Unos chutes de poder
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Febrero 2016
Sabemos que el ejercicio del poder es la droga más potente del mercado. Eso de mandar que todo el mundo te obedezca debe ser como una bomba nuclear estallando dentro del cráneo y desparramando neuronas por los confines del encéfalo.
Y como todo lo que sube baja, una vez enganchados, los que pierden los poder no se resignan. El mono de la abstinencia les atenaza., el sistema nervioso se desequilibra, oyen voces donde solo hay silencio, la paranoia es su flor favorita, creen en las brujas y se convierten en víctimas de sí mismos.
En esta España de esparto, hemos podido constatarlo en tres casos: Felipe González, José María Aznar y ahora Mariano Rajoy. Atrapados en el síndrome de la Moncloa, ya no vuelven a ser los mismos. Desvarían. No se resignan a ser espectros de un pasado fantasmal y de cadenas de amplio ruido.
Ante al actual coyuntura democrática con una política barroca y a menudo churrigueresca que vive el país, al estadista sureño González, hijo de profundos ganaderos de vacas lecheras del norte montaraz, se le ocurre y ha repetido que su partido socialista debe pactar con las fuerzas más reaccionarias y corruptas que vienen asediando al país desde 1936. Estas siglas ultraístas y de signo fanático requeté consideran que la tierra y todo lo que hay sobre y bajo ella es suyo. Incluso los cadáveres de los fusilados al amanecer de la injusticia, la venganza y la codiciosa envidia. Quemar los registros de la propiedad e inscribir nuevos propietarios fue, durante un dilatado tiempo, motivo suficiente para dar el paseo definitivo al más allá.
Los que se titulan cristianos creen en un cielo simétrico del latifundismo. Estar en los libros del Registro es como incluirse en las Tablas de Ley de Moisés. Felipe González es un feliz terrateniente.
Por su parte, el mesetario José María Aznar cifró su salida al mar de las ambiciones maridándose con el Nerón imperial del momento en que el presidente más necio de los EEUU decidió que el sátrapa Saddam Hussein fabricaba armas de destrucción masiva. Lo cual se demostró falso, aunque demasiado tarde para Irak y para el mundo.
Su máxima actual es que facilitar las cosas al movimiento Podemos, supone regresar a la oscuridad del sovietismo comunista o cosa similar. Desde que salió junto a George Bush en el famoso “selfie” de las islas Azores no ha parado de amasar pasta. A la hora de analizar, sus despropósitos políticos son legendarios por lo folklóricos.
En cuanto a Mariano Rajoy, es el prototipo de burócrata de amianto que aguanta lo que le echen, con tal de seguir apalancado al sillón. Es capaz de sacar provecho personal de situaciones extremas y es altamente inmune a la corrosión del error. Desde el naufragio del petrolero “Prestige” hasta la metástasis de la corrupción generalizada, desde los “hilillos de plastilina “nunca mais” hasta la huida Gürtel y Bárcenas, Rajoy ha sido fiel a sí mismo como percebe apalancado en su roca. Su única misión es continuar al frente del desastre programado.
Sea pues el fin de una España de bostezo con tristes abanicos, zapateados, pasodobles y chovinismo de plasma enfermizo y clériga con espíritu de sotana preconciliar. Siempre fuimos Trento.