Collage. Agripina, urbanista

Por Nònimo Lustre.

PROEMIO

When I use a word… it means just what I choose it to mean, neither more nor less. -The question is,’ said Alice, whether you can make words mean so many different things. -The question is…which is to be master, that’s all. (Lewis Carroll, Through the Looking Glass, 1872)

Viene a decir el popular diácono anglicano que el significado de las palabras depende de la voluntad del Amo. Por ejemplo, ¿qué significa Mujer? Para unos, representa ‘la mitad del cielo’ pero, para otros, es ‘la mitad del infierno’. Dependerá del Jefe que, en esa tesitura, subyugue la interpretación. Pues bien, una somera lectura de la Historia europea/mediterránea, desde la Antigüedad hasta la Contemporaneidad, nos enseña que la Mujer ha sido conspicua, sistémica y encarnizadamente preterida… Seguir leyendo, clic aquí

AGRIPINA, URBANISTA

Esquina inferior dcha.: busto en mármol de Nerón (museo Arqueológico Nacional, Nápoles) Centro: Agripina la Menor -o la Joven.

En el colosal templo del Sebasteión, Agripina fue esculpida en mármol de la mejor calidad y venerada a la misma altura que su esposo Claudio y su hijo Nerón. Esto significó a Mesalina como la peor enemiga de Agripina -encima, el populacho romano adoraba a Nerón y así lo demostró ruidosamente durante los Juegos Seculares en detrimento del hijo de Mesalina. Resurgieron Los siempre incandescentes odios dinásticos.

Agripina, nombrada Augusta, llegó a la cúspide de su fama cuando creó una ciudad: la Colonia Claudia Augusta Ara Agripinensis (hoy, Köln, Colonia, Alemania) Para escándalo de los cronistas oficiales, en el atrozmente machista Imperio romano fue la primera vez que una mujer se atrevía a tanto.

Instigado por Narciso, un conspirador nato en Palacio, Claudio Imperator asesinó a Mesalina acusándola de Alta Traición. Y, más aún, decretó que el nombre y las efigies de la que había sido su esposa fuesen retirados de todos los lugares públicos y privados. Borraba así su recuerdo siguiendo el acreditado sistema de la Damnatio Memoriae. En una crisis de infantilismo histriónico agudo, ordenó a sus pretorianos que lo mataran si se volvía a casar -promesa que no cumplió pues, poco después, se casó con su sobrina Agripina la Menor. Esta conspiró en contra de los hijos de Mesalina y puso en duda la paternidad de Británico hasta que logró su objetivo: desheredarlo en favor de Nerón, hijo de Agripina, quien después de la muerte de Claudio lo sucedería como emperador.

Crónica de sucesos del año 41, un año relativamente inocuo. Tras el asesinato de Calígula, Claudio es nombrado emperador y su esposa Mesalina, asciende a emperatriz…. Hasta que Agripina la Joven envenena a Claudio para asegurar la sucesión de su hijo Nerón. Huelga añadir que los intelectuales palaciegos reaccionaron según su inveterada inercia: articulando una canallesca imagen popular de Nerón que ha sobrevivido hasta hoy. Los hechos que siguieron: en el año 59, el “emperador maldito” elimina a su madre Agripina; cinco años después, incendia Roma y se lo achaca a los cristianos (hablilla nacida siglos después en el Vaticano); a renglón seguido da muestras de innata cobardía (¿cuán cobardes son los Imperatores?) pues no se atreve a suicidarse por su propia mano. Como guinda del pastel, el omnipresente Tácito firmó que ‘el maldito’ había asesinado a su hermanastro Británico y describió el drama con altas dosis de tremendismo: durante una cena (hoy diríamos que ‘de navidad’), Nerón y su esposa Octavia asistieron inmutables al envenenamiento en vivo y en directo de Británico. Pudo ser así pero es más cierto que Nerón fue un imperator muy querido por los romanos que influenciaban el SPQR (Senatus Populusque Romanus; El Senado y el Pueblo romano)

Estos asesinatos intrafamiliares eran cotidianos. Y, a menudo, protagonizados por mujeres. Por ejemplo, Clitemnestra asesinó a su marido Agamenón como acto de venganza por el sacrificio de su hija Ifigenia y, pequeño detalle, para retener el poder después de su regreso de Troya. En la Orestíada de Esquilo, Erinias considera el matricidio de Orestes un delito más grave que el mariticidio de Clitemnestra ya que el asesinato de un cónyuge no derrama sangre familiar -Esquilo opinaba lo contrario.

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