Che Guevara vencedor contra el tiempo

Che Guevara vencedor contra el tiempo

Por Arturo del Villar.

El 14 de junio es un día de fiesta para todos los confiados en la necesidad de cambiar las estructuras caducas de una sociedad demasiado vieja para evolucionar, condenada por ello a desaparecer. Según una partida de nacimiento ese día en la ciudad argentina de Rosario llegó Ernesto Guevara, conocido como Che, a este mundo, que él iba a modificar cuando tuvo edad para hacerlo. Se dice que la partida fue falsificada y que el niño nació un mes antes. No importa el dato, ante la relevancia del hecho de poder contar con el modelo de los revolucionarios en la población mundial.

Un personaje histórico se convierte en mito cuando su figura sobrepasa los datos biográficos constatados para forjar su propia historia. El 14 de junio de 1928 comienza con toda certeza la identidad del Che Guevara, modelo para todos los revolucionarios deseosos de implantar en la Tierra la patria de la humanidad, según se canta en muchos idiomas distintos en un mismo himno de carácter internacional.

Su retrato hecho por Alberto Korda es probablemente el icono más reproducido en el siglo XX, en camisetas, carteles, pines, sellos, cubiertas de libros y de discos y todo tipo de elementos propagandísticos. Existe una cultura del Che, que no es lo mismo que un culto, puesto que el culto implica una sacralización. Es cierto que en algunos lugares de escasa cultura política sí se ha producido ese fenómeno, pero limitado a esos términos geográficos. Su figura es internacional, pertenece a todos, no es de un país porque naciera en él o porque luchara en él, sino que es el líder reconocido por todos, unos para ensalzarlo, otros para denigrarlo, ya que por su condición principal inevitablemente levanta pasiones de admiración y de odio, según la ideología particular de quienes lo analizan, aunque sin duda es mayor el número de los partidarios.

Muerte que fue gloria

Su asesinato en Bolivia por inspiración de la todopoderosamente criminal CIA estadounidense remató su fama, al convertirlo en mártir de sus ideas. Nacido en Argentina, con nacionalidad cubana, verdadero ciudadano del mundo combatía por liberar a Bolivia del imperialismo colonialista. Había demostrado que era tan valioso como guerrillero que como tecnócrata, al ocupar diversos cargos políticos en la Cuba libre gracias al valor de los revolucionarios. Es digna de meditación la confidencia que hizo en una carta privada a sus padres para felicitarles las navidades de 1959:

Cuba vive un momento que es decisivo para América. Alguna vez quise ser un soldado de Pizarro, pero para satisfacer mi afán de aventuras y mi anhelo de vivir momentos culminantes eso ya no es una necesidad; hoy todo está aquí y con un ideal por el cual luchar, junto con la responsabilidad de dejar un ejemplo. No somos hombres sino máquinas de trabajo, luchando contra el tiempo en medio de circunstancias difíciles y luminosas.

Venció también en esa lucha contra el tiempo lo mismo que contra el colonialismo. Su asesinato se volvió contra los criminales de la CIA que lo programaron, debido a que con ello se consolidó el mito del guerrillero internacional capaz de enfrentarse con valor al imperialismo gringo. Se comportó como una “máquina de trabajo” lo mismo en la sierra que en el despacho, para organizar la asombrosa Revolución Cubana, ejemplo para los pueblos oprimidos que buscan su liberación. Tanto en América Latina como en Asia y en África, el ánimo libertador tiene siempre la figura del Che Guevara como estandarte.

Ningún otro guerrillero ha conseguido convertirse en símbolo de libertad en sí mismo. Su retrato es una arenga permanente para empujar a los pueblos a tomar las armas contra el imperialismo, ya solamente gringo, porque las naciones europeas perdieron sus imperios coloniales en 1945, solamente resisten algunos pequeños territorios irredentos. El nombre del Che Guevara se repite admirativamente con los más diversos acentos por todo el planeta. Mueren los cuerpos humanos, quedan los mitos como señal de alarma para los menesterosos animando a imitar su ejemplo.

Modelo de guerrilllero

Hay un relato escrito por el Che, titulado “La piedra”, de fecha desconocida, en el que cuenta cómo le comunicaron que su madre se hallaba agonizando. Es digno de leerlo y meditarlo, porque expone cómo debe ser el comportamiento del guerrillero ante la adversidad que se le presenta cuando se halla entregado a su trabajo revolucionario. En su brevedad contiene lo que podríamos definir como un manual de acción en los momentos difíciles debidos a problemas particulares acumulados:

Me lo dijo como se deben decir estas cosas a un hombre fuerte, a un responsable, y se lo agradecí. No me mintió preocupación o dolor y traté de no mostrar ni uno ni el otro. ¡Fue tan simple! Además, había que esperar la confirmación para estar oficialmente triste. Me pregunté si podía llorar un poquito. No, no debía ser, porque el jefe es impersonal; no es que se le niegue el derecho a sentir, simplemente, no debe mostrar que siente lo de él; lo de sus soldados, tal vez.

El papel del jefe guerrillero exige mantenerse íntegro ante el dolor propio, por hondo que lo sienta, para evitar una desmoralización de la tropa. En cambio, sí debe mostrar solidaridad con los problemas particulares de los soldados, con el propósito de poner en práctica el lema general de la guerrilla, la unidad del grupo en su lucha colectiva para lograr la liberación del pueblo oprimido. Una pequeña pero intensa lección sobre el comportamiento del jefe para mantener el afecto de la tropa, que el Che Guevara asumió con la intensidad que ponía en todos los trabajos.

Por lo que hemos leído sobre los guerrilleros cubanos, fue así su relación entre ellos mismos y en el trato con los campesinos, que se les unían alegres al observar su comportamiento, confiando plenamente en ellos a pesar de la propaganda intensa del enemigo. Así se fue engrandeciendo la guerrilla en la sierra, pese a todas las complicaciones logísticas a las que debía enfrentarse por la escasez de medios. Disponían de pocos medios materiales, pero les sobraba el espíritu de victoria.

El jefe es el responsable del éxito de las operaciones guerrilleras, y en consecuencia debe conocer y compartir los sentimientos de todos y cada uno de los hombres que tiene encomendados liderar. Lo que hemos leído sobre la guerrilla nos dice que el Che Guevara fue siempre el primero en el trabajo y el último en el descanso. Luchaba contra el tiempo con la mente puesta en la victoria. Por eso lo querían todos. Por eso lo queremos todos.

Che Guevara en Moncloa. Foto tomada por César Lucas del diario “Pueblo”. Junio de 1959

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