Sacad vuestras garras de África
Cristina Ridruejo*. LQS. Mayo 2021
Se dice a veces que deberíamos invertir en el desarrollo de África los fondos que destinamos a defender nuestras fronteras para impedir la entrada a las personas migrantes, pues si sus países se desarrollasen y fueran prósperos, no se verían obligadas a abandonarlos.
África, el continente más empobrecido de la Tierra, lleva décadas recibiendo fondos de ayuda al desarrollo. La Unión Europea es el mayor donante del mundo, incluyendo las instituciones europeas y cada país individualmente.
De los fondos que se destinan a África, una parte no muy grande es ayuda humanitaria (ante guerras, conflictos y desastres naturales), pero el grueso son los llamados proyectos de desarrollo. Hace ya muchos años que se aplica el viejo dicho de no dar pescado sino una caña de pescar. Hay proyectos de toda clase: educación, sanidad, sociedad civil, agricultura, saneamientos, etc. etc. etc.
Pues bien. Imaginemos por ejemplo que con fondos de la UE se construye un hospital en un país centroafricano; además, en el marco del proyecto, se da formación a personal sanitario local y se abastece el hospital con el instrumental y aparatos médicos necesarios. ¿Qué ocurre cuando, al cabo de tres años, finaliza el proyecto?
Como bien sabemos (y dolorosamente somos cada vez más conscientes en España, con los recortes en sanidad), para que un hospital siga funcionando es preciso, simplificando: 1) pagar sus sueldos al personal, 2) mantener las instalaciones, reponer máquinas o aparatos médicos que se estropeen o queden obsoletos, 3) comprar suministros médicos (medicamentos, jeringuillas, oxígeno, EPIs, etc.) y 4) otros suministros (electricidad, agua, alimentos, etc.).
El Estado sufraga estos cuatro apartados con fondos públicos que obtiene principalmente de la recaudación de impuestos.
Sin embargo, la mayoría de los países africanos recaudan una suma irrisoria por impuestos, y eso a pesar de ser uno de los continentes más ricos en recursos naturales del mundo: un continente lleno de oro, diamantes, petróleo, gas, coltán, litio, bauxita, fosfatos, etc., con enormes caladeros de pesca, inmensas plantaciones de cacao, café, etc… la lista es infinita. Solo tiene un pequeño defecto: todas (TODAS) esas riquezas están en manos de multinacionales extranjeras, muchas de ellas (sorpresa) con sede en sus antiguas metrópolis europeas. Por añadidura, la mayor parte de los países han sido forzados por el Banco Mundial y el FMI a aprobar regímenes fiscales para las actividades extractivas beneficiosos para las multinacionales. Es decir: las multinacionales extranjeras no solo pagan salarios de miseria y gangas por las concesiones, sino que además pagan dos míseros duros de impuestos sobre la explotación y exportación (expolio) de las riquezas rumbo a Europa, Estados Unidos o Canadá.
Resultado: el Estado apenas recauda impuestos, por lo que no puede construir sus propios hospitales, colegios, carreteras, y no puede ni siquiera mantener en buen funcionamiento el hospital construido con fondos de ayuda al desarrollo que mencionaba antes como ejemplo: pocos años después de que acabe el proyecto, el hospital estará en ruinas, sin suministros y con personal escaso y mal pagado.
La solución para África no pasa por la ayuda al desarrollo. África solo podrá desarrollarse el día que nacionalice sus recursos, apartando de ellos las afiladas garras de las multinacionales del mundo desarrollado. El día que tome posesión de sus propias riquezas. El día que en cada país africano surja un Evo Morales que devuelva a los pueblos las riquezas que les pertenecen.
No quiero con esto criticar a quienes trabajan en el sector de la cooperación pues su labor es, desde luego, encomiable y mejor que nada, y de hecho en los últimos años se han multiplicado los proyectos destinados a empoderar a la sociedad civil, colaborando para que las propias comunidades creen sus cooperativas agrarias, sindicatos, asociaciones de mujeres, asociaciones comunitarias etc., para que los propios pueblos se organicen y reclamen sus derechos. Ese es un gran trabajo, y también lo es el humanitario, que en muchos casos es imprescindible. Pero no es la solución.
Simplemente, tengamos en mente que el viejo dicho de la caña de pescar no sirve si el río es propiedad de COLONIZADORES, S.A.
Un último apunte: los fondos de ayuda al desarrollo que destinan a África, tanto desde la UE como desde cada país individual, son fondos públicos. En cambio, el flujo inmenso de riquezas que se expolian a África, es privado. Es el mercado, amigos. Es la globalización del capital, amigos. Multinacionales sin fronteras, Personas con fronteras.
SACAD VUESTRAS GARRAS DE ÁFRICA
POR LA NACIONALIZACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES AFRICANOS
* Miembro de Mujeres x la República. Forma parte del colectivo LoQueSomos
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Tan sencillo como claro. Así son las cosas. Hasta que un día reviente todo.