Los chacales del Sáhara
Por Nònimo Lustre. LQSomos.
Tragicomedia de política colonial en cuatro escenas
Basada en los cuentos saharauis publicados por Xabier Susperregi. 2013. Cuentos tradicionales saharauis. Biblioteca de las Grandes Naciones. Oiartzun, Euskalherría. Los diálogos de este drama son copia fiel de los recogidos en este libro.
ESCENARIOS
La caja escénica alberga una carpa tradicional -una jaima-, inserta en el horizonte cambiante del desierto de pedregosa hamada y/o del arenoso desierto erg. Según se suceden las cuatro Escenas, los dos tipos de desierto actúan como un chroma: en la 1ª Escena, es la hamada; en la 2ª Escena, es el erg. En la 3ª Escena, es un zoco rústico o un bazar urbanita. Y, en la 4ª Escena (la final), predomina un decorado místico, a ratos lóbrego y, a ratos, luminoso.
DRAMATIS PERSONAE y sus CARETAS
ELEFANTE. Con careta de Felipex Gonzalex, traidor socialdemócrata.
CHACAL. Sultán de Marruecos, Comendador de los Creyentes.
OVEJA. Saharauis, Frente Polisario siempre traicionado. Vestida con gandora y turbante masculinos.
ERIZO. Saharaui muy inteligente; también vestido con gandora.
MILANO. Marroquí vestido al desgaire con abaya, chilaba o caftán.
RATÓN. Humano ciego, como los del cuento persa
GENIO. EEUU, cara tiesa de Joe Biden, POTUS. En la Tercera Escena, también DIABLO.
CHARTAT y SABIO. Saharaui travieso. Y venerable erudito. Ambos, sin careta.
HUMANO y BRUJA. En Escenas diferentes. Sin careta.
MUJERES y PASTORES. Actúan ocasionalmente. Sin careta. Ellas, con la tradicional melfa estampada.
NARRADOR. Voz en off. Sin careta porque no actúa en el escenario.
Primera escena. Entre animales
NARRADOR. Elefante está casado con Oveja. Viven en una jaima. Oveja es ama de casa. Elefante pasa el día pastando. Un día como cualquiera, el Elefante estaba ramoneando cuando se le acercó Chacal. Tras saludarle, le dijo:
CHACAL [obsequioso, taimado] ¡Vaya, vaya, amigo mío! No envidio tu suerte, pobre, alimentándote de espinas y amargas hierbas, teniendo a tu alcance tanta carne y de la buena.
ELEFANTE. ¿A qué carne te refieres?
CHACAL ¿A cuál va a ser? A la que dejaste cuidando tu jaima; si no sabes cómo comértela, yo te puedo enseñar.
ELEFANTE. ¿Acaso es buena la carne de oveja?
CHACAL. ¡Es exquisita! Dime cuándo quieres que venga y aquí vendré para enseñarte.
ELEFANTE. Está bien, acércate mañana al mediodía.
NARRADOR. Chacal, ansioso por comer Oveja, se presentó antes de la hora convenida. Llegó Elefante y juntos caminaron hacia la jaima. Oveja salió a observarles y entonces vio a Chacal y se dijo para sus adentros:
OVEJA. No sé qué me da… que la razón de que estos dos vayan juntos, voy a ser yo.
NARRADOR. Oveja huyó sin saber muy bien a dónde pero segura de que Elefante y Chacal tramaban merendársela. En su peregrinar, encontró unos troncos de acacia, los descortezó y embadurnó las cortezas con miel. Y regresó con ellas a su jaima. Elefante y Chacal la esperaban con los ojos inyectados en sangre.
ELEFANTE. [agresivo, machista] ¡Oye! ¿Dónde estuviste?
OVEJA. [humilde, conciliadora] ¡Tranquilo, tranquilo! Salí para traerte esto.
ELEFANTE. ¿Y qué es, si puede saberse?
OVEJA. Tú pruébalo.
ELEFANTE. [mientras, pasa su enorme lengua por la corteza y ve que es dulcísima] ¿Qué es esto, dónde lo encontraste?
OVEJA. Lo encontré lejos y esto es un dulce exquisito que se saca de Chacal. Yo misma exprimí al taimado y mira qué sabroso está.
ELEFANTE [volviéndose hacia Chacal dispuesto a estrujarlo] Ven, ven, amigo Chacal, hermano mío, que te quiero acariciar.
CHACAL [huyendo a la carrera] ¡Doy gracias al Misericordioso pues ayer mismo fui estrujado!
NARRADOR. Sin embargo, el elefante no le hizo caso y lo apretó con fuerza. Pero el jugo de Chacal no era dulce. Así pues, arrojó sus piltrafas y buscó otro chacal al que abrazar fuertemente. Por su parte, Oveja escapó, perdiéndose sana y salva en un rebaño que pasaba por allí.
Segunda escena. Animales útiles, crueles y astutos
NARRADOR. Erizo invita a comer a su amigo Chacal. Degüella una gorda oveja. Chacal come y come hasta que se devora la oveja entera. Empieza a hacer calor y Chacal empieza a tener sed, mucha sed. Cerca, hay un pozo con roldana y garrucha, con dos cuerdas conectadas y sus respectivos cubos para sacar agua. Cuando un cubo sube, el otro desciende al fondo del pozo.
Como ha sido el primero en comer, Erizo es el primero en tener calor y sed. Por ello, fue al pozo y saltó dentro del cubo, de forma que por su propio peso bajó al fondo mientras que el otro cubo ascendió al brocal. Una vez en el agua, bebió y se echó a la sombra. Chacal había aguantado sin beber para no dejar de comer, pero cuando ya no pudo más por el calor, fue también al pozo. Al asomarse, vio Erizo bebiendo y tumbado a la sombra:
CHACAL. ¡Oye amigo! ¿Me puedes explicar cómo has bajado hasta el fondo y estás ahora bebiendo y tumbado a la sombra?
ERIZO. ¡Venga, venga! Quién tenga ganas de algo, que encuentre la manera de hacerlo.
CHACAL. ¡Anda, porfa!, dime cómo lo hiciste.
ERIZO. Yo bajé en el cubo, tienes el tuyo ahí a tu lado.
NARRADOR. Entonces, el incauto Chacal salta sobre el cubo que estaba en el brocal y empieza a bajar. El otro cubo, con Erizo dentro, asciende porque pesa menos. Al llegar al fondo del pozo, Chacal bebe hasta saciarse. Pero cuando quiere subir, no es capaz porque Erizo ya está arriba. O sea, Erizo ha invitado a Chacal para encerrarle en lo hondo del foso. Cuando se juntan en mitad del pozo, Chacal el Engañado protesta:
CHACAL. Qué es esto, Erizo, ¿yo bajo y tú subes?
ERIZO. Así es el mundo, unos bajan y otros suben.
Chacal y Milano
NARRADOR. Chacal encuentra a Milano echado en el suelo, desprevenido. Lo captura fácilmente mordiéndole en el cuello. Milano arguye:
MILANO. Yo no voy a servirte de nada, no soy más que un pequeño pájaro. Sin embargo, si me sueltas, podré llevarte hasta donde hay un rebaño de corderos sin nadie que los cuide.
CHACAL. ¿Y cómo me vas a llevar hasta allí?
MILANO. Tú, únicamente tendrás que morderme la pantorrilla y yo te llevaré hasta el rebaño y te dejaré entre los indefensos corderos. Pero si te ve algún pastor y se pone a gritar: “¡Mirad, mirad, un milano portando un chacal!”, tú le dirás: “¡Qué te importa!, es mi primo que me ayuda”
NARRADOR. Así lo hizo. Chacal mordió la pantorrilla de Milano y, cuando Milano divisó a un grupo de pastores, se les acercó para que lo vieran con claridad y éstos, al reconocerlos, se pusieron a gritar:
PASTORES. ¡Mirad, mirad, Milano llevando a Chacal!
NARRADOR. En este momento, Chacal quiso decirles: “¡Qué os importa!, es mi primo que me ayuda” y, justo al querer hablar, cayó con la mala fortuna de hacerlo en medio de los pastores. Los pastores lo cogieron y lo despellejaron vivo. Mientras lo torturaban, Chacal gemía:
CHACAL. ¡Si salgo vivo de esta, no quiero ovejas ni en el Cielo!, mejor me hago carroñero.
Ratón providencial
NARRADOR. Érase una Mujer que vivía sola en medio del desierto. Su único vecino era Ratón quien vivía en su agujero. Cada vez que Mujer salía de su jaima, se fijaba en los pasos de Ratón y en todo lo que hacía. Se respetaban como buenos vecinos. Mujer era sabia porque conocía que los animales tienen un sexto sentido. Humanos y animales son iguales: nacen, crecen, luchan, producen, se multiplican y mueren. Igual que los Humanos.
RATÓN. Una tarde, vi que mi vecina humana vigilaba mis andanzas. Cuando, previendo la llegada de una inundación, me mudé a otra madriguera más alta, Mujer me imitó. También cavó otra cueva a la misma altura.
NARRADOR. Mujer subió al lado de Ratón a lo más alto de la colina. En efecto, al cabo de dos días, llegó la inundación. Mujer y Ratón sobrevivieron porque el agua no llegó hasta la cima de la sierrita. Gracias a imitar a Ratón, aprendiendo la una de la otra, vivieron las dos familias felices durante muchos años. Puesto que, igual que el resto de animales, Ratón emigra para sobrevivir. Y los nómadas, hacen lo mismo. Ratón tiene el olfato y la vista muy desarrollados y sabe lo que va a pasar mucho antes que los Humanos. Por eso, los nómadas le respetan.
Humano ciego y Ratón
NARRADOR. Esta es la historia de un Humano Ciego. Discurre entre verdad y leyenda. El Altísimo le visitó para concederle un único deseo. El Humano invidente le pidió a su Dios ver el mundo del que tanto había oído hablar. Su Señor se lo concedió. Cuando sus ojos se abrieron, vio a un peludo y torpe Ratón que avanzaba a saltitos. Lo observó atento pero, al cumplirse el minuto, sus ojos se volvieron a cerrar para siempre.
HUMANO. Cuando escucho a otros hombres hablar, ya no me callo. Si oigo decir que algo es muy grande, digo: Grande como aquel ratón que un día vi. Si alguien es ágil, digo: Ágil como aquel ratón que un día vi. Y si algo es realmente bello, digo: bello y hermoso como aquel ratón que un día vi.
[NARRADOR. Esta fábula parafrasea a un cuento persa: «Un grupo de ciegos escuchó que un extraño animal llamado Elefante, había llegado al pueblo. Intrigados, lo buscaron a tientas. El primer Ciego cuya mano se posó en la trompa, dijo: «Es una serpiente gruesa». Otro Ciego tocó la oreja y dictaminó: “Es un abanico”. Un tercer Ciego, tocó su pata: “Es el tronco de un árbol”. Un cuarto Ciego tocó su costado y dijo: “Es una pared». Otro, movió sintió su cola: “Es una cuerda. El último sintió su colmillo y concluyó: “Es una lanza.»]
Tercera Escena. Animalismo y picaresca humana
NARRADOR. A Chartat se le acusa de todos los males: avaricia, risa y malicia. Los saharauis guardan la leche de camella en unas grandes jarras. Chartat el Pillo se encuentra con dos Mujeres que tienen tres jarras llenas de leche quienes piden a Chartat que distribuya la leche. Entonces, el Pillo coge una jarra y se la da a las Mujeres mientras que él se queda con las otras dos jarras.
DOS MUJERES [furiosas, apenas se las ve en el fondo de la caja escénica] ¡Esto no es justo! Nosotras dos tocamos a media jarra y tú nos robas dos jarras para ti solo.
CHARTAT. Vosotras dos con una jarra contáis tres y yo con dos jarras contamos tres. Así que, tres para cada lado. ¿Y todavía no estáis contentas?
Otra. Shartat vuelve de viaje
NARRADOR. Shartat estuvo ausente durante mucho tiempo. Cuando volvió a casa vinieron todos los niños a saludarle y a pedirle caramelos. Él no traía nada, miró a un lado y vio a lo lejos un árbol, una acacia y les dijo:
CHARTAT. [sabiendo que era mentira] Dejé los caramelos y galletas detrás de esa acacia.
NARRADOR. Los niños se fueron todos corriendo para ver quién llegaba primero hasta aquel árbol. Cuando Shartat les vio corriendo con tantas ganas, se dijo:
CHARTAT. A ver si va a ser verdad….
NARRADOR. Y creyéndose su propio embuste, empezó a correr tras ellos hacia la acacia que les había señalado.
Bruja y Diablo
NARRADOR. Había una vez una viejecita Bruja que engañó a Diablo. Un buen día, se lo encontró sentado bajo un aparejo (talja) en las afueras de la ciudad y le preguntó:
BRUJA. ¿Qué haces aquí, tan pensativo?
DIABLO. Estoy furioso. En esta ciudad vive un humano Sabio que conoce muy bien el Libro Sagrado. Cuando lo recita, no me permite entrar en la ciudad.
BRUJA. Yo puedo matarlo. Si me pagas bien, yo lo mato. ¿Qué vas a darme a cambio?
DIABLO. Una babucha de oro.
NARRADOR. Bruja volvió a la ciudad. Buscó a la Mujer del Sabio. Cuando la encontró, le dijo:
BRUJA. Tu marido va a abandonarte. Debes hacer todo lo posible para que no ocurra.
MUJER DEL SABIO. Y yo, ¿qué puedo hacer para impedirlo?
BRUJA. Es muy sencillo. Sólo tienes que cortarle unos pelos de su barba y traérmelos. Con ellos te haré un amuleto que te protegerá y nunca podrá abandonarte.
NARRADOR. Partió más tranquila la mujer del Sabio y Bruja se fue en busca de éste. Al hallarlo, le explicó:
BRUJA. [a Sabio] Debes tener cuidado. Corres un grave peligro. He sabido que tu mujer quiere matarte.
SABIO. ¿Cómo puede ser eso? No me vengas con patrañas
BRUJA. [en tono confidencial] Es cierto. Planea matarte esta noche. Finge dormir, pero mantén un ojo abierto. Verás cómo intenta asesinarte.
NARRADOR. Sabio se acostó. Pero puso su turbante encima de los ojos y permaneció despierto. De madrugada, vio que su mujer se acercaba sigilosamente con un cuchillo. Cuando la tuvo muy cerca, Sabio sacó un puñal y se lo clavó. Sabio empezó a gritar y despertó a sus vecinos, que acudieron asustados. Mientras, Bruja salió corriendo en busca de los hermanos de la Mujer del Sabio y les dijo:
BRUJA. ¿No sabéis lo que ha ocurrido? A vuestra hermana la ha matado su marido, el Sabio que lee el Libro Sagrado.
NARRADOR. Los hermanos partieron rápidos hacia la casa de su hermana. La hallaron muerta, con el cuchillo clavado y las vísceras fuera. Arrancaron el cuchillo de su cuerpo y mataron con él a su marido el supuesto Sabio. Una vez muerto el crédulo Sabio, Bruja reclamó su recompensa a Diablo y le informó que podía entrar en la ciudad cuando quisiese.
DIABLO. [a Bruja]Toma tu babucha de oro pero has de saber que lo que tú has hecho ni el mismísimo diablo se atrevería a hacerlo.
NARRADOR. Diablo siguió su camino. Pero desistió de entrar en la ciudad.
Cuarta Escena. Genios y Humanos
NARRADOR. Érase una vez un Genio (¿un maligno espíritu Djin?) y un Humano con sus respectivas mujeres. Conversando con Humano, Genio le dijo un día:
GENIO. Mi trabajo es introducirme en los cuerpos de los seres humanos; los domino y los vuelvo locos. Pero se me ocurre una treta: tú puedes exorcizarlos, yo entonces salgo de los cuerpos y así nos haremos millonarios.
NARRADOR. Sus mujeres oyen esta conversación y deciden robarles la idea. Ellas llevan a cabo el proyecto de sus esposos para hacerse millonarios. A manos de sus Mujeres, Genio y Humano lo pierden todo. Son empujados al ostracismo, sin saber qué hacer.
HUMANO y GENIO. Las mujeres han descubierto nuestro truco y nos han dejado sin dinero. Ahora no tenemos más remedio que trabajar.
NARRADOR. Andando andando en su exilio, encontraron una ciudad regida por un alcalde cuya hija era la más hermosa de todas las muchachas. Cuando entraron, Genio avisó a Humano:
GENIO. Lo que haga uno, debe respetarlo el otro, ¿de acuerdo?
NARRADOR. Genio se introdujo dentro del cuerpo de la hija del alcalde y, efectivamente, la enloqueció. Humano lo supo enseguida. Observando desesperado que su hija estaba cada día más enferma, el alcalde manda llamar a un exorcista. Como habían planificado, Humano se presenta como exorcista. El alcalde le amenaza: si no cura a su hija, le cortará la cabeza. Humano no sabe cómo resolver el dilema: su cabeza peligra si Genio se niega a salir del cuerpo de la doncella. Y, en efecto, pese a la ceremonia del exorcismo, Genio se niega:
GENIO. Humano, déjame tranquilo, no quiero marcharme; estoy muy bien dentro del cuerpo de esta doncella. ¡Vete!
NARRADOR. Meditando cómo salir del atolladero, Humano ve en el mercado a dos mujeres muy parecidas a su esposa y a la de Genio. Las llama:
HUMANO. Venid conmigo, os invito a visitar la casa del alcalde. No os alarméis cuando el guardia de seguridad nos cierre el paso porque nos lo abrirá cuando yo pronuncie las palabras mágicas: “Vamos a visitar a la hija del alcalde; nos está esperando”.
NARRADOR. El guardia les abre la puerta. Cuando Humano está delante de la no-completamente exorcizada doncella, sale Genio muy furioso:
GENIO. ¿No te he dicho que me dejes en paz? ¡No pienso irme de este cuerpo! ¡Ya te puedes marchar!
HUMANO [en voz muy baja] ¡Pssst! ¡Oye! No he venido a molestarte, sólo quiero que sepas que nuestras mujeres están aquí.
[Cuadro final: con gesto incrédulo, Genio ve a las dos mujeres que se parecen a sus respectivas esposas y, presa del pánico, sale volando. Apoteosis femenina]
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