Nuevo álbum de David Gilmour: una visión introspectiva a su pasado
Por Mariano Muniesa
Es un álbum que tiene mucho de testimonio personal sobre la madurez, tanto artística como personal, de un músico clave en la historia de Pink Floyd y que ahora deja ver, tal vez con más transparencia emocional, como ve la música, la vida y hasta el pasado de Pink Floyd en este singular nuevo disco
“Luck And Strange” ¿Está el tiempo de nuestro lado?
Nueve años después de su anterior disco ‘Rattle That Lock’, David Gilmour nos presenta un nuevo álbum en solitario. Muchos críticos de rock y expertos en la historia, trayectoria y naturaleza de Pink Floyd aseguran que David Gilmour aún vive con amargura como fue el final del grupo y que de una forma o de otra, siempre estará atado a esa circunstancia. Si esto es cierto, no sería erróneo ver este nuevo trabajo del guitarrista, ‘Luck And Strange’ como una forma de enfrentarse a sus sentimientos encontrados sobre Pink Floyd como una parte más de todo lo que ha sido su experiencia vital. Incluso el título, en castellano “afortunado y extraño” puede ser muy significativo.
Pongámonos en contexto: los dos álbumes anteriores lanzados por David Gilmour, el anteriormente citado ‘Rattle That Lock’ de 2015 y ‘The Endless River’ de Pink Floyd, publicado un año antes, también son instantáneas de la época. Ambos concebidos después de la muerte del teclista original de la formación Richard Wright en 2008 -pese a que ‘The Endless River’ se conformó a base de descartes y de restos del último álbum de Pink Floyd en el que Wright participó, ‘The Division Bell’ de 1994 -, ambos trabajos sirven como dobles soportes para una era que el cantante y guitarrista estaba listo para cerrar.
Musicalmente, en el aspecto vocal ‘Luck And Strange’ me parece su mejor trabajo a este nivel en toda su carrera en solitario, aunque también es menester señalar que no era un listón demasiado alto que superar. Tanto por las letras como por el tono empleado y el tratamiento que se ha hecho de su voz desde la producción, la forma de cantar de David Gilmour hace buena la máxima de que en determinadas ocasiones, el medio es el mensaje. Como guitarrista, si bien la experiencia acumulada está lejos a mi juicio de lo que mostró en su álbum ‘On An Island’ de 2006, tanto su estilo de interpretación y la facilidad para entrar en ritmos más suaves como para adentrarse en largos y elaborados solos son excepcionales. Están al borde de caer en cierta autocomplacencia, pero se mantienen con el ritmo y la estructuración adecuadas. El tema que da título al álbum, “Luck And Strange”, es quizá el que mejor refleja todas estas características, precedida por una introducción instrumental de 90 segundos titulada “Black Cat”, con una guitarra suavemente punzante y un delicado y sugerente piano, una pieza que señala los pasos de Gilmour hacia ese territorio emocional en el que se desarrolla todo este trabajo.
“Luck And Strange”, la canción, se presenta de dos maneras según la versión del álbum que se tenga. Lo más interesante es la “original barn jam” de 14 minutos, incluida en la versión de luxe que David Gilmour y Rick Wright grabaron con el baterista Steve DiStanislao y el bajista Guy Pratt en 2007. El ritmo recuerda a la sección central de “Dogs” de Pink Floyd, pero la parte instrumental es más blues y más progresiva a medida que Gilmour y Wright se turnan para improvisar su propia conversación con sus instrumentos. La versión del álbum, que es más corta y presenta a Gilmour cantando letras escritas por su esposa y colaboradora de toda la vida, la novelista Polly Samson, suena más ampulosa, mientras Gilmour contempla la mortalidad: “Cuando se baja el telón / la mañana siempre llega”. Los perros están muertos -para citar una letra de otra canción de ‘Animals’ – y se espera que la supervivencia no sea solo suerte e incertidumbre. Si se sumergen en ella, llega a ser conmovedora.
Indudablemente, el álbum transmite la sensación de que el tiempo se escapa para Gilmour. No se trata específicamente de la muerte, sino de una suerte de aceptación resignada del paso del tiempo, como muy bien narra en “The Piper’s Call”, un tema que se inicia como una balada folk que evoluciona hacia un rock cálido pero intenso y también en “A Single Spark”, otra pieza realmente inspirada y que inevitablemente trae ecos de “Dark Side Of The Moon”. De hecho, aunque de manera pienso que deliberadamente matizada, Pink Floyd no deja de ser un referente en el sonido y la naturaleza musical del álbum. Ello va a resultar más evidente en la canción de cierre del disco de siete minutos y medio de duración, “Scattered”, aunque también se percibe en “Dark And Velvet Nights”.
Cambia en cierta manera de registro en temas como “Between Two Points”, una versión de una canción de 1999 del dúo británico de dream-pop Montgolfier Brothers cantada por su hija Romany, el mayor giro hacia otra dirección del álbum, aunque comparte también un fino hilo conductor con otras épocas de Pink Floyd. Finalmente, a destacar también entre lo mejor una canción compuesta en 2020, “Yes, I Have Ghosts”, una pista adicional en las ediciones de lujo de ‘Luck and Strange’ que subraya el centro musical y temático del álbum. Coescrita con su esposa Polly Samson y nuevamente con la voz de Romany Gilmour, es una invocación a los espíritus del pasado. Pero con la ayuda del productor de Alt-J Charlie Andrew, quien empujó a Gilmour a probar algo nuevo, le aleja claramente de las expectativas que muchos de sus seguidores se podrían haber hecho.
En la reseña de este álbum que se ha publicado en Rolling Stone, se dice textualmente: “En conjunto, ‘Luck and Strange’ es exactamente lo que cualquiera que haya seguido al ex cantante y guitarrista de Pink Floyd durante décadas debería esperar: una colección de meditaciones sobre la fragilidad de la humanidad con una pizca de optimismo”. A modo de conclusión, hago mía también esta interesante reflexión.
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