Meter las Manos
Rafael Correa en la Batalla de los Símbolos.
Con todas las asimetrías en su contra, Rafael Correa libra una batalla histórica para hacer visible uno de los estragos más severos ocasionados por la vorágine del capitalismo. Una y otra vez Correa ha dicho que los daños causados por la petrolera Chevron en Ecuador es 85 veces peor que el derrame de British Petroleum (BP) en el Golfo de México y 18 veces más que el desastre de Exxon Valdéz en Alaska. Una y otra vez Correa hace lo que está en sus manos para que se vea el daño, para que se comprenda la emergencia y se amplifique la conciencia que impulse la movilización crítica de pueblos y de gobiernos, en todo el planeta. Un reto enorme.
El Presidente ecuatoriano no se conforma con nutrir los vertederos legales ni se contenta con declaraciones y denuncias… mete las manos en el desastre ecológico y toma su lugar en un escenario de combate mediático donde se juega una carta comunicacional enorme que, de suyo, es una gran convocatoria mundial para entender que semejante batalla no pude ser sólo de Correa ni sólo de Ecuador y que, por el contrario, debe ser bandera internacionalista que no admite indiferencias ni demoras. He ahí uno de nuestros grandes retos en materia de comunicación y una de nuestras deudas mundiales: La unidad en la lucha por la comunicación emancipadora.
En las fotografías y en las frases con que Correa suma testimonios sobre la irresponsabilidad de la petrolera yanqui, se nota una larga lucha que ha recorrido, cuanto frente pueda ocurrírsenos, para amasar autoridad política y moral cuando se trata de romper le ecuación “David y Goliat” en la Libertad de Expresión. No es de ayer que Correa viene impulsando la democratización de la Comunicación, de sus medios y de sus modos, apoyado en medidas políticas, administrativas y legales de todo género. No es de ayer que Correa habla de “Leyes de Comunicación”, de igualdad, de diversidad para la expresión de los pueblos y de plena visibilidad social, en los medios, bajo control de los pueblos.
Que un Presidente abrace la iniciativa de meter las manos, en el lugar de los hechos, como sujeto denunciante, como fiscal popular, como líder político revolucionario y como ciudadano agraviado por la irresponsabilidad burguesa… es un gran ejemplo de dignidad política y es episodio que cuestiona, directa o indirectamente, a otros mandatarios que son incapaces, no sólo de ir al lugar de los hechos, sino de ir en su papel de militante en defensa de la vida. Eso está a la vista.
No hay manera de no acompañar, solidariamente, semejante lucha y tal acompañamiento no implica la anulación de cuantos debates o litigios puedan existir frente a unas u otras políticas en áreas diversas o en la misma; pero ésta lucha comunicacional, y simbólica en particular, reviste tal cualidad y actualidad que en su sola concepción ya proyecta sus dificultades y sus oportunidades. Es preciso aprovecharlas. Especialmente cuando el ariete de la batalla es el propio presidente del Ecuador que se juega un caudal político importante, se juega riesgos de géneros diversos y se juega su prestigio como pensador especialista en temas “ecológicos”. O dicho de otro modo, pone todo lo que otros ni se atreven, ni saben, ni pueden hacer.
“Meter las manos” es una de las cosas a las que muchos políticos rehúyen despavoridos. “Meter las manos” es una de las más hondas exigencias de los pueblos a sus líderes cuando hay problemas y cuando hay amenazas a los intereses sociales. “Meter las manos” es una de los gestos que mejor expresa la actitud decidida y comprometida par ayudar a resolver problemas y amenazas.
Correa “metió las manos” y las tiene manchadas por decisión estratégica y propia, manchadas con petróleo, derramado por Chevron, para dar una lucha que encontró, en ese ejercicio de conciencia y comunicación, una y muchas maneras de multiplicar la denuncia y la conciencia. Sus manos son ahora las manos de todos nosotros y no podemos ser indiferentes ni podemos seguir el ejemplo de Pilatos que “se lavó las manos” para expresar el no-compromiso que se ha vuelto modelo de anti-valores propios de los poderes oligárquicos (y de los miles de Pilatos que nos invaden a toda hora). Para ellos eso es más cómodo, más rentable, más conveniente y mas grato a los imperios petroleros. “Las herramientas que vamos a utilizar para combatir a Chevron son la verdad y el llamado a la solidaridad de los ciudadanos del mundo para no comprar los productos de Chevron”, sostuvo el mandatario una vez constató, con sus propias manos, lo que él denominó la “mano sucia de Chevron-Texaco en el Ecuador”. Manos a la obra.