L@s Sesentayochistas españoles… no somos viejos rockeros
Acacio Puig*. LQS. Junio 2019
Nos comunicábamos y nos divertíamos, ¿eh? en el Madrid de los 60: Los caracoles en el Rastro, las pintas en La Alemana, las comidas baratas en el chino-cubano Pacífico o en el Eladio de Cuatro Caminos y los cafés en el Viena… incluso a veces Jazz, en un histórico garito próximo a Retiro
No había caso. Rondábamos los 20 años y la militancia clandestina era para nosotr@s (unos miles de jóvenes llegados a las diversas corrientes del antifranquismo militante) una pasión y un deber ético, el impulso con que exigíamos nuestro oxígeno.
Además, el rock que circulaba entonces por nuestros pagos era escapista, insulso y ñoño (…”La orquesta de los presos empezó a tocar”, “Popotitos no es un primor”, “Me gusta la plaga”… vamos ¡un desastre!). Y ciertamente, a quienes nos tocó más tarde detención, juicio y cárcel, constatamos que ni había orquesta de presos que se animara a tocar…ni menos aún, que toda la cárcel se pusiera a bailar el rock…(¡además de rock-gilí… hosti tú… un engaño!).
De modo que escuchábamos preferentemente a cantautores…Dylan, Baez, Yupanqui, Raimon, Lluís, Ibáñez…y los franceses… Ferrat, Sauvage, Ferré, Brassens, Brel… y también a Cohen.
Elvis era un pringoso, con su aval a la intervención USA en Vietnam y los Stones, Janis y Hendrix… lejanos y con demasiadas flores, poco idóneos para lo que estaba cayendo en “esta España nuestra”. De modo que no, nosotr@s no fuimos “viejos rokeros”. Nos gustaba más París y Toulouse que Londres… (Imagina los motivos)… Y más la cerveza y las bravas… que los canutos.
Es muy probable que en muchos casos acertásemos con nuestras discriminaciones sonoras: de los que estaban en candelero “en el exterior” algunos murieron de sobredosis, otros han acabado recibiendo un Nobel y los chicos malos, aún viejecitos… siguen amasando fortunas en USA. De modo que no estábamos tan descaminados haciendo ascos a aquella ola alternativa de “juvenil rechazo… dentro de un orden”.
(Y dicho sea de paso, tantos y tantos John Cage, Satie, Coltrane o la Makeba, nos llegaron mucho más tarde, al menos a “l@s del interior”…).
Y sin embargo también nos comunicábamos y nos divertíamos, ¿eh? en el Madrid de los 60: Los caracoles en el Rastro, las pintas en La Alemana, las comidas baratas en el chino-cubano Pacífico o en el Eladio de Cuatro Caminos y los cafés en el Viena… incluso a veces Jazz, en un histórico garito próximo a Retiro.
Vivir y hacer antifranquismo socialista eran la misma cosa y asumíamos los riesgos aplicándonos el viejo refrán de “sarna con gusto, no pica”, de modo que nunca nos consideramos “víctimas” de la dictadura -aunque también lo fuéramos, porque como años después cantaría Triana, el franquismo nos marcaba con sus miserias y represión, como “hijos del agobio y del dolor”. Siempre nos supimos militantes, combatientes. O, como gusta decir a un viejo amigo, periodista y editor, resistentes, éramos –junto a gentes de generaciones precedentes- la expresión de la Resistencia en el período tardío de ese Antiguo Régimen de raíces militar-fascistas.
Un período distinto de la larga posguerra, pero también cruel. Salpicado de muchos y muchas Ruanos, Antich, Germanes, Patiños y Baenas y removido por potentes movilizaciones obreras y sociales que pusieron en la picota a la dictadura. De modo que, en lo que nos toca y con semejantes antecedentes, no dejaremos que cómodamente resucite aquel fantasma mientras nos quede aliento… (¡Aviso a navegantes!).
Y ¿a qué viene este rollo?
Pues creo que a clarificar algunas de nuestras raíces, de nuestras identidades –que lejos de “cegarnos” nos cimientan– y son marchamo de nuestra existencia. Porque para nosotros y nosotras, cierta música llegó más tarde como también llegaron más tarde, desencantos, deserciones, reconsideraciones, rectificaciones y transformaciones. Algun@s llamaron a eso “madurar”. Creo que esencialmente es más honesto llamarlo de otro modo…pero en fin, compas ¡que cada palo aguante su vela!
Algun@s preferimos seguir rememorando con Ibáñez –si Paco, el de la parisina Sala Olimpia¬– aquello de “Cuando se miran de cerca los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades, las bárbaras profundas…”
¡Y quizá por eso no olvidamos y quizá por eso además, seguimos en la brecha!
*Acacio Puig, artista plástico. Militante de la izquierda revolucionaria, represaliado por el franquismo, activista memorialista de la asociación “En Medio de Abril”. Es editor del blog Afinidades Anticapitalistas
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