Paisajes de batalla: El patrimonio de la Guerra Civil como recurso

Paisajes de batalla: El patrimonio de la Guerra Civil como recurso
El aprovechamiento de los vestigios bélicos de la Guerra Civil en Guadarrama.
 
El éxito del turismo de los campos de batalla
 
El siglo XX fue un periodo histórico convulso. En toda Europa se sucedieron hechos atroces, que comenzaron con la Gran Guerra (1914-1918) y terminaron con la consecución de la Segunda Guerra Mundial (1939- 1945), que dejó, en territorio europeo, ciudades destruidas, bombardeadas, campos de concentración y paisajes de batallas, cuyos restos, en la actualidad, siguen presentes en mayor o menor medida.
 
Las huellas de ambas guerras han servido para no olvidar acontecimientos pasados y mantener viva la memoria histórica europea. Los lugares más emblemáticos de estas batallas o los campos de concentración, localizados en diversas ciudades del este europeo, están generando actualmente un turismo que reporta miles de euros a ciudades y localidades cercanas a estos lugares.
 
Las playas de Normandía (Francia), los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau (Polonia), Treblinka (Polonia) o el Muro de Berlín (Alemania) son algunos ejemplos de lugares, resultantes de las guerras, que son visitados anualmente por millones de turistas. Aprovechando el patrimonio bélico han creado museos, centros de interpretación de las batallas y escaramuzas, estatuas o cementerios, que también pueden ser visitados.
 
Las huellas de la Guerra Civil en España
 
España también estuvo sometida a cambios políticos y sociales durante este periodo. El golpe de estado de los franquistas desembocó en una sangrienta Guerra Civil. Al finalizar esta contienda, no se depuraron responsabilidades criminales y gracias a la Ley de Amnistía de 1977 quedaron impunes. Ni se llevaron a cabo enjuiciamientos ni encarcelamientos a políticos y responsables de los crímenes de la guerra, tal y como se hizo con los nazis al concluir la Segunda Guerra Mundial. En palabras de Paul Preston “en España nunca hubo una desnazificación”.
 
Alemania y otros países europeos no destruyeron los campos de concentración nazis, que representaban los lugares más atroces y donde brotó sangre y sufrimiento. Se asumió el  pasado y la historia y a día de hoy se aprovechan para la visita turística.
 
España no hizo lo mismo al final del régimen franquista, pues se trató de olvidar todo lo sucedido en la guerra civil. Nadie quería hablar de ello, ni de que pasó en aquellos años. Es por ello, que todos los paisajes donde se habían producido los hechos, fueron olvidados. El tiempo, suponían, acabaría enterrándolos.
 
Han pasado 75 años. Nuestras montañas y zonas rurales están llenas de vestigios y restos bélicos de aquellos tiempos, ¿por qué no rehabilitarlos y aprovecharlos turísticamente?
 
Los lugares donde ocurrieron las batallas y escaramuzas de la Guerra Civil, entre el bando nacional y el republicano, pueden convertirse hoy en sitios turísticos, si se lleva a cabo un inventariado de los recursos patrimoniales, una reforma de los restos bélicos y una reconstrucción de los paisajes. Visitas guiadas, centros de interpretación y senderos que expliquen las batallas y acontecimientos de la Guerra Civil de una manera objetiva, puede ser la salvación de muchas zonas de montaña y zonas rurales del interior peninsular.
 
Ya existen algunos ejemplos de municipios, que, viendo el potencial turístico de este tipo de patrimonio, han inventariado y potenciado su visita, aunque siempre al margen de la protección de los restos y de la ayuda económica de las comunidades autónomas, el Ministerio de Defensa o Turismo. Especialmente, municipios de Aragón, Cataluña o Andalucía se han puesto a la cabeza de este tipo de turismo.
 
Madrid, región dónde se libraron numerosas batallas (Jarama, Sierra de Guadarrama, Brunete, etc.) también cuenta con restos bélicos importantes, estando la mayor parte de ellos en la Sierra de Guadarrama, aún sin “explotar”.
 
Guadarrama como ejemplo
 
Episodios bélicos ocurrieron en la Sierra de Guadarrama entre los años 1936 y 1939. Ambos bandos intercambiaron disparos entre trincheras, resistiendo, hasta que finalmente se proclamó la victoria del bando nacional.
 
Estos acontecimientos dejaron a lo largo de la Sierra de Guadarrama, vestigios de arquitectura militar importantes, habiendo resistido a la construcción de grandes infraestructuras,  procesos urbanizadores, al paso del tiempo y actos vandálicos.
 
En la contienda de la guerra, el frente se situó en gran parte de las cumbres de esta sierra y   aunque apenas mantuvieron enfrentamientos, ambos bandos permanecieron allí hasta finalizar la guerra, haciendo frente a unas condiciones climáticas muy difíciles. Los puertos de montaña más importantes, como el del Alto de los Leones o Somosierra, quedaron bajo el dominio de las “tropas nacionales” y los puertos de la Fuenfría, Navacerrada y los Cotos, bajo el dominio de las “milicias republicanas” del Batallón Alpino.
 
Barracones, fortines, bunkers, casamatas, puestos de tirador, viviendas y trincheras de la Guerra Civil se extienden por todas las laderas y cumbres de esta sierra, pero que urge proteger antes de su desaparición.
 
Son numerosos los municipios serranos que aún tienen muchos restos bélicos. Cercedilla, Collado Mediano, Los Molinos, San Lorenzo del Escorial, El Espinar, Peguerinos o Guadarrama, son algunos de ellos.
 
El Ayuntamiento de este último ha visto en los restos bélicos un filón para atraer turistas y está llevando a cabo un exhaustivo inventariado de los restos de la Guerra Civil, así como la rehabilitación arquitectónica de los más emblemáticos restos, su señalización y la creación de varías rutas y visitas (Proyecto: Guadarrama: Tras las huellas de la Guerra).
 
Los cerros de Piñonero, Cabeza Lijar, La Gamonosa o la Sevillana aún mantienen intactos puestos de mando de hormigón, refugios catenaria, nidos de ametralladora, parapetos de piedra seca, del bando nacional. Mientras, Cerro Santo, La Salamanca o Álamos Blancos mantienen construcciones republicanas, más caseras y toscas, hechas de piedra seca y sin argamasa, pero de importante valor histórico.
 
Las rutas turísticas diseñadas permiten andar por las trincheras que arañaron el suelo hace 75 años, ver dónde se refugiaban los milicianos o mirar por las troneras y aspilleras donde disparaba el enemigo.
 
Entre la maleza, el espesor de las jaras y las repoblaciones se ocultan señales de la guerra civil española, y que este proyecto ha rescatado, creando itinerarios y una red de caminos señalizados para el conocimiento histórico y geográfico del conflicto bélico.
 
En su recorrido se pueden ver fortificaciones restauradas y señalizadas que facilitan la comprensión de estos restos históricos y los acontecimientos que ahí se desarrollaron.
 
El patrimonio de la Guerra Civil como recurso y su potencial turístico
 
Después de 75 años es hora de reconstruir los hechos históricos ocurridos, señalando responsables y culpables, y no pasar página como se hizo en el pasado.
 
Todos tenemos derecho a conocer lo que pasó en los campos de batalla. No hay que olvidarlo, simplemente, enseñarlo didáctica y objetivamente para que no vuelva a ocurrir. Si enterramos estos lugares habremos perdido la oportunidad de aprovecharlos.
 
La recuperación de los testimonios arquitectónicos de la Guerra Civil con fines turísticos está creando unos flujos de visitas de extranjeros, realmente importantes, en muchos municipios españoles. Ha nacido un turismo de indudable interés cultural, histórico y geográfico, pero es urgente llevar a cabo una recuperación de la arquitectura militar y conservar los vestigios que han dejado una huella indeleble en nuestros paisajes y en el espíritu de sus habitantes.
 
 
 Fuentes:

 

 

 

LQSRemix

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