Tripa, vientre o barriga
En una posada del Camino de Santiago llamada “Aragón” comían palomino a la plancha un grupo de peregrinos. Al entrar un clérigo, se le escapó un pedo. Todos se volvieron sobre él y contra él, y él les miró como rogando le admitiesen entrar con él.
Uno, que era de Granada, dijo: los pedos de curas y de políticos tienen absoluta y entera jurisdicción sobre todos los demás, que no son más que vasallos de la mayoría absoluta.
Los peregrinos comían palomino y untaban su pan, mientras decían:
Ramón y Cajal: Revueltas las tripas, sacamos ya el vientre de mal año.
José García, pintor: Causa asco o repugnancia la política y la religión. Vomitamos, especialmente cuando es por el fin de año en uvas y la fiesta navideña para hipócritas e imbéciles.
Reaumur, inventor del termómetro: los beatos y bobos de baba hacen de tripa corazón, mientras las hojas, juntas y apretadas forman el alma del cigarro.
Los curas sueñan esas laminillas de naturaleza córnea que hay en el interior del cañón de la pluma de algún individuo “margarito”.
Chiclanero, torero: Como el melón, el tinglado que llevan dentro las hembras en masa de semillas y placenta es purga de azúcar,
El Españoleto, pintor: Tripas llevan corazón, si. ¿Sabéis lo que es Ojetiasis? Pues es irritación profunda producida en el globo del ojo del culo por torcerse la dirección normal de la polla.
General Ricardos: Los políticos son triquiñuela. A cada triquitraque, nos llenan de sandeces. Majaderías salidas de pie blanco. Trisca, ya sabes: ruido que se hace con los pies al quebrantar con ellos las nueces, las avellanas, etc.
García Lorca: No hay más amor que el amor trompetero; ese de cierto pájaro cantor que confunde las trompas de Eustaquio con las trompas de Falopio.
Richelieu: ¿Y que me decís de Sacabuche? Ese político que se mete en el vientre de las hembras para ordenar cada uno de sus dos órganos internos de su aparato genital?
Rios y Rosas, político: Sí, los políticos somos muy apañados. Somos armadilla: damos dinero a otros para que jueguen con él, en clases de burreo, convenciendo con razones engañosas.
La conversación terminó cuando vieron al clérigo levantarse para ir saliendo, pedorrreando hasta salir fuera de esta “caja de reflexión” o “flor de fullería”, como dijo el de Granada, que consiste en ver las cartas al contrario.