Por qué no nos fiamos de la ciencia Pissraelita

Por qué no nos fiamos de la ciencia Pissraelita

Por Nònimo Lustre

Hoy, 07 octubre, se cumple el primer aniversario de la razzia de Hamás contra los fortines – kibbutzim– desde los que los sionistas hostigaban a Gaza. Al igual que desde el primer día de esta serie, ahorita tampoco mencionaremos el supuesto número de muertos de ningún bando porque siempre dijimos que no citaríamos ninguna fuente oficial, fuera la del ministerio de Salud del gobierno autonómico de Gaza, fueran, con mucha mayor razón, los infinitos e inverosímiles cálculos del Tsahal.

Item más, hace un trimestre publicamos nuestro último ensayito sobre Gaza (cf. ¿Violaciones en las razzias?, 20 julio 2024, nº 36 de la serie gazatí) Pensábamos seguir la serie hasta redondearla en el nº 40 pero tuvimos que dejarla cuando sufrimos el tercer hakeo por parte de Pissrael (sic) y, harto de esa maldición universal de que nos leyeran los correos y, sobre todo, de que nos tergiversaran los ensayos, dejamos de escribir sobre el genocidio de la Franja -precisamente cuando era palmario que se aceleraba el genocidio no sólo en Gaza sino también en Cisjordania-West Bank. Un ejemplo de tergiversación absoluta: hubo un ensayito (cf. Los Judíos anti-sionistas, nº 07 de la serie, 26 XI 2023) que titulamos con el descabellado propósito de que fuera carnaza para los hackers sionistas -pésima idea. Lo fue. Instantáneamente desapareció de internet aunque al final salió pero con un título anodino y después de cambiarle las tres primeras líneas.

¿Cómo podíamos hacer frente al apartheid automatizado? Saltemos al presente:  comentando las mortíferas explosiones (17-18 septiembre) de los buscas y otros servicios electrónicos comprados imprudentemente por Hizbulá (cf. Buscas, walkie-talkies, Hezbolá e Israel, cuando lo más audaz es el retorno a lo clásico, E. Labrado, 30 sept) la periodista recordaba que “los milicianos chiíes habían recuperado formas de comunicarse como, por ejemplo, a través de cartas manuscritas llevadas de uno a otro por pastores de cabras”. Pero tan juiciosa manera de “volver a la tradición”, se olvidó mientras que la Inteligencia sionista se dedicó a “comprar varias empresas pantalla, como la húngara BAC (los buscas), otra empresa búlgara y una más japonesa, vinculada a los walkie-talkies”. El resultado de externalizar la muerte fueron 14 milicianos asesinados ‘telepáticamente’. Obviamente, detrás de la matanza estaba el Mossad, heredero directo de la archi-terrorista Haganá que, desde 1920, comenzó a forjar al futuro Estado de Israel. Más aún, el Mossad tiene ahora a la U 8200 (léase, Pegasus y tantos otros), unidad de inteligencia exterior que presume de dominar desde la inteligencia de código abierto (OSINT) hasta la inteligencia humana (HUMINT) y que, de paso, rivaliza con el Shin Bet especializado en el espionaje interior.

Aquella masacre hubiera podido evitarse si Hizbulá hubiera tomado en serio a Hassan Nasrallá, su asesinado jefe, quien instó a sus milicianos del sur a desembarazarse de esos “dispositivos de espionaje” que son los teléfonos inteligentes (discurso del 13 febrero) Pero Nasrallá no previó que no sólo los teléfonos listos estaban contaminados sino también artilugios menores como los buscas. Para mayor seguridad, Hizbulá hubiera podido regresar a las cartas manuscritas llevadas por lo cabreros. Podría haber seguido el ejemplo de la Mafia quien progresó durante décadas comunicándose a través de los pizzini (billetitos fáciles de tragar en caso necesario) que popularizó mediáticamente el capo Provenzano quien usaba el Código César, una actualización del milenario cifrado adoptado por Julio César. ¿Cómo es posible que el Estado italiano no consultara a algún latinista para encontrar la clave de una codificación tan simple y tan antigua? Seguramente lo hizo pero, por obvias razones de seguridad personal, ningún erudito se atrevió a descifrarlo -o, si lo hizo, los encargados de aplicarla también primaron su seguridad.

A la postre, a falta de recipendarios de nuestros pizzini, lo más seguro para nuestro humilde bienestar es abandonar lo que acontece en las rúas para sumergirnos en territorios geológicos y arqueológicos exentos de la atención de la U 8200 -es decir, olvidando la actualidad. Sin embargo, también hay una actualidad en la que encontramos pruebas de la competitividad sionista.

El caso ha aparecido en el mismo periódico pissraelita y, encima, firmado por la misma periodista. El primer micro-reportaje que citamos se refiere a que el pueblo San (antes, hotentotes y/o bosquimanos), seguramente el pueblo más antiguo que todavía sobrevive en el sur de África (sin olvidar a los aborígenes que llegaron a Australia hace no menos de 60.000 años), hace menos de dos siglos, realizaron unas pinturas rupestres en las que, según quienes les han investigado, representan al dicinodonte, un animal extinto desde hace millones de años. Hemos visto fotos de esas pinturas pero no vamos a comentar nuestras dudas sobre cómo han podido los paleontólogos y los etnógrafos de los San llegar a la conclusión de que esas manchas parietales representan a un dicinodonte del cual los San sólo han podido observar unos escasos restos fósiles. Pero no nos preocupa la conclusión a la que han llegado ese equipo de investigadores porque son muchos los ejemplos que alimentan una conocida polémica: los rastros de monstruos mitológicos, siglos después ¿fueron disfrazados de dioses (relativamente) modernos? Dos ejemplos: refiriéndose a los ‘pieles rojas’ el indígena Vine Deloria Jr. lo contaba en 1969 en su famoso libro Custer died for your sins aunque son más conocidos en Europa parecidos debates sobre los monstruos/dioses de la antigua Grecia, desde los Gigantes y Cíclopes hasta animales como los Pegasos y las Aracne.

Sea como sea, lo que hoy nos interesa es la repercusión que el hallazgo de las pinturas San ha tenido en Pissrael así como la arqueología sionista cree haber encontrado una alternativa a la misma altura científico-mediática.

Estilización de la serpiente cornuda pintada por los modernos San y el cráneo fósil de un dicinodonte. Según Julien Benoit
(cf. Rock Art in South Africa Shows Dicynodont That Died 260 Million Years Ago, Archaeologist Posits; 19 sept; Ruth Schuster, Haaretz)

El profesor Gonen Sharon excavando en el norte de Pissrael

En alguna sala de redacción, de la Inteligencia militar (no hay otra) o del Knesset se preocuparon por tan espectacular noticia y alguien decidió que los estudiosos de un pueblo indígena tan perdido (eufemismo por miserable) como los San merecían una respuesta auténticamente pissraelita o, mejor aún, acorde con el sionismo. El prof. Gonen Sharon saltó a la palestra amparándose en los muchos años que lleva trabajando el yacimiento de Gesher Benot Ya’akov y que, a su juicio, es importantísimo a escala mundial -como lo son todos los trabajos en Pissrael. De hecho, manifiesta que es “el más importante sitio de los homininos en el mundo [aunque luego matiza]… bueno, está entre los más importantes sitios del mundo”. Para subrayar la valía del yacimiento mediante una opinión lapidaria: “No me preocupa [no haber encontrado] huesos humanos… los huesos son sexies y consiguen becas pero, ¿qué podemos aprender dellos? Nada sobre las habilidades cognitivas de los homininos”. Podríamos sugerir que, con sólo un colmillo de mamut muerto hace miles de años, tampoco aprenderemos nada sobre la mente de los homininos. Cierto, pero si los sudafricanos encuentran unas pinturas sobre el dicinodonte, Sharon ha encontrado un colmillo de mamut de época hominina (cf. On a Quest for Million-year-old Culture in Northern Israel; 30 septiembre, Ruth Schuster, Haaretz) Con apenas indirectas, hemos colegido que el Pueblo Elegido se remonta a los homininos -es decir, más antiguos que los homínidos.

Iconología comparada

Como aseveramos en varios ensayos de esta serie, la arqueología sionista está más dedicada a eliminar las huellas árabes y palestinas que todavía subsisten bajo las ruinas de Palestina (hoy jibarizada a Gaza y Cisjordania) que en cualquier otro tema. ¿Dudamos de la arqueología pissraelita? Más que eso: dudamos de la objetividad y respeto al método científico no sólo de la arqueología de Tel Aviv sino también del resto de las disciplinas dizque científicas. Entendemos que una teocracia militar como Pissrael carece de credibilidad por ser utilitaria y excesivamente pegada a las ‘sugerencias’ del verdadero poder en Pissrael: los milicos del Tsahal.

Pero, de tarde en tarde, esa manipulación la lleva a otra tarea dizque científica: demostrar (¿) que los judíos han vivido desde tiempo inmemorial en lo que ayer llamaban la Tierra Prometida y hoy, Pissrael. Imbuidos por semejante disparate, se remontan a trabajos como el del prof. Sharon. Pero, independientemente de su calidad científica, para su desgracia mediático-icónica se abisman en investigaciones olvidando que la imagen mediática es importante -no científicamente sino desde el punto de vista propagandístico, siempre presente y más en años de guerra. Ejemplo, comparemos las fotos del dicinodonte de hace 260 millones de años y la del mamut muerto en territorio Pissrael hace sólo 720.000.

Modelo a escala natural del extinto dicinodonte.

Colmillo de unos 2 mts. de un mamut muerto hace 720.000 años.

Otras notas del autor

Comparte este artículo, tus amig@s lo leerán gratis…
Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es Telegram: LoQueSomosWeb
Twitter: @LQSomos Facebook: LoQueSomos Instagram: LoQueSomos

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar