Reaccionarios
Por Juan Gabalaui*. LQSomos.
Hay que explicar el funcionamiento de la producción alimentaria basada en los animales para generar conciencia y ayudar, no a ser vegetariano o vegano, sino a reducir la ingesta de carne. Hay que mostrar a los animales como seres únicos, sintientes y conscientes
En la última década ha aumentado el número de personas que han optado por eliminar la carne [y el pescado] de la dieta por razones éticas, y han incorporado a su vida opciones vegetarianas y veganas. Ya no es una opción vital pintoresca o extraña. El activismo de organizaciones animalistas, que han mostrado el funcionamiento cruel, despiadado e insensible de la producción alimentaria de origen animal, consiguió atraer a más personas, convencidas de la naturaleza sintiente y consciente de los animales y de la necesidad de reconocimiento de esta realidad. Las campañas mostraban crudamente el mal trato que se da a los animales en los mataderos y granjas y las prácticas insalubres de las grandes corporaciones alimentarias. Las redes sociales sirvieron para que esta realidad fuera conocida por un mayor número de personas que comenzaron a cuestionar su alimentación y la forma de relacionarse con los animales. Estas fueron las bases de un cambio radical en los hábitos alimentarios y en la conciencia sobre la relación con los animales: la información, basada en la evidencia, y la difusión a través de las redes sociales.
Este cambio es una decisión individual, racional y consciente que implica renunciar a la ingesta de animales en base al reconocimiento de su alteridad y de su derecho a la vida. Se decide dejar de comer a seres sintientes y conscientes aunque esto haya formado parte, en mayor o menor grado, de los hábitos alimentarios humanos a lo largo de su existencia. Es decir, es una decisión que va en una dirección opuesta a lo habitual. La mayor parte de las personas en este planeta comen carne. España es el cuarto país de 170 que más consume carne, pescado y marisco. Esta es una realidad que invita a seguir con la concienciación, la información y la argumentación que ayude a reducir el consumo de animales y la incorporación de dietas vegetarianas y veganas. Lo que no va a ayudar es el insulto, el desprecio, la superioridad moral y el reaccionarismo que muestran determinados grupos de conversos veganos que se han convertido en el azote de las carnívoras y vegetarianas. Esto, lejos de convencer, sitúa a las personas en las trincheras, donde se disparan balas. Probablemente donde quieren estar. Estos conversos son los nuevos sacerdotes de la moral y forman parte de una corriente, tanto en la izquierda como en la derecha, que se extiende a otras temáticas políticas y sociales.
Son hijos e hijas de esta época en la que lo racional, lo argumentativo y deliberativo se expulsa del espacio de debate y se sitúan en un plano emocional, fanático y moralista. No intentan cargarse de razones sino cargar al otro de culpa y señalar sus fallas y contradicciones. Son los nuevos curas que no necesitan confesionarios sino foros de internet y redes sociales. Comían carne antes de ayer y ahora son los guardianes de la fe, los torquemadas modernos. Algunos foros veganos son un ejemplo de lo que expongo. La agresividad, la burla y el juicio moral forman parte de las intervenciones de algunos usuarios, que se entretejen con las llamadas al respeto, o a la solidaridad con la persona atacada, de otros usuarios. El lema carnacas y vegetas, asesinan y torturan es un buen resumen del estilo de estos reaccionarios. El hecho es que estas personas o grupos de personas son una rémora para el movimiento animalista, que debe evitar el extremismo y la confrontación gratuita, y seguir apostando por lo que ha dado resultados. Reducir el consumo de animales es un objetivo demasiado importante como para dejarlo en manos de sectarios que juegan a ser veganos.
Este tipo de actitudes expulsan a personas que se acercan con interés al veganismo o al vegetarianismo. Es el reverso de todo lo que ha trabajado el movimiento animalista durante años para favorecer el cambio en los hábitos alimentarios y la conciencia animalista de muchas personas. También de aquellas que se han erigido en sumas sacerdotisas. Hay que decir que comer carne no te convierte en una asesina, ni en una torturadora ni se tiene menos sensibilidad que una persona vegana. Hay que explicar el funcionamiento de la producción alimentaria basada en los animales para generar conciencia y ayudar, no a ser vegetariano o vegano, sino a reducir la ingesta de carne. Hay que mostrar a los animales como seres únicos, sintientes y conscientes. La decisión y dar el paso es un proceso que hay que favorecer desde lo racional. Racionalidad que, teniendo en cuenta el mundo de emocionalidad exacerbada en que vivimos, es un objetivo ineludible. Esta es una batalla que se ha de librar. No solo en este ámbito sino en todos los que son realmente importantes política, económica y socialmente. Los reaccionarios pueblan los espacios de la derecha pero también, y profusamente, los de la izquierda. Demasiado tiempo mirando hacia un lado.
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* El Kaleidoskopio
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