Momentos de viatico & Los ojos de la casa de acogida

Momentos de viatico & Los ojos de la casa de acogida

Momentos de viatico

Una mujer estaba para expirar con flema y frialdad del ánimo desahuciada del médico; vino el marido de estar con una labradora bonita que se vendía barato, diciéndole que le llevase un beso a la esposa, y se acostó con ella forzándola como el cachazudo, cierto gusano que ataca por la noche las plantas del tabaco, dándole de la receta  que ella más quería, pero no en esos momentos de viático.

A la mañana, el médico la halló buena y preguntó que le habían dado. Ella dijo que unos caldos. El dijo, con el puño en forma de porra y su mente en las cachazas más claras que salen del guarapo, jugo de la caña de azúcar cuando es extraído y el depósito en que se las recibe:

– De esos caldos denla hartos. Cuando ella guste, ¡claro¡

Los ojos de la casa de acogida

Daniel y Jesús subían las escaleras mecánicas de Saldaña,  que nos llevan al CAB de Burgos, Centro de Arte de Caja de Burgos;  a la Iglesia de San Esteban, Museo del Retablo; y a la Casa de Acogida, cuando yendo Jesús a mirar el santito que preside su entrada, (San Vicente de Paúl),  no vio en el suelo un caca de perro, que pisó, cayendo resbalado muy cerca de la escalera y que ,gracias a los brazos de Daniel, que, viéndole desarmado, indefenso, le agarró con sus manos para protegerle en su caída, pues caía como un tronco, no dando con su cara en la escalera de milagro, y gritando decía :

– Me cago en la perrita Marilyn. Muerte pelada, monta en tu burro, y vete,

A lo que Daniel, riente, le respondía:

– Majete, era buena en buena fe, ¿eh? Tu mucho quieres saber de la Casa de Acogida, pero poco sabes del suelo. No pensarás entrar con los restos.

Un mudo, agarrado a una farola, echaba de su boca como sangría, y otros necesitados, emigrantes la mayoría, le miraban y decían:

– Día tras día, hora tras hora por meses de sufrimientos esperamos la comida.

Llegó el momento de entrar, pues una Sor, rasgando los cortinajes de la puerta  salió y puso sus ojos sobre los dos amigos, para ella nuevos,  diciéndoles:

– Pasad, es ya la hora.

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