UP debe elegir el nombre de las próximas elecciones generales
Por Domingo Sanz. LQSomos.
Hoy es 18 de junio de 2022 y, si todas las previsiones aciertan, no hablo de deseos, Andalucía volverá a demostrar mañana que, en tiempos de normalidad incluso muy relativa, es más fácil ganar en las urnas desde el Gobierno que desde la oposición.
Un ejemplo. Siempre pensé que Sánchez recurrió a la moción de censura para gobernar las elecciones desde La Moncloa porque no podía olvidar ni sus derrotas del 20D/15 y del 26J/16, ni la mucha gasolina que pagó después para reconquistar el liderazgo, que hasta hubo agrupaciones socialistas que vendieron participaciones de la lotería de Navidad de 2016 para financiar su campaña contra las de Díaz y López, como olvidar cadáveres tan amigos. Hoy, con lo que cuesta llenar el depósito, Sánchez se lo habría pensado dos veces, pero hasta en eso tuvo suerte el presidente. Y un año después, cuando vio a Rajoy sentado ante un tribunal, seguro que pensó: “Esta es mi oportunidad. Para ganar elecciones desde la oposición ya me bastaron las Primarias del PSOE”.
No por lo anterior le negaremos el mérito de aprovechar una ocasión que pintaban calva, pues muchos no saben hacer ni eso. O quizás el futuro nos cuente que Rajoy le había pedido a escondidas el relevo, pues el del PP estaba harto de todo y de todos, incluyendo el lío de Catalunya, el peligro Villarejo, lo de Andorra (“joder”) y un Felipe VI con el que se sentía deudor desde la investidura que no quiso intentar tras las primeras urnas que rompieron el bipartidismo. Pero todo aquello, ahora, tampoco importa demasiado.
En cualquier caso, es probable que Sánchez recordara también que las dos únicas victorias del PSOE desde la oposición se produjeron en momentos de crisis que habían destrozado a los gubernamentales. No es necesario pensar en las circunstancias que rodearon las elecciones de 1982 y 2004 para concluir que, ni la UCD sin Suárez, ni el PP de un Rajoy lastrado por la gran mentira sobre el atentado del 11M, hubieran podido ganar a González y Zapatero, respectivamente.
Por tanto, las crisis son propicias para ganar en las urnas desde la oposición, pero, metidos en el marasmo, no debería descartarse lo de organizar una crisis desde el gobierno (como hizo Suárez) para ponerle nombre propio a un futuro inevitable que se llama elecciones generales y viene cargado de demoscopias preocupantes, por mucho que Pedro y Yolanda aprueben ayudas que las otras crisis, las que se manejan desde despachos mundiales, reducen a la nada. Véase un precio de la gasolina que en menos de tres meses ha absorbido la ayuda del Gobierno, conseguido que las petroleras ganen más que nunca y que los multimillonarios la sigan pagando al mismo precio que pagan quienes deben vender su coche porque no tienen dinero para moverlo. Nunca vi tantos anuncios de “venda usted su coche”. ¿Y usted?
Regresando a Andalucía, pero por otro camino para buscar pistas sobre el título, resulta que esta misma semana dos catedráticos de Derecho de ese sur, Pérez Royo y Soriano, han publicado sendos artículos sobre lo mismo, aunque desde enfoques diferentes pero compatibles que, leídos desde la política, convocan a una crisis necesaria para la consolidación de la democracia.
En “Otra cacicada más de la mesa del Congreso” Pérez Royo afirma que “no hay ninguna materia sobre la que no se pueda presentar una proposición de ley” y, por tanto, aconseja al PNV que acuda al Tribunal Constitucional para conseguir que se pueda debatir su propuesta sobre la inviolabilidad del rey establecida en el 56.3 de la Constitución.
Por su parte, Soriano ha titulado “La Constitución permite procesar al rey: cinco argumentos jurídicos”.
Leo ambos y saco la conclusión de que, diga lo que diga la ley de leyes y defiendan lo que defiendan los expertos, este rey no será procesado en España, pues la hora actual de rendir cuentas un jefe del Estado español ante su justicia es la misma que regía durante la dictadura.
Tampoco este “huso horario” se ha normalizado, pues no hay relojes que sepan marcarlo. Cero imputaciones hasta 1975 y cero imputaciones desde ese año hasta 2022 solo podían desembocar en dos números idénticos de sentencias: ninguna y ninguna. Da igual si los delitos fueron provocar miles de muertos o meter la mano en la caja. Esos, y muchos más, sirven para acusar a cualquiera, pero no a quien se llamó Francisco Franco o a quienes se siguen llamando Juan Carlos I y Felipe VI.
En resumen, el PP y el PSOE han vuelto a unir sus votos en el Congreso y esta vez lo han hecho para quitar la palabra a los representantes elegidos en las urnas sobre una propuesta que busca construir un futuro menos indecente en cosas como la igualdad de todos ante la ley. Ni siquiera pedían una Comisión de Investigación.
Hasta aquí, la primera entrega de dos. La siguiente, que escribiré una vez conocidas las tendencias actuales del electorado andaluz, se titulará, más o menos, “El nombre que UP debe elegir para las próximas elecciones generales”, aunque no solo afecte al sur.
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