De placentas e Ítacas
Carlos Olalla*. LQS. Julio 2020
Ha sido un viaje lleno de regalos y sorpresas, un viaje que me ha enseñado mucho y me lo ha dado todo. Vosotras y vosotros, sin siquiera saberlo, habéis sido la Ítaca que me empujó a levar anclas y partir a la aventura…
Esta es la última entrada de mi blog, una placenta del universo que nació hace ya once años y que ha acudido puntual cada domingo durante 575 semanas ininterrumpidas a encontrarse con quien quisiera leerla. Ha habido entradas de teatro, de poesía, de pintura, de derechos humanos, de cine, de escultura, de ciencia, de música… Es mucho lo que este blog me ha dado. Momentos de gran alegría, personas que, desde los confines más insospechados del mundo, me han sorprendido con sus comentarios y sus visiones de la vida. Me alegra saber que este blog, como a mí, les ha hecho soñar.
Quiero cerrar este blog rindiendo, en primer lugar, un homenaje a la poesía sin la que esta vida y este mundo carecerían de sentido. Por ello he querido que sea la voz de Fabrizio Bentivoglio en una de las escenas de La eternidad y un día, de Theo Angelopoulos, quien inicie esta despedida. Lo hace recitando un poema de Dionisios Solomos, el poeta nacional de Grecia que, por desgracia, ni siquiera está traducido al castellano. Se trata del poema “Domingo de primavera”, que formaba parte de una de las primeras entradas que subí, y que viene a decir:
“La última estrella resplandeciente de la mañana
anunció la llegada del sol,
ninguna niebla, o sombra, se atrevió a enturbiar
la transparente perfección del cielo nublado
desde donde una suave brisa
podría soplar acariciando los callados rostros
como si murmurase en el corazón de las tumbas
vida es caricia, vida es caricia”
Vuelan estos versos para una de las almas más bellas que he conocido en este mundo, Tony Madigan, cuyo cansado corazón se negó a seguir adelante y nos dijo adiós. Queda un puñado de sueños por compartir, compañero del alma, compañero… Vuela mi abrazo más fuerte, Tony, estás donde estés.
Escribir este blog ha sido vivir un viaje que me ha llevado por maravillosos no lugares donde os he encontrado y también, cómo no, me he encontrado a mí mismo, o con lo que hoy creo que soy. Ha sido un viaje lleno de regalos y sorpresas, un viaje que me ha enseñado mucho y me lo ha dado todo. Vosotras y vosotros, sin siquiera saberlo, habéis sido la Ítaca que me empujó a levar anclas y partir a la aventura. Creo que los viajes nos empujan a conocernos a nosotros mismos, que cada etapa no es sino un velo más que descorremos para llegar a encontrarnos frente a ese espejo de almas que es la vida. Siempre he creído que los viajes no tienen ni tienen por qué tener punto de partida o de destino final, que los viajes somos lo que somos sin careta ni cartón. Por eso he escogido a otro de mis poetas favoritos, también griego, no puedo ni quiero ocultar mi fascinación por donde todo nació, Kavafis, para que nos acompañe en este canto de despedida, de arribada a Ítaca, y he querido que lo escuchemos en tres voces, castellano, inglés y griego, para que podamos saborear que la poesía, la verdadera poesía, nada sabe de lenguas o idiomas.
Y quiero que sean estas escenas llenas de poesía las que pongan el punto y final al blog. Me contento con haber sido el acordeón o el piano que acompaña la aventura del chaval y su globo, vuestra aventura, y me gustaría creer que, tras más de once años acompañándoos cada semana, he podido llegar a ser, quizá, uno de esos globos, por pequeño que sea, que, como a él, os ha hecho volar. Vuela mi abrazo más fuerte. No dejéis nunca de soñar. Nos vemos en los sueños.
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