Los Agotes: apartheid en Europa

Los Agotes: apartheid en Europa

Por Nònimo Lustre.

Europa se vanagloria de haber creado el mundo moderno merced a su enérgica -¿bélica?- fundación y salvaguardia de los Derechos Humanos, de la Ciencia y hasta de la Filosofía entendida como Meta-Ciencia. Por nuestra parte, creemos que debería añadirse la Religión pero los rescoldos de la Ilustración la difuminan para que sus actuales sacerdotes enseñen al vulgo que, bien maquillada, se confunde con la Ciencia -véase el caso del Newton médium. Pues bien, todas estas disciplinas convergen en un preterido caso de segregación étnica: la sufrida por los Agotes.

Para empezar, es obvio que el voluminoso inventario de crímenes y exacciones contra este pueblo que enumeraremos en los siguientes párrafos atenta contra los DDHH, descuartiza la Ciencia y la Filosofía y, finalmente, corre a refugiarse bajo las pútridas haldas de la Religión (¿cuál religión?: cualquiera) pues no olvidamos que hablaremos de los tenebrosos siglos en los que las naciones europeas eran regidas por zelotes cristianos mientras que, como presagiaba el poeta W.B. Yeats, “the best [los Ilustrados] lack all conviction, while the worst [los autoritarios] are full of passionate intensity“.

Lo que resulta más sorprendente no es sólo el nutrido catálogo de infamias infligidas a los agotes, desde las prohibiciones religiosas hasta las domésticas pasando por las históricas, sino que se ignore que los agotes han sobrevivido a todas ellas en unos países -especialmente España y Francia- que presumían de ser la honra de la democracia y de la igualdad. Es decir, que no sólo existió y existe un régimen de apartheid todavía más atroz que el sudafricano de finales del siglo XX sino que, además, sus mentores han conseguido borrarlo de la memoria ciudadana. Léase tristemente que los worst autoritarios han contado con la anuencia del común pueblerino pues no de otro modo se explica el silencio que, todavía hoy, tergiversa la peripecia agote. Para menoscabarlo, están redactados los siguientes párrafos:

Etnografías y etnohistorias

“Muchos han sido los pueblos perseguidos a lo largo de la historia, pero pocos por causas tan desconocidas como en el caso de los agotes” (I. Sanjuán, 2010) Su procedencia sigue siendo un misterio; i.e., algunas de las muchas hipótesis sobre su origen: A) Eran descendientes de los godos. De ahí su nombre (del bearnés caa got, “perros godos”) y su aspecto de forasteros o incluso serían desertores de algún ejército. B) Eran españoles que sirvieron a Carlomagno y sus privilegios despertaron la envidia y el rechazo de las poblaciones autóctonas. C) Eran cátaros-albigenses que habían huido de la vesánica guerra que les habían declarado los feudalismos del rey francés y del Papa. D) Eran enfermos de lepra blanca (no letal) que, para zafarse de las cargas fiscales, militares o penales, se refugiaban en los lazaretos fingiendo haber contraído la enfermedad.

Los agotes (en Francia y alrededores, cagots, gahets, capets, caqueux, gafos, crestias) eran -y, de varias maneras, aún lo son-, una “singular raza de gentes, de confusa procedencia y peculiar idiosincrasia que ha sido objeto durante muchos siglos y hasta hace bien poco de una marginación social total y absoluta, cargando con las culpas de todos los desastres y malas cosechas y siendo blanco de la mofa y el desprecio de los lugareños… el odio hacia estas gentes llegó al punto de que de padres a hijos se iban transmitiendo auténticas barbaridades sobre ellos, incluso sobre su anatomía: se decía que eran lujuriosos, como todos los leprosos, debido al color de su sangre; coléricos, orgullosos, susceptibles, arrogantes, astutos, que ocultaban entre ellos muchas cosas. Se les creyó cretinos, homosexuales, hechiceros, que se unían con las bestias, que olían mal, que apestaba su aliento, que donde ponía el pie un agote no volvía a crecer la hierba… Para ser distinguidos a distancia, se les obligaba a llevar en la espalda, en sitio bien visible, una señal en forma de pata de gallina o de pie de gato de color rojo, y tenían que hacer sonar una campanilla en su recorrido para avisar de su presencia…

… Una raza maldita, y como tal fueron recluidos en sus barrios separados de los demás, no permitiéndoles vivir en el pueblo mismo ni mostrar el escudo blasonado en sus fachadas, y mucho menos casarse con los naturales, sino entre ellos mismos. En la iglesia debían ocupar un lugar aparte, en el fondo, a la izquierda, debajo del coro, teniendo una pequeña puerta de acceso exclusiva para ellos. En los actos religiosos, se les trataba con todo tipo de discriminación: no podían ascender a la parte delantera de la iglesia, no pasaban por la pila de agua bendita (solían tener una propia), el monaguillo descendía a recibir su ofrenda, que se apartaba de las demás. Se les daba la paz con el portapaz puesto al revés y cubierto con un paño. En algunos lugares se pretendía que ni se les diese la paz, sino dejársela en un banco donde ellos la pudiesen tomar. No podían ser ordenados sacerdotes. En Baztán, por ejemplo, no podían sentarse a la misma mesa que los nativos baztaneses, y en la iglesia de Arizkun una verja les separaba de ellos…

… En los valles pirenaicos, sobre todo en los que disfrutaban de hidalguía colectiva, como Baztán, Roncal y Salazar, los agotes no gozaban de vecindad, por lo que quedaban excluidos de cualquier cargo público y tenían grandes dificultades para el aprovechamiento de los bienes comunales, tales como pastos, helechos, roturaciones, aguas, leña y madera, etc. Esto les impedía vivir exclusivamente de la agricultura y ganadería, puesto que la inmensa mayoría no poseía suficientes tierras de cultivo o pastoreo. La vecindad, con los derechos que conllevaba, iba asociada a la casa. Había una fórmula para lograr la vecindad que los agotes no dejaron de intentar: el matrimonio con una vecina, lo que les proporcionaba el uso de los derechos inherentes a la casa. En Francia, les estaba prohibido casarse con no agotes; en la Alta Navarra, los consistorios negaban la vecindad a las mujeres que se casaran con ellos. Se les prohibía llevar el nombre de la casa o, en el caso de Roncal, el de colocar ribete colorado al capote, que había de ser amarillo para distinguirse bien de los vecinos; también a sus mujeres roncalesas se les niega el ribete colorado, o seguir manteniendo el mismo asiento en la iglesia, junto a las vecinas. A ambos lados del Pirineo, se les insultaba, se les gritaba y tiraba del pelo; peor era cuando derivaban a los bastonazos, expulsiones a rastras, rasgaduras de ropas, pedradas, tirones de oreja y pellizcos, etc., muy rara vez la muerte, fracturas de huesos o heridas con arma. Los autores de los altercados generalmente eran mujeres, niños, criados o mozos solteros, en pocas ocasiones los cabezas de familia o cargos públicos…

… Sin embargo, los estudios genealógicos de Paronnaud en la Baja Navarra demuestran que los agotes llevaban un modo de vida igual al de sus vecinos. Su modelo de familia es el propio del País Vasco Atlántico, en torno a la casa de la que toman el nombre. Allí donde tienen banco o sepultura propia en la iglesia, se vende o hereda con la casa. Su casamiento es relativamente tardío, se da la convivencia de tres generaciones, con traspaso de la herencia en vida al matrimonio joven; las bodas y funerales se celebran según el uso de cada zona, haciendo ofrendas y dádivas a la parroquia en las mandas testamentarias, etc. La endogamia, forzada por la legislación o por la costumbre, se compensaba con una exogamia entre las comunidades agotes, que iban a casarse a localidades vecinas o de otras comarcas, llegando a veces hasta Béarn y las Landas” (cf. en cualquier enciclopedia vasca)

Los agotes trabajaban como ferrones y herreros, músicos, tejedores/as y costureras, sastres, manteros, canteros, cesteros, alfareros, tejeros, curtidores, viñadores, cerrajeros, muchos molineros y sobre todo trabajos ligados a la madera puesto que se les suponía de origen leproso y se creía que la madera o el hierro no transmitían la enfermedad. Eran leñadores, carpinteros constructores de casas y barcos, ebanistas, cuberos, zoqueros. En la costa se dedicaban a actividades portuarias especialmente duras o peligrosas, como el dragado o arreglos de los muelles, además de navegar como pescadores, marinos mercantes, militares y hasta corsarios.

Su Historia Oficial (léase, Sagrada) ignora olímpicamente que las primeras muestras de su presencia en los Pirineos se datan circa año 1000, sino que arranca medio milenio después -en la literatura antropológica anglosajona la primera mención a los agotes es tres siglos posterior: “The earliest date at which they are mentioned, though under a different term, namely, Christians or Christianos, is 1288” (cf. D. Hack Tuke. 1880. “The Cagots”, en The Journal of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, Vol. 9, pp. 376-385)

Por lo demás, su Historia convencional/banal, comienza en el año 1515, cuando León X dicta una bula papal aceptando la solicitud de los agotes de las diócesis de Baiona (Bayonne), Pamplona, Jaca, Dax, Huesca, Lescar y Oloron de ser tratados en las iglesias y todos los rituales religiosos como el resto de los feligreses. Argumentan para ello que, pese a su origen herético albigense (¿), el paso de los siglos cumpliendo fielmente los mandatos de la Iglesia los ha convertido en tan buenos cristianos como cualquier otro. El emperador Carlos ratifica la bula papal. A partir de entonces se dan dos situaciones jurídicas: en la Navarra recién incorporada a la Corona de Castilla las Cortes, el Obispado y el Tribunal de Pamplona se posicionan a favor de la igualdad de los agotes. En Francia, esta bula no se respeta por lo que seguirá la marginación. En la práctica, sin embargo, apenas hubo diferencias, ya que en los valles de uno y otro lado del Pirineo las entidades locales, seculares y eclesiásticas, mantuvieron e incluso agravaron sus disposiciones contra los agotes.

[Hoy, se supone que Bidegain, Errotaberea, Zaldua, Maistruarena, Amorena o Santxotena son apellidos con cierta garantía de que sus portadores actuales son agotes. Pero, si entramos en los censos oficiales, esa garantía desaparece. Veamos: con el apellido Agote, hay censados en España: 255 como primer apellido y 324 como segundo apellido. Como primer apellido, se distribuyen en: Guipúzcoa, 255; Vizcaya, 45, Navarra, 13 y Álava, 7. Es el apellido número 9.335º en España (en el Mundo hace el número 253.310º) Hay 1.255 personas con este apellido: en Argentina, 762 aprox.; en España, 432 aprox. -y en Uganda, 2. Obviamente, estos datos censuales no significan ni por asomo que todos los apellidados ‘agote’ sean o se consideren del pueblo agote. Es más, los verdaderos agotes difícilmente aceptan o aceptarían cargar con semejante apellido.]

Francia

Seguramente por la menor represión en Francia, en la Navarra ‘española’, la endogamia, forzada por la legislación o por la costumbre, se compensaba con una exogamia entre las comunidades agotes. Por ello, los agotes ‘españoles’, se casaban en otras comarcas, llegando a veces hasta las comarcas francesas de Béarn y de las Landas -.

Cagots en procesión sonando las carracas (o matracas) para avisar que son contagiosos, quizá leprosos. Obsérvese que, en el viejo Lourdes, van calzados.

En el año 1.683, bajo el reinado del absolutamente absoluto Rey Sol, Luis XIV, los agotes ‘franceses’ consiguieron la igualdad jurídica… previo pago de unas tasas para la Hacienda Real.

A finales del siglo XIX, los pintaban con la cabeza grande, cuerpo raquítico, piernas torcidas, bocio, mirada indecisa y apagada, palabra vacilante. Este aspecto se relaciona con el hambre y miseria y la pobreza del agua de las altas montañas que ocasionaría el bocio (Cenat Moncaut, Histoire des Peuples et des Etats Pyrenees, 1873) Para otro autor decimonónico, Michel Francisque, son descendientes de los godos, con rostro blanco colorado, pelo rubio, ojos azules grisáceos, frente convexa, lóbulo hinchado y redondo, y también sin lóbulo en las orejas -que solía atribuirse al hecho de haber nacido de noche.

En una canción escrita en euskera por un hombre de Aussurucq que falleció a sus 80 años en 1845, se reproduce un diálogo entre un pastor y una pastora; ésta dice al pastor que el padre le prohíbe que se relacione con él por ser agote:

En la actualidad, la fama de la existencia real de los agotes ‘franceses’ ha interesado a la prensa anglosajona. Ejemplo, la entrevista que se publicó de “la última intocable en Europa” donde la sra. Manet-Beauzac, residente en Tarbes (Pirineos franceses) declaraba que “En estas montañas, todavía es difícil hablar de los agotes. Los franceses están avergonzados de lo que nos hicieron y los cagots están avergonzados de cómo éramos. Por ello, nadie le confesará que desciende de cagots”. A pesar de esa clandestinidad, Manet-Beauzac expresa que el apartheid sufrido por los cagots les excluía de la mayor parte de las profesiones y oficios habituales. De ahí que se vieran limitados a ser aguadores o leñadores, a fabricar barriles, ataúdes y, como afamados carpinteros, incluso iglesias. Esta ´última intocable europea’ (con página web propia), añade que los cagots no podían usar los baños públicos ni comer en los platos de sus vecinos cristianos porque eran enfermos mentales y, a veces, caníbales -de ahí que, a menudo, se les quemara en la plaza mayor (cf. The last untouchable in Europe. Marie-Pierre Manet-Beauzac, entrevistada por Sean Thomas, 28.VII.2008)Infame tremendismo similar al que los medios españoles vomitaron contra los habitantes de las Hurdes. Los últimos cagots, ¿todos cretinos?

Un estudioso francés conversa con los actuales cagots.

España

Si tuviéramos que escoger el bulo que justificaba el apartheid contra los agotes, casi diríamos que el más mentado gira sobre su (supuesto) origen leproso -se creía que la madera o el hierro no transmitían la enfermedad. Aun así, las vilezas que les infligían eran las ya enumeradas. Ejemplo, incluso en la iglesia de Arizkun (Navarra, actual epicentro de la cultura prohibida), los agotes debían escuchar misa encerrados tras una verja metálica y bautizados en pila bautismal aparte. No podían participar de ninguna fiesta comunitaria y fueron apartados al barrio de Bozate, para que no “contaminaran” a los demás pobladores de Arizkun.

En Arizkun (Baztán), barrio de Bozate

En lo que atañe a su fisionomía, en pleno siglo XX eran retratados como “con cara ancha y juanetuda, distancia bicigomática fuerte, grandes ojos azules o verdes, cráneo branquicéfalo, tez blanca, pálida y pelo castaño o rubio; no se parece en nada al vasco clásico. Es un tipo centro-europeo o del norte. Hay viejos de Bozate que parecen retratos de Durero” (Pío Baroja, Las horas solitarias, 1935) Por otra parte, su sobrino, el gran antropólogo Julio Caro Baroja los calificó socio-políticamente con una expresión harto repetida: un “pueblo maldito.” Además, resumiendo lo citado en #Francia, en los siglos XIX y principios del XX, quizá por influencia gala y/o del criminólogo físico Lombroso, en España también se creyó -y así lo hemos reseñado-, que los agotes tenían el lóbulo de la oreja pegado a la cara, hinchado o inexistente.

Xabier Santxotena, Cabeza de agote

En cuando a su comportamiento, en tiempos más cercanos, se les difamó como “homosexuales lujuriosos, coléricos, orgullosos, susceptibles, arrogantes, astutos, cretinos, que olían mal, que su aliento era fétido, que donde ponía el pie un agote no volvía a crecer la hierba… y, por supuesto, hechiceros” (S. Ramis, 2022).

Hoy, los interesados en la mitología vasca en general y en los misterios -sea eso lo que sea- en particular, curiosean en el valle de Baztán leyendo la trilogía novelística de Dolores Redondo y, si llegan a Bozate, se instruyen con una obra cuyo título lo dice todo El orgullo de ser agote, de los paisanos Xabier Santxotena y Josu Legarreta.

Fotograma del largometraje Baztán

Santxotena es “un enérgico combatiente por recuperar la dignidad de los agotes, su comunidad de artesanos del hierro, la piedra y la madera” que erigió en su Bozate natal, el Parque Escultórico “un museo de arte contemporáneo de primer nivel” (ibid., En “Bozate, el pueblo de los enigmáticos agotes navarros”) Pero Santxotena también ha creado la Casa Gorrienea y el Parque-Museo Santxotena de Arizkun. E incluso, siempre en honor al pueblo agote, un tercer o cuarto espacio público inaugurado en 2010 en el valle de Ayala (Álava).

La película Baztán (Iñaki Elizalde, 2012) narra con cierta crudeza y alternando el siglo XVII con el siglo XXI, la discriminación sufrida por los agotes -según el film, etnia marginada y escondida quienes, durante más de diez siglos, han sufrido un etnocidio e incluso un cuasi genocidio peores que los propios del esclavismo colonial.

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