Pedro Beltrán, posos de bohemia y anarquía

Pedro Beltrán, posos de bohemia y anarquía

Pedro-Beltran-portada-LQSomosCarlos Olalla*. LQSomos. Agosto 2016

Guionista, torero, actor, flamencólogo, cantante, poeta, conferenciante, juglar, bailarín, bombero, practicante, anarquista y, por encima de todo, bohemio, bohemio hasta la muerte. Esa es la poliédrica personalidad de un personaje imprescindible e irrepetible: Pedro, Perico, Beltrán. Pocos son los que entendieron la amistad como él, escasos los que dieron tanto como él, y sin duda contados los que, a pesar de los pesares, vivieron con la integridad y la dignidad con que lo hizo él. Incomprendido en un país de birretes y tricornios, este genial cartagenero universal que aunaba la más exquisita erudición con la sabiduría popular pasó por este mundo demostrándonos que solo de nosotros depende hacer de él algo mejor. A pesar de haber escrito muchos de los mejores guiones de la historia de nuestro cine, son pocos los que lo saben y, no podía ser de otra manera, su nombre es, como el de tantos otros, un nombre que jamás aparecerá en los libros de texto. Hoy, cuando la cultura, la verdadera cultura, está siendo criminalizada y es más necesaria que nunca, hoy cuando preguntas a alumnos de primero de la RESAD quién fue Fernán-Gómez y no lo saben, es hora de recordar y reivindicar a personas como Perico, auténticos faros en la niebla de la superficialidad, la inmediatez y el olvido que fueron capaces de vivir pasando hambre con tal de no venderse y dejar de ser ellos mismos. Releyendo ese fantástico libro que Carlos F. Heredero escribió sobre él, “Pedro Beltrán, la humanidad del esperpento”, he podido aproximarme a la fascinante personalidad de alguien a quien no conocí personalmente pero del que todos los que le conocieron me han hablado siempre con verdadero amor e incondicional respeto y admiración. Leyendo ese libro, del que he tomado las citas que hay en esta entrada, he tenido muy claro que quienes entienden que bohemio es sinónimo de pasota o tan solo de simple noctámbulo juerguista, deberían leer atentamente lo que ser bohemio significó para un bohemio de los pies a la cabeza como Perico Beltrán: “Tal como yo la he vivido y la vivo, la bohemia es, fundamentalmente, una escala de valores diferente, que no convierte en sagrados conceptos como el éxito, el triunfo material o la gloria engañosa. Es una posición de rebeldía, de libertad total, no pasota sino activa. Una postura de enfrentamiento a los valores burgueses, pero con todas las consecuencias, sin pretender vivir de esa burguesía que rechazas”

Lo aparentemente anacrónico y contradictorio vivía en él en perfecta armonía. Era poeta, sí, pero jamás escribió un verso. Y lo hizo por convicción, la-humanidad-del esperpentoporque él sabía que la poesía está hecha para ser dicha y no para ser enjaulada en el lomo de cualquier estantería. Del mundo del toro, ese que compartía con seres como Picasso, Bergamín o Hemingway, lo sabía todo, a pesar de haber sido un torero que se enfrentó a más de un toro sin haber vestido jamás el traje de luces. La zarzuela era otra de sus pasiones, una pasión que le llevó a cantarla en los escenarios y a incluirla en más de uno de sus geniales guiones. Su coherencia y su integridad le llevaron a rechazar ofertas millonarias por sus guiones a pesar de vivir en una humilde pensión y no tener ni para comer. Las penurias económicas fueron una de las constantes de su vida y no fueron pocos los amigos que siempre le echaron una mano. Amante de la palabra, fue uno de los más diestros y fieles tertulianos en las tertulias del Café Gijón, cuando el Gijón era el Gijón y cuando la tertulia era la tertulia. Escucharle hablar era aceptar su siempre altruista invitación a acompañarle en ese viaje a paraísos ignorados donde te reconoces a ti mismo en la esencia de lo que eres. Observador incansable y sagaz de la vida, tenía el don de poder ver la realidad con ojos de niño. Eso le llevó a mostrarnos el esperpento que conforma nuestro mundo y que, a fuer de ciegos o idiotizados, somos incapaces de ver. Nadie como él creó unos personajes secundarios tan ricos en matices, sueños y contradicciones como los que pueblan todos sus guiones. Perico fue un hombre libre, un ilustrado, un anarquista que, sin embargo, sentía devoción por Azaña porque, de pequeño, le había regalado un traje de torero. La diosa fortuna nunca fue generosa con él, pero eso a él nunca le importó. Sabía que la riqueza, la verdadera riqueza, está en lo que somos y él lo era todo. Su naturaleza le llevó siempre a desconfiar del poder y a tomar partido por quienes lo padecen. Pasó por este mundo con la cabeza alta y la mano tendida a quien la pudiera necesitar. Nunca dejó de ser él mismo, él, con sus cicatrices y sus alegrías, sus sueños y sus penas. Hay que ser grande, muy grande, para atreverse a vivir la vida como lo hizo Perico.
Pedro-Beltran-Pepe-Isbert-LQSomosLa guerra y la derrota marcaron su infancia y forjaron para siempre su carácter indomable. Con apenas 23 años se da cuenta de que no merece la pena vivir para trabajar y deja su Cartagena natal para irse a Madrid. Allí no tarda en encontrar su mundo, su verdadero mundo, ese mundo que habla de ideales y de sueños, de lucha y de risa, de copla, de poesía, de revolución, de toros, de teatro, de cine y de zarzuela. En Madrid cabe todo y él lo aúna todo. Por eso pronto se convierte en uno de los imprescindibles del Gijón y por eso pronto sus versos le llevan a la cárcel y su forma de entender la vida a dormir en la calle y a vivir en los bares. Ese es su mundo, un mundo mojigato, triste y austero que él convierte en libertario, alegre y luminoso.
funcionario en el verdugoSu carácter abierto y dicharachero le brinda multitud de amistades. Querido por todos y todas sus compañeras de profesión y de aventuras, Perico dedica su vida a vivirla intensamente y, cuando no hay más remedio, a ganarse las pocas pesetas que necesita para pasar el día: “Creo que el ser humano vive en una situación de libertad condicional, en una claustrofobia permanente. Tan condicionado como está por la sociedad de consumo, ni siquiera es libre para elegir dónde quiere vivir. Por otro lado, es probable que yo mismo tenga una sensación de ausencia de horizontes; nunca me he marcado metas, no quiero triunfar, ni ganar un Oscar, ni tener un cortijo. Nunca he sentido como imperativo ningún objetivo semejante, no he tenido esa necesidad. Además, el horizonte físico y el horizonte vital están muy relacionados: no es igual el talante de un marinero que el de quien vive encerrado entre montañas. La geografía condiciona mucho a los seres humanos y la psicología del habitante urbano es muy diferente a la de un pueblerino. Siempre me ha llamado la atención el ansia que tiene la gente por huir de su entorno. Cuando el ser humano no está conforme con el lugar donde habita, esa necesidad se siente de manera acuciante, y es entonces cuando el forastero o el viajante adquieren un atractivo especial”

La represión sexual que, como a todos los de su época le tocó vivir, le marcó profundamente: “Yo siempre digo que a mí me salieron los primeros pelos en el pubis con Franco y que se me puso la cabeza blanca cuando Franco todavía vivía. Es mucho espacio de tiempo ese, para mí y para tantos españoles que hemos vivido rodeados de oscurantismo y represión en casi todos los sentidos. La represión sexual la he visto a mi alrededor y la he padecido como profesional, ya que la censura se encargaba de mantenerla viva” Otras de sus constantes vitales fueron la soledad y la ausencia: “La soledad y la ausencia son cosas que he padecido bastante y durante no poco tiempo, sensaciones que me asustan y que me dan mucho miedo. Cuando he estado más angustiado por ellas, me he desahogado componiendo algunos poemas, a la manera de una catarsis que me permitiera vomitarlo. Pero la soledad no consiste tanto en carecer de compañía, circunstancia que puede llegar a ser deseada, como en haber perdido la que se ha tenido con anterioridad. La ausencia de la persona a la que se quiere puede dar lugar a la más amarga de las soledades, porque el amor es justo lo contrario de ese sentimiento.”
La soledad, su eterna compañera, también habitaba muchos de sus versos:

UN HOMBRE SOLITARIO
“Erase que se era un hombre solitario,
otra recortadasolitario de cosas que un día le acompañaron.
Era un niño desnudo de trinos y de pájaros,
iba por los caminos sin saber hasta cuando
sin conocer a nadie que esperara sus pasos.
Un día se quedó quieto mirando a lo lejano
y vio a la dama negra que lo estaba esperando”

ENTRE SOLEDADES
“Por entre soledades me devoro
Caín de mí mismo, sólo de mí mismo.
¿Qué oscura luz iluminó mi aurora
que mi razón amaneció entre tinieblas?
Era de amor la fe de mi deseo,
en mi amada mi amor se reflejaba
y cual si fuera el suyo lo veía.
Más hoy, que ya al cristal quitó el azogue
a la luz que me asiste le encomiendo
que me ciegue la vida, muerte adentro”

Fue un gran actor, un actor de inmenso talento lleno de registros y verdades, al que nunca le ofrecieron protagonizar nada. Fue un secundario, pero un secundario imprescindible y enorme. Los sinsabores y frustraciones de su profesión no le fueron ajenos a Perico. Lo que más le hartaba era tener que ir de despacho en despacho intentando que algún productor se interesase por sus guiones. Consciente de la realidad de este mundo, él prefería acercarse a ellos con la sinopsis de una idea y no con el guion terminado. La vida le había enseñado que así evitaba el riesgo de que se lo copiasen y, cuando todo iba bien, conseguía un anticipo con el que poder comer mientras lo escribía. Sus palabras recordando el peregrinar de puerta en puerta con el que, sin duda, fue uno de los mejores guiones de la historia de nuestro cine bajo el brazo (Mambrú se fue a la guerra), retratan sin ambages la forma en la que él decidió vivir: “Cuando tuve redactado el guion definitivo se lo llevé a un productor y me dijo que estaba dispuesto a quedárselo para que lo realizara un director de su confianza. Como no me gustaba el señor que me propuso, opté por llevármelo. Así empezó un largo recorrido por numerosos despachos. Un director de producción llegó a ofrecerme un millón de pesetas al día siguiente si le dejaba el guion para que lo destrozara otro sin que yo lo firmara, y volví a decir que no. Más tarde lo tuvieron en Cinearte durante ocho meses y me lo devolvieron sin leer…. Mientras tanto yo se lo había dado a Fernando Fernán-Gómez para que lo leyera. Siempre había pensado en que Fernando dirigiera la película, pero también que interpretara al protagonista” Finalmente consiguieron que unos productores jóvenes y arriesgados se la jugaran y apostasen por la película. Gracias a ellos hoy podemos ver esta verdadera obra maestra.

Su amistad con Fernando Fernán-Gómez y con Emma Cohen, entrañable pareja de ácratas que, como Perico, nunca se vendieron ni renunciaron a ser quienes eran, hizo que tres de los guiones de Perico, alguno escrito junto a Fernando, se transformasen en películas inolvidables como “El extraño viaje”, “Mambrú se fue a la guerra” o esa obra maestra inclasificable que es “Bruja, más que bruja”, que hoy, cuarenta años después de su estreno, ha vuelto a nuestras pantallas. Tuve oportunidad de verla hace unos días en un pase que se hizo en la Academia de cine. Emma había muerto la víspera, pero viéndola en la pantalla supe que no morirá jamás.

“Bruja, más que bruja” es un ejemplo más de lo que es ese mundo mágico, poético e irrepetible de Fernando y de Perico. Disfrutaron como locos escribiendo un guion a partir de la noticia de un crimen pasional ocurrido en un pequeño pueblo de nuestra querida España. Su genialidad les llevó a ver que cartel-de-la-pelicula-bruja-mas-que-brujaaquella historia podía contarse en tono de humor y desde la zarzuela. El público y gran parte de la crítica no la entendieron y la película pasó con más pena que gloria por nuestras pantallas. Sin embargo, viéndola desde los ojos de hoy, te das cuenta de que es una de las mejores películas de la historia de nuestro cine. Unos personajes llenos de matices, unas interpretaciones fabulosas, un guion redondo y unas situaciones delirantes y esperpénticas te llevan de carcajada en carcajada a ver en la pantalla todos los tics, las costumbres y las supercherías que siguen viviendo en la insondable profundidad de la España de hoy: “Bruja, más que bruja” no era nada inocente. Pensábamos que tratándose de un ambiente tan rural, de un crimen tan ibérico y de una zarzuela, algo tan español, podía funcionar con el mismo público que disfruta “La del soto del parral” o “Luisa Fernanda”, mientras que la audiencia más intelectual entendería la intencionalidad paródica del invento. Pero la película desconcertó a todo el mundo y nadie sabía a ciencia cierta por qué los personajes empezaban a cantar de improviso y a qué venía tanta exageración. Nos divertimos mucho buscando la manera de sacar de quicio todas las situaciones. Ya disfrutamos cuando la escribíamos, pero el rodaje multiplicó esa tendencia hacia el exceso y parecía que la locura se iba haciendo progresiva. Era una acumulación de grosería, desfachatez y zafiedad, acumuladas de manera totalmente consciente por nuestra bruja-mas-que-bruja-de-fernando-fernan-gomez-en-cines-y-blu-ray-originalparte. La verdad es que se trata de un esperpento puro; un esperpento entendido a la manera de Valle-Inclán, poniendo la realidad ante un espejo deformante para acentuar sus perfiles más grotescos y romper así su supuesta armonía. Estábamos aplicando una óptica distorsionante a elementos que existían alrededor de nosotros. En este país cualquier cosa, hasta el 23-F, puede ser un drama rural. También parodiábamos a la justicia, a través del juez que canta: “¡No he entendido nada, pero tengo que juzgar!”, a esos tenores de zarzuela a los que no hay manera de entenderles lo que dicen, a la imposibilidad del divorcio en aquella época, mediante el sueño de Mariana, con el cura azotándoles hasta que muriese uno de los dos. Todos los elementos nos parecían susceptibles de chanza y regodeo” Y realmente, así es. Desde que vi la película no he dejado de recordar lo grotesco y delicioso de sus secuencias y no he podido evitar empezar a reírme otra vez.

Qué grandeza la de Perico, saber sacarle punta al mundo más gris, cuando no negro, de esa España profunda y triste que vivía, y sigue viviendo, anclada en un pasado que sepulta su presente y dinamita su futuro. Nada como el humor y la lucidez de un genio como él para hacernos ver la verdadera realidad del mundo en que vivimos. Y nada como sus versos para acercarnos a ese ser inmenso e irrepetible que fue y que sigue vivo en todos los que le conocieron:

VAMOS A OLVIDAR LOS CISNES
“Vamos a olvidar los cisnes
vamos a tirar las liras
vamos a romper violines
vamos a lanzar granadas
cargadas con versos, sí,
pero sonando a metralla.
No volemos tras el verso
como el pájaro y su trino
dejando abajo la tierra
vamos a lanzar el dardo
para cortarle el camino
al héroe de cien mil guerras,
al patriota asesino
que lleva prendido en el pecho
un camposanto de hermanos.
y al que aprisiona en sus manos
la justicia y el derecho,
el dolor, pero no el mío,
sino el de todos los que duelen.
porque el dolor del poeta
no es cantar las penas propias
para alzarse un monumento
es cantar a los que sufren
con humildad de coplero”

Quizá nacido en una época que nunca debió ser la suya, devoró la vida con toda la intensidad de la que fue capaz. Nos enseñó, sin siquiera pretenderlo, que éxito no es sinónimo de felicidad, que bohemia sí lo es de dignidad y que no somos más que un puñado de sueños que, desde que nacemos, nos invitan a convertirlos en realidad y, sobre todo, nos enseñó que, incluso hoy, se puede vivir de otra manera: “No tengo interés en dedicarme a ningún oficio definido, algo prohibido por mi anárquica manera de ser, vivir pronto y mucho y escribir tarde y poco” El 9 de marzo de 2007 uno de sus innumerables amigos fue a visitarle a la humilde pensión donde vivía. Era Gabino Diego. Le encontró muerto. Tenía 79 años y, no podía ser de otra manera, aquello no sorprendió a Perico. Muchos años antes, en 1951, en uno de sus poemas ya había descrito su muerte.

PRIMER POEMA
“Cuando me quedo a solas
en el cuarto sin alma de mi pensión barata,
entre cuatro paredes verticales y frías,
donde no existe el eco de mis risas de niño
ni de una voz amiga que dijera mi nombre,
porque aquí solo soy el número 7
13146_02Cuando contemplo el lecho de remendadas sábanas
sin puntadas de madre,
que el que envuelvan mi sueño me cuesta unas monedas,
pienso, que es lo mismo que pasados los años
me llamen el abuelo que el señor del catorce,
que en lugar de palmadas pueda pulsar un timbre
sin en la puerta aparece un camarero ajeno
con la voz matizada de propinas.
Cuando la vida al irse me deje tan frío
como la inocencia, como la verdad,
me llevarán envuelto en el blanco sudario;
el único regalo de la casa a su cliente”

Otras notas del autor
* LQSomos en Red

Bego

One thought on “Pedro Beltrán, posos de bohemia y anarquía

  1. Gracias por este artículo tan interesante como necesario. Pocas personas saben vivir la vida de forma sabia y honesta, sin admitir concesiones ni halago fácil.

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