Picasso. En el taller
Iñaki Alonso. LQSomos. Marzo 2014
“Picasso. En el taller”, una exposición que nos aproxima de una manera muy intima al artista de las “rupturas”, al genio sin el que no se puede concebir el arte del siglo XX y viceversa.
A través de sus talleres, la exposición navega entre épocas. Diversas visiones desde dentro del punto del creador, de su taller, y este a la vez como visión-expresión en su obra exterior, la representación de la realidad, de la modelo, del fondo, de la forma representativa en una sociedad que no quiere verse como es, y si acepta el ser desfigurada desde la geometría, pero siempre con pasión y sentimiento, para ser formas disidentes y excepcionales, una generalidad del siglo XX.
Cerca de doscientas obras del artista, entre lienzos, grabados, bocetos, cerámicas, dibujos y fotografías, con la exclusividad de que gran parte de la exposición proviene de colecciones privadas, lo que la convierte en una ocasión única para conocer obras de difícil acceso en el mundo de las pinacotecas. El recorrido por los distintos talleres, son la vida de Picasso en si, donde pintaba, vivía, y eso los convierte en algo más que un lugar de trabajo, aunque este se creativo, el taller nos permite ver las huellas de sus espacios de experimentación y trabajo, pero también el lugar de reflexión del pintor y la pintura.
Y así en ese paso entre tiempos, entre talleres, la exposición nos lleva por una cronología artística y visionaria, a través de la pintura…. manifiestos “locos” como “Bodegón con cráneo, jarra y puerros”. Puntos y tintas sobre papel como la selección de “Suite verde”. El impulso de la luz en “Jaqueline en la mecedora” o la escueta perfección de “Jaqueline sentada”. Las explosiones de color en la serie de “El pintor y la modelo”. Su visión particular sobre obras como “Las Meninas” de Velázquez, una hábil deconstrucción plasmada en cuarenta y cinco variaciones. Una acción quimérica que nos permite continuamente salir y volver a su cuadros, cerrando círculos en torno al pintor y sus espacios.
El taller, el espacio sagrado, el santuario artístico, el laboratorio de ideas donde se da rienda suelta a la creación. El epicentro para comprender y entender más a Picasso como artista, en el núcleo de su forma de vida. El taller de trabajo, un lugar que también desvela los estados de animo, que siempre es lugar de vivencias, de encuentros, de participación. Y así lo atestiguan con contundencia grafica una serie de fotografías de David Douglas, Franz Hubman o la mismísima Jaqueline, imágenes que nos sitúan en el entorno de trabajo, de la creación al desorden controlado de las líneas geométricas de su obra, hacer, deshacer.
La pintura del taller por excelencia (¿tal vez?), la del autorretrato, su visión, su espejo, la reflexión más intima del artista, reflejos en variadas perspectivas, que se pueden simplificar con el “Autorretrato con paleta” que abre la exposición y “Hombre en un taburete” que la cierra, dos obras en las que el pintor nos mirara siempre de forma eterna, incluso retador, orgulloso y convencido de su obra, de su simpatía a lo real y la necesidad de interpretarla, expresar y dominar lo existente.
La muestra como colofón nos brinda un espacio con sabor a taller, paletas, pinceles, herramientas con las que trabajaba Picasso, creando un vinculo mágico con el pintor. Finito para una estupenda exposición que marca un testimonio de tiempo fértil y estético.
¿Donde?
En una sala con nombre de empresa de seguros, en el Paseo de Recoletos, 23, Madrid.
Hasta el 11 de mayo de 2014, mas información clic aquí
En Twitter: @IkaiAlo
