Tensión en Panamá entre Obama y Castro

Tensión en Panamá entre Obama y Castro
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Conferencia de prensa en la Habana tras el anuncio de la reanudación de las conversaciones entre Cuba y Estados Unidos (Foto Ramón Espinosa, AP)

François-Xavier Gómez* .LQSomos. Abril 2015

Los Estados Unidos y Cuba sellan este sábado su reconciliación en la cumbre de las Américas. Un gesto histórico

Los jefes de Estado americanos, reunidos en la capital de Panamá el viernes y el sábado, han tratado diversos temas, pero sólo uno ha acaparado la atención del planeta: la normalización de la relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, rotas en enero de 1961 en un ataque de cólera del presidente Eisenhower. Anunciado sorpresivamente por Barak Obama el 17 de diciembre, el proceso de retorno a las relaciones pacíficas fue objeto de encuentros bilaterales regulares desde entonces. Pero las diferencias son muchas, por lo que corre el riesgo de extenderse demasiado. El apretón de manos entre ambos presidentes el sábado se ha convertido en una imagen histórica: el fin de los últimos vestigios de la Guerra Fría.

¿Va Cuba a resultar fiable?

Su presencia en Panamá es una victoria diplomática para Cuba. Miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA), la isla ha sido excluida por voto en 1962, en castigo por su alineamiento con la Unión Soviética, y en 2009 es nuevamente admitida en el foro continental. Se esperó en 2012 a Raúl Castro en Cartagena, Colombia, pero la inscripción envida fuera de plazo sirvió de pretexto a los Estados Unidos para excluir nuevamente a su viejo enemigo. Pero esta vez, Raúl Castro, de 84 años de edad, entró por la puerta grande en el concierto de las naciones de América, honor que le fue negado a su hermano y predecesor Fidel Castro.
La próxima etapa que espera La Habana es ser eliminada de la lista de los Estados terroristas establecida por el Departamento de Estado americano, donde figuran todavía cuatro países (Corea del Norte no ha tomado parte). La decisión parece inminente y será de importantes consecuencias económicas, porque dichos países no tienen acceso a créditos. La justicia americana castiga con grandes multas a los bancos que hacen operaciones financieras con esos “apestados”. Bien lo sabe el banco francés BNP Parubas: el pasado año fue condenado por pagar ocho millones de euros por sus operaciones en Irán, Sudán y Cuba.

¿Cuáles son los puntos en discusión?

Después de un año de diplomacia mantenida en secreto, las discusiones bilaterales se desarrollan, a partir de entonces, si no a plena luz al menos como parte de la agenda pública. La subsecretaria americana Roberta Jacobson ha vuelto a La Habana para reencontrarse con Josefina Vidal, directora de asuntos norteamericanos.
La primera cuestión es el intercambio de embajadores, por vez primera vez desde 1961. Ambos países disponen, desde 1977, de una “oficina de intereses”, jurídicamente albergada en Suiza. La transformación en embajadas será una formalidad, con un fuerte contenido simbólico: la bandera norteamericana flameando sobre el malecón, en el boulevard que ocupa en la costa del mar en La Habana, una fuerte imagen que dará la vuelta al mundo. Pero todavía no se ha fijado fecha.
Se debate aún la cuestión de los derechos humanos, en un país al que se acusa de encarcelar a los disidentes. Como respuesta, los cubanos denuncian a los norteamericanos por el tratamiento que da la policía a los negros, y por las condiciones en que mantienen a sus prisioneros en la base militar de Guantánamo.
La colaboración en la lucha antidroga es otra de las prioridades de Washington, que se preocupa por el creciente tráfico a través del Caribe. Hay también algunos asuntos jurídicos que presentan ambas parte, por ejemplo, sobre qué sucederá con Assata Shakur, activista afro-americana condenada a prisión perpetua por la muerte de un policía en 1973 en Nueva Jersey, evadida en 1979 y refugiada en Cuba.

¿Será al fin levantado el embargo económico?

Es éste el plato fuerte de las discusiones. Instaurada en 1960 y reforzada hasta los años 90 por un grupo de leyes la cual más represiva, el embargo prohíbe a las empresas norteamericanas comerciar con Cuba, lo mismo que a las sociedades extranjeras que tienen sucursales en los Estados Unidos. Así, Volkswagen no puede distribuir en el mercado americano los modelos que utilicen níquel de Cuba. En cuanto al lado cubano, el fin del embargo implicaría una serie de demandas de indemnización de particulares norteamericanos por los bienes confiscados por la revolución.
¿Quién se opone al proceso de reconciliación?
En Estados Unidos una mayoría republicana se opone al deshielo entre ambos países. Es el caso de la clase política de la Florida, que cuenta con dos millones de votantes cubano-americanos.
En Cuba se desconoce aún la reacción de la Armada, que detenta buena parte del poder real. Ocho de cada catorce miembros del Partido Comunista (la autoridad en la isla) son militares, y el 65% de los recursos de la economía está en sus manos, afirma Marie-Laure Geoffray, directora de prensa del Instituto de Altos Estudios de América Latina (1), y señala que el favorito para suceder a Raúl Castro, con aprobación de la armada, será el civil Miguel Díaz Canel.

Nota:
1.- Autora de “Contestar a Cuba”, éd. Dalloz, 370 pp, 2012

Cuba-LQSomos
EE.UU.-LQSomos

* Publicado en el diario Libération,  traducido para LQSomos por Arturo Seeber

Mónica Oporto

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