La zanahoria
Silvia Delgado*. LQSomos. Mayo 2016
Ya no hay desahucios, no hay desempleo, ya no muere gente de horca ni de frio.
Los viejos han recuperado su memoria.
En las comisarías no hay gritos de tortura, las cárceles no son un negocio pa tres o cuatro avispados.
Los emigrantes se sienten aquí como en su patria.
La iglesia, con sus curas y sus fans, no hincan sus cruces en el corazón del laicismo.
La censura no está presente en los versos ni en las canciones, ni en teatros, en parodias, en periódicos ni en las fotografías.
No hay presos políticos: ni campesinos, ni sindicalistas, ni jóvenes combativos, ni anónimos hambrientos….
La cultura no es una rareza en los barrios pero sí en los palacios.
Los jóvenes regresan a casa, sus tristezas ya no invaden países extranjeros.
El aire está limpio, los ríos cristalinos, la comida es saludable y da gusto masticar los manjares.
Ni un solo animal es asesinado en cotos o en plazas.
No existe nada de lo que dicen los rojos incorregibles. Siempre están con lo mismo.
Tenemos una democracia sana y un rey muy querido por la plebe.
Tenemos un ejército demócrata, alejado de fascismos.
Tenemos hospitales, escuelas, bibliotecas, geriátricos que son envidia y ejemplo de cualquier sitio.
Tenemos unos medios de información incorruptibles, rigurosos, fieles siempre a la verdad.
Tenemos la posibilidad de acudir a la justicia pa reclamar nuestros derechos gratis y ágilmente.
Las ciudades son alegres, los pueblos entrañables, se administra lo público con decencia y están en la cárcel los que se enriquecen a costa de la gente.
Este es el sitio donde vivimos, pronto serán las elecciones, los partidos políticos, todos, defienden nuestros intereses, los de las personas sencillas y trabajadoras, cumplirán las promesas que nos han hecho y seremos felices otros cuatro años.
Con la ficha azul, con la ficha roja, con la naranja o con la morada.
Ahora hablemos en serio, ¿dónde están las miserias del pueblo?, ¿dónde las protestas?, ¿dónde los sueños? ¿Dónde quedaron la rabia, el inconformismo, las calles reventadas con la furia de los emputecidos?
En serio, hablemos en serio, joder
Hace tiempo que nos hicieron cruzar los limites, que nos empujaron a la caridad, que nos pusieron las mordazas, que nos arrancaron de cuajo las riquezas, hace tiempo de esto y aún esperamos un cambio, un guiño, un gesto amable de los asalariados del poder, un eructo simpático y definitivo de los que ambicionan llenar las urnas.
No aprendemos.
La zanahoria està otra vez en nuestros morros y otra vez, empujamos frenéticos la rueda que aprieta la soga con la que más temprano que tarde seremos suicidados.
Nadie nos salvará, salvo nosotros mismos pero parece que estamos dispuestos a vivir de nuevo en el espejismo.