBURÓN VOLADOR. [mira con desprecio al muchacho. No contesta] Aunque repito a menudo que “la seguridad es un desperdicio”, cuando invito a amigos turistas, me esfuerzo en cumplir con las reglas oficiales de seguridad.
SULEIMAN. Pues he leído que no presentaste ningún informe técnico ante los organismos de seguridad submarina. Vamos, que esta cáscara de chicle y mocos, por mucho que la llames cápsula, no es tal, no nos encapsula, NO tiene permiso de inmersión…
TIBURÓN VOLADOR. No es cierto. Lee bien, no tenemos ese permiso porque el Estado es rutinario y todavía no ha dictado normas que contemplen la nueva realidad, la que estamos forjando los aquí presentes, los emprendedores de categoría. Perdono al Gobierno porque, ¿cómo iba a sistematizar lo que es, te repito, Ex-pe-ri-men-tal?
PRÍNCIPE. Suleimán querido, ¿por qué no te callas?
TIBURÓN VOLADOR. Gracias Príncipe. Continúo con la seguridad: la vasija a presión del Titán, en fibra de carbono y titanio, fue diseñada con la NASA y con la Universidad de Washington. El controlador es doméstico, de Playstation, pero no nos alarmemos: es lo que usan en los submarinos nucleares. El mobiliario, los accesorios -manubrios, luces y hélices-, están comprados en los bazares chinos. Sí, pero están probados mil veces. Su precio es muy reducido obviamente porque los producen en masa. Es más, te cuento que un periodista al que invitamos en otras inmersiones, publicó que se sintió bien una vez que la cápsula se cerró con cerrojo: “Sentí que no harían esto si fuera realmente peligroso”.
SULEIMAN. ¿Experimentar con los picaportes pero dar por buena la estructura, el casco, las cuadernas y el ojo de buey? No me convence.
PILOTO ERRANTE. Joven, recapacita porque es una oportunidad única. Fíjate en el mensaje en RRSS que publiqué ayer, mi último mensaje desde tierra: “Debido al peor invierno en Terranova en 40 años, esta misión probablemente sea la primera y única misión tripulada al Titanic en 2023. Se acaba de abrir una ventana meteorológica y vamos a intentar bucear mañana”.
SULEIMAN. Si esta va a ser la última excursión de este año, mejor para mí porque yo sólo quiero que me den un récord Guinness: completar el Cubo Rubik a 3.700 mts. de profundidad. Creo que lo conseguiré -mi marca personal está en 12 segundos.
PILOTO ERRANTE. Mira el océano [Suleiman: no se ve nada, todo es negro], para el Rubik tienes la tierra de nuestros siervos.
PRÍNCIPE. Gracias Piloto Errante. No me gusta que mi hijo pierda el tiempo con juguetes populacheros. Le incito a que juegue al golf o al polo pero no me hace caso. Le he puesto un despacho en una de mis empresas pero no lo pisa.
PILOTO ERRANTE. Te comprendo Príncipe, OK. A todos los padres creadores de riqueza nos pasa lo mismo. OK, Príncipe. Nosotros a lo nuestro:
[PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE se enfrascan en sus negocios, cálculos cabalísticos muy rápidos: el presidente me debe algunos favores… los delegados están mi nómina… 5 millones, un mes después, se transforman en 500… antes o después de impuestos, qué más nos da… A veces, se escucha una frase suelta: Seguro que conoces al magnate chino Chu Lin. Es audaz. Me ofrece una muy muy muy sustanciosa línea de crédito…]
SULEIMAN. Estoy asombrado, ustedes vosotros sois grandes matemáticos, me fascina vuestra velocidad de cálculo. Yo sólo me sé lo de Groucho Marx: –La primera cláusula dice que… la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?
– No, eso no está bien. Quisiera volver a oírlo.
– Dice que… la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte.
– Esta vez creo que suena mejor.
– Oiga, ¿por qué hemos de pelearnos por una tontería como ésta? La cortamos.
– Dice ahora… la parte contratante de la segunda parte será considerada…
– Eso no me gusta nada. Segundas partes nunca fueron buenas. Etcétera.
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE. Je, je, je. ¿Sólo te sabes chistes viejunos?
SULEIMAN. SULEIMAN. [sigue con su chiste grouchiano] No, también me sé otros. En mi universidad me han enseñado que, el siglo XVIII, hubo un esclavo negro, Thomas Fuller, que fue llamado The Virginia calculator. Continuamente le examinaban con preguntas imposibles. Por ejemplo, “¿cuántos segundos hay en un año y medio?”: 47.340.000, respondió automáticamente el Negro Tom.
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE. Bah!, nosotros no nos molestamos en contar los minutos ni siquiera para calcular el interés crediticio. ¿Para qué si el banco es nuestro? Sólo calculamos dólares. Pregúntanos en esterlinas o en cualquier divisa fuerte y te responderemos a la velocidad del negrito ese de Virginia.
SULEIMAN. Dólares o libras esterlinas, lo sé -y ese negrito [dicho con retintín] era octogenario cuando le examinaron. Luego le hicieron una segunda pregunta: “¿cuántos segundos ha vivido un hombre que tiene 70 años, 17 días y 12 horas?” Con la misma rapidez, Tom contestó: 2.210.500.800. Sus amos blancos hicieron sus números y, una hora después, le recriminaron que se había equivocado en unos pocos segundos. Por segunda vez, Tom les revolcó: “¡Alto Maestro! Has olvidado el año bisiesto“. Derrotados, los esclavistas atribuyeron la pasmosa habilidad de Tom a que le habían enseñado Aritmética en África. Fuller no estuvo de acuerdo: “¡No maestro! Es mejor que yo nunca haya ido a la escuela. Hay demasiadas personas alfabetizadas que son idiotas”
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE. Querido Suleimán, OK, bien aunque anticuado. Actualízate, aprende: no somos matemáticos ni falta que nos hace -para eso tenemos montones de asesores. Sólo somos aritméticos. Dominamos la cuenta de la vieja… pero con muchísimos ceros. Te digo lo que te diría un matemático de verdad: “El teorema fundamental del cálculo consiste en que la derivada de su integral es igual a ella misma.” ¿Has entendido algo? [Suleiman niega con la cabeza]
PRÍNCIPE. Hijito querido, nuestra habilidad aritmética nos viene de los acertijos y los trabalenguas que mamamos al calor de la chimenea en el palacio familiar. A ver si éste lo sabes calcular: ¿Qué edad tengo si tengo el doble de la que tú tenías cuando yo tenía la que tú tienes, y sabiendo que cuando tú tengas la que yo tengo, entre los dos sumaremos 63?
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE. Y, de propina y en comandita, este otro dizque trabalenguas: “Cuando cuentes cuentos, cuenta cuántos cuentos cuentas; porque si no cuentas cuántos cuentos cuentas, nunca sabrás cuántos cuentos cuentas tú”.
SULEIMAN. Papá, demasiado popular, demasiado plebeyo para mí. Ni idea.
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE [con la aquiescencia de los demás] Suleiman, eres joven, ya aprenderás aritmética popular-financiera. Por cierto, ¿ya te has apuntado a las expediciones OceanGate del próximo año? ¿Sabes que, para junio de 2024, tiene dos programadas? A partir del día 3º, sugieren que los turistas quizá puedan bucear, ok, pero ¿dónde? Eso todavía no lo sabemos pero tú lo sabrás el año que viene.
[En su tercera inmersión, tras hora y media de descenso y antes de llegar a los 3.700 mts. de profundidad donde descansa el Titanic, el batiscafo comienza a agrietarse, ¿por fatiga de los metales? Informes previos habían avisado de que su aleación de fibra de carbono y titanio es peligrosa en las profundidades marinas]
[Cuando está a punto de hablar, a Suleimán le interrumpe abruptamente un estruendo de cristales rotos -o de plásticos desgarrados. Ha estallado el ojo de buey o mirilla de observación -de plexiglás]
SULAIMAN. ¡Mirad, mirad!, ¡que Alá se apiade de nosotros!, ¡ha estallado el ojo de buey! Si Alá no lo remedia, se abollará el casco de este cascarón como nosotros abollamos los morriones de los invasores británicos… [su padre le mira con pánico cerval más que con disgusto nacionalista]
SEGUNDO ACTO
Escenario. Mismo interior del Titán pero ahora caótico, con tuercas sueltas. Según afirma la empresa -propaganda que es coreada por los medios-, la implosión debió durar 40 milisegundos. De lo que deducen, sin pruebas, que la muerte de los 5 tripulantes fue instantánea -eufemismo por indolora. [Los ‘veteranos técnicos’ Tiburón Volador/Stockton (61 años) y Napoleón Calipso/El Abuelo (77) toman el relevo de los ‘comerciantes’ del 1er Acto]Dentro del microscópico sumergible sólo cabe una persona estirada, las otras cuatro tienen que estar sentadas -y en postura yoga
TIBURÓN VOLADOR. [Tras haber presenciado el crac con el que finaliza el 1er Acto, todos se dan cuenta de que la catástrofe es inminente pero él se aferra a las especificaciones de seguridad, para que, como muestran sus aviesas miradas, los tripulantes no le acusen. Corre el riesgo de transformarse en el chivo expiatorio] Queridos socios, evidentemente tenemos serias dificultades técnicas [una voz: técnicas, no; mucho peor: ¡estructurales!] pero saldremos adelante. Este sumergible funciona desde hace dos años y, desde el 2021, ha transportado a 46 invitados aguantando perfectamente presiones de 2.633 kgs -lo sé de memoria. [Voces indignadas: ¿Y no sabías que los metales se deterioran por el uso?, ¿no estudiaste la “fatiga de los metales”? Fuertes voces: ¡Asesino!, ¡si te querías suicidar, haberte tirado desde un rascacielos!]
[Pese al griterío, continúa impertérrito] Serenidad, tranquilidad: no corremos mayores riesgos porque alguien lo hubiera pronosticado. Si lo avisaron con el Titanic, con mayor razón nos hubieran avisado un siglo después. Y es que, quizá no todos lo sepan, 14 años antes del naufragio del Titanic, Morgan Robertson escribió la novela Futility, or the Wreck of the Titan, la historia del transatlántico ficticio Titan, teóricamente unsinkable—indestructible, tan seguro de su insumergibilidad que, por aquello de cumplir las leyes, sólo llevaba 24 botes salvavidas, suficientes para sólo 500 personas. Por esa novela, bauticé como Titán a este nuestro actual único refugio.
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE. [reaparecen los ‘comerciantes’ que sostuvieron el 1er Acto] De perdidos, al río. Amigo, socio, pariente, ¿seguimos con nuestros negocios? [se repite el abstruso diálogo aritmético de aquel Acto]
SULAIMAN. ¿Otra vez restregándome por la cara sus habilidades con los dígitos? Sois unos maníacos incorregibles.
PILOTO ERRANTE y PRÍNCIPE. Pues claro, ya te dijimos que somos idiots savants, idiotas sabios. Somos socios que nunca hemos leído un libro literario -¿para qué si somos pura ficción?- pero que, sin haberlas utilizado, nos sabemos de memoria las tablas de los logaritmos. ¿O acaso crees que la actual moda de los algoritmos tendenciosos ha nacido de la nada? En tal caso, ¿tendrías que creer en la antediluviana generación espontánea?: pues modernízate. Verás entonces que, por pura envidia, el vulgo ilustrado cree que somos subnormales pero nuestra discapacidad para las cuestiones decorosas -la plebe las etiqueta como amorales- se compensa de sobra con nuestra pericia aritmética.
TIBURÓN VOLADOR y ABUELO. [acuden al rescate de los ‘comerciantes’ y se dirigen a ellos dos] Queridos socios, no se cubran de obediencia porque nunca fueron humildes -íbamos a decir, “nunca antes en vida”. Al contrario, siempre fueron -fuimos- prepotentes y arrogantes. Sulaimán, sería mejor que nos creyeras raros, simplemente. Porque, en efeto, lo somos.
Nosotros dos, somos casi ancianos y nuestros equipos de asesores nos informaron, tiempo ha, que unos neuropsicólogos [cita sin citarlo a Oliver Sacks] en el no-tan-lejano año de 1966, estudiaron a John y Michael, de 26 años, una pareja de gemelos univitelinos a los que hicieron famosos porque sabían automáticamente qué día de la semana era tal fecha por remota que fuera. Y porque calculaban al instante cuántos fósforos se habían derramado de su cajita. En el laboratorio, al verlos desparramarse fuera de su cajita, los dos gritaron “son 111” y uno dellos detalló su método de contar: “37, 37, 37 = 111”. Preguntados si los habían contado, los cobayas respondieron: “No, los hemos visto”.
ABUELO. Por cierto, John y Michael eran autistas y retrasados mentales. Sulaimán, ¿crees que nosotros padecemos esos estigmas? Si así fuera, recuerda que los gemelos no hablaban con palabras sino sólo y exclusivamente ¡con números! Después del ‘descubrimiento’ de esa parejita de gemelos tontos y/o raros, y/o sabios, se supo el caso de un niño autista que rellenaba obsesivamente hojas y hojas con columnas de ¡números primos!
SULAIMAN. En estas horas he comprobado que vosotros habláis con números mucho más que con palabras. Por ahora, pienso que no sois autistas pero ni estoy seguro ni descarto que cambie de opinión a medida que este huevo se desmorone.
TIBURÓN VOLADOR y ABUELO. [remachando sus posiciones] Si algún día te aburres en tu universidad y quieres oxigenarte, estudia al neuropsicólogo soviético Alexander Romanovitch Luria, concretamente sus informes sobre los gemelos Liosha y Yura -también autistas y fonéticamente incapaces. Luria trabajó en pleno estalinismo así que puedes disentir de los párrafos en los que, como siglos antes hizo Mandeville, Marx cita a las abejas para diferenciarlas de los arquitectos. A saber, ‘las melíferas construyen sobre la marcha, sin plan previo, por instinto dicen, mientras que los arquitectos diseñan primero y luego construyen’.
SULAIMAN. Con gran placer saltaré sobre Marx y pisotearé su concepto de instinto porque ahora sabemos que las abejas planifican aunque me queda la duda contraria: ¿tienen instinto los arquitectos? Viendo sus obras, diría que no.
PRÍNCIPE [dejando un momento sus negocios cabalísticos] Sulaimán, no vayas de enfant terrible, no exageres.
SULAIMAN. ¿Exagero?: no creo. Más bien me quedo corto y a las pruebas me remito: ¿ya se nos ha olvidado que Tiburón Volador es el arquitecto de esta dizque cápsula? En un minuto, ¿se nos ha olvidado que le hemos llamado asesino, ignorante, imprudente, etc.?
TIBURÓN VOLADOR: Sulaimán, yo te contesto: nuestros roces internos, por ejemplo cuando un dizque socio y amigo nos roba un contrato, son efímeros. Minutos después del robo, nos perdonamos todos a todos porque “perro no come perro y si come lo vomita.”
ABUELO. ¿Y por qué esta condescendencia? Porque amamos no las palabras sino los números. Como escribió un poetastro chileno [Neruda], vimos que los números se reproducen: “en las ciudades eran miles, millones, el trigo centenares de unidades que adentro tenían otros números más pequeños que un grano.” Y concluye con un aserto que corroboramos los financieros: “El tiempo se hizo número.”
SULAIMAN. El tiempo se nos acaba y hay que buscar solución. Enfrentados a las grietas, creo que más urgente es tratar de repararlas nosotros mismos. En esta tesitura, necesitamos mecánicos especializados. Aquí no hay, pero quizá haya algún manitas que se aproxime.
PRÍNCIPE. Hijo querido, sabes que yo soy un manazas de esos que toco el timbre y lo desafino [el resto de los tripulantes mira para otro lado. Nunca hicieron trabajos manuales]
[El ojo de buey dañado y ahora también la estructura, crujen y vuelven a crujir]
TIBURÓN VOLADOR. [solemnemente] Os confieso que no soy el dueño de este Titán. Lo tengo en leasing, alquiler, comodato, usufructo o etcétera… No lo sé exactamente porque eso de la propiedad nuda es un tema menor que lo llevan mi secretaria y mi equipo asesor en ingeniería financiera. En realidad, creo -tampoco estoy seguro- que el propietario es mi socio Gabe Newell, CEO de Valve. Quiero con ello deciros que, lamentablemente, no sé si tenemos caja de herramientas.
ABUELO. No tienes nada que confesar, ninguno de nosotros ha tenido ni tiene ni tendrá propiedades a su nombre. Tenemos crédito [lo subraya] que vale más que, su hijo, el dinero. En cuanto a nuestro común socio y sin embargo amigo Newell, a estas alturas de la vida muerta -o de la muerte en vida-, no creemos a nadie. Dicen que no posee esta chatarra de Titan sino un submarino capaz de llegar hasta nosotros… ¿Y de qué nos servirá si llega cuando ya somos ceniciento tasajo?
[Acongojado, mira seriamente a Tiburón Volador] Estamos casi a la altura -o bajura- del Titanic. Ergo soportamos una presión de casi 3 tns. Sé que la estructura de esta cápsula va a estallar. Vamos a morir todos. Has sido demasiado avaricioso, has ahorrado demasiado en el casco de este cascarón. Lo sé, he visto las facturas del titanio y hasta de los picaportes. Así que no me cuentes milongas infantiles. Pero, no te preocupes porque ni tú ni yo vamos a poder confesar tus tacañerías ni tampoco tus mentiras sobre la cuenta de resultados. Ahora, lo importante es que no sabemos cuándo estallarán las cuadernas de esto que llamas submarino (¿). Por ello, creo que debemos pensar en adelantar nuestro sufrimiento. ¿Qué te parece si debatimos hacer un suicidio colectivo?
TIBURÓN VOLADOR [deprimido desde que se rasgó el plexiglás del ojo de buey, ahora se muestra animado porque ve que todavía puede actuar, aunque sea inútil hacerlo –remember que es un activista nato, vulgo un anfetamínico crónico] Perdóname Abuelo porque tienes razón. La situación es terminal. Y, por desgracia, el micro-botiquín que llevamos a bordo no tiene ansiolíticos ni somníferos ni eutanásicos.
ABUELO. No me mientas: ¿de verdad llevamos un micro-dispensario?, ¿dónde? [Tiburón Volador señala desganadamente un punto imposible de localizar] ¿Y qué lleva?: no me lo digas, champán.
TIBURÓN VOLADOR. [asintiendo] De acuerdo Abuelo: ¿hacemos un suicidio colectivo? Vaya un ejemplo de un triunfador nato: en 1774, el conquistador del Indostán, el que derrotó en mil batallas a los cipayos, a los ejércitos de los rajás y de los nabás, el barón Robert Clive, cuando regresó en loor de multitudes a Londres, se suicidó cortándose el cuello ¡con un cortaplumas!
SULAIMAN. ¡Por motivos obvios, los pakis estudiamos a Clive desde la escuela! Mejor dicho, conocemos su cara oculta. Seguro que esa oscuridad no le arrastró al suicidio -para llegar a él le faltaban valor y moral. Porque bien sabemos que ganó sus batallitas sobornando al enemigo.
ABUELO. Sin duda fue el mejor funcionario de la East India Company pero, visto desde Francia, fue nefasto: cortó nuestra expansión en el Subcontinente indostaní, plagió el indirect rule que ahora es la seña distintiva del Raj británico-hindú y le quitó la Costa de Coromandel causando la Gran Hambruna de Bengala asesinando a, quizá, diez millones de súbditos.
SULAIMAN. También aprendimos en la escuela primaria que ganó escaramuzas -los pakis no decimos batallas-, pagando a los nababs traidores con el botín de cada enfrentamiento, a menudo sin haberlos siquiera peleado.
ABUELO. Nosotros los franceses le hicimos preso pero, fieles al principio de que ‘perro no come perro’, le hicimos jurar que no huiría pero Clive faltó a su palabra de caballero y huyó. Y, en otra riña entre socios, hasta le dimos por muerto.
TIBURÓN VOLADOR. [ve la oportunidad para quitarse la amenaza del chivo expiatorio] ¡Calma, calma!, dejemos de luchar entre europeos. No nos interesa un pasado de hace tres siglos donde tanto los franceses como los británicos y sus cipayos dominaron a la plebe exactamente como nos explicó Abuelo: a vergajazos.
ABUELO. [rezongando en voz baja] En efeto, a vergajazos y me quedé corto, porque también fue a látigo de siete colas; y, si el enemigo era mahomético, con balas bañadas en grasa de cerdo… y siempre a cañonazos y paredones que, a veces mixturábamos ingeniosamente.
TIBURÓN VOLADOR. [reanuda su sermón] Sólo nos interesa el futuro que vendrá después de este presente que más triunfador no puede ser: nos libraremos de este incidente y regresaremos a nuestras empresas más ricos que nunca.
ABUELO. Efectivamente, estamos instalados en nuestros mayores éxitos. Somos más ricos que nunca. Y ya ves… como musitaría el muchacho [Suleiman] si no fuera islámico, también el cerdo está en su apogeo justo cuando le llega su san martín. Item más, añado otros ejemplos de suicidios de colegas triunfadores: en 1993, el primer ministro francés Pierre Beregovoy se suicidó tras perder unas elecciones [murmullos: ¡justo castigo por coquetear con las urnas!] Y, en 2017, el banquero español Miguel Blesa, se refugió en su cortijo para volarse el corazón -o la cara- [murmullos: ¿tenía corazón?] con una escopeta de caza menor.
TIBURÓN VOLADOR y ABUELO. La casuística de millonetis suicidados en la flor del éxito es infinita -como dicen en le tele, “los ricos también lloran”. Pero volvamos a lo práctico, ¿seguro que no hay entre nosotros un manitas que sepa soldar, taponar o remendar las grietas que nos atenazan?
SULAIMAN. [displicente] No hay ningún manitas porque ninguno de nosotros ha trabajado con sus manos nunca del jamás, never del forever. Además, ¿dónde estarían las herramientas si aquí no cabe ni un alfiler? Otrosí, si por milagro obtuviéramos un triste destornillador, ni siquiera podríamos abrir la escotilla. Nos informaron claramente: el Titán no se puede abrir desde dentro y, desde fuera, sólo podría abrirlo un especialista.
TIBURÓN VOLADOR. Es verdad, lo diseñé así para lograr la mayor seguridad posible. Y eso que, como he pregonado en público, “La seguridad es puro desperdicio”. ¿Para qué saber que, en un ‘abollamiento’ [mira a Suleiman] a esta profundidad, el colapso absoluto llega en un milisegundo. Para que vean que me he documentado, añado: el cerebro humano responde instintivamente en 25 milisegundos. Y la respuesta racional en el sentido de reaccionar, tarda 150 milisegundos. Dicho en plata, los cuerpos se convierten instantáneamente en polvo y ceniza.
TIBURÓN VOLADOR y ABUELO. Pero, impunes y optimistas como siempre, tenemos ¡buenas noticias!: nuestros cuerpos se conservarán durante semanas. A casi 4 kms de profundidad, mantendrán en estado de conservación a lo largo de unas semanas, no hay tiburones que puedan destruirnos. Los cuerpos se hinchan en el agua dulce pero en el Atlántico Norte ocurre al revés: los líquidos brotan de la piel. Aquí, el agua contiene 35 gramos de sal por litro, más salinidad que en cualquier otro océano. Por ello, nuestros cuerpos perderán todos los líquidos, quedaremos como mojamas.
SULAIMAN. Papá, entonces, ¿no voy a poder homologar my récord Guinness con el cubo Rubik?
TIBURÓN VOLADOR y ABUELO. No estamos seguros pero, vista la enormidad de chabacanerías de las que vive el Guinness, quizá tengan previsto una para el Rubik amojamado…
PRÍNCIPE. [No contesta enseguida a su vástago. Está hundido. Adopta una extraña pose corporal, medio budista medio mahomética] Nuestros cuerpos sin alma… justicia poética porque, realmente, somos unos desalmados. “Tomen un círculo, acarícienlo, y se hará un círculo vicioso”. Ionesco dixit, bien nos sabemos su mohoso chascarrillo. Pero, entre nosotros, no tiene sentido porque somos viciosos de nacimiento, en círculo, en esfera y en paralepípedo si se tercia.
SULAIMAN. ¡Arghhh! [todos gritan mientras cae el telón. El Príncipe ha muerto dizque instantáneamente. No llegará ningún deus ex machina salvador. El Titan implosiona. Ite missa est]
LAUS DEO
Flota del rescate imposible
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