De Ucrania al mar de la China
Por Santiago González Vallejo
De Ucrania al mar de la China. De Augusto Zamora R, Ilustraciones de Anthony Garner
Editorial Akal
Confieso que miraba el libro con escepticismo sobre lo que podría aportar a un cúmulo de novedades editoriales sobrevenidas con la guerra en Ucrania, tras la invasión rusa.
Pero sí. El ensayo de Augusto Zamora, antiguo diplomático nicaragüense, se mueve en el terreno de la geopolítica, la historia y el porqué de la existencia de imperios, su auge y caída, con paralelismos de la historia reciente, de la Alemania o Japón, el Reino Unido o, incluso, de España, la determinación de la geografía y, por fin, el dibujo de un enfrentamiento ya visible, incluso militar, si no se remedia, entre la potencia actualmente existente, Estados Unidos, y la emergente China.
La guerra en Ucrania, para el autor, estaba cantada. Estados Unidos hizo que la OTAN (para el autor, la UE es un organismo subsumido y entregado a la OTAN, sin vocación de autonomía estratégica propia), tras la implosión – suicidio de la Unión Soviética, incumpliendo acuerdos de no ampliarse al Este, rodease a Rusia. Estados Unidos que despliega 600 bases en el mundo, con flotas en todos los mares, quiere ejercer y ser la única potencia mundial. Eso da un plus a sus empresas y a sus élites. Durante la guerra fría, era la URSS la potencia a barrer. Se contaba con la enemistad chino rusa para aislar a la URSS en su potencial crecimiento.
El rodear a Rusia con múltiples bases militares, despliegue de misiles, romper tratados militares para Estados Unidos no representaba ningún problema ante su victoria tras la caída de la URSS. Critica cómo los europeos no han contemplado el paralelismo con la crisis cubana. La fijación de una base de misiles rusos en Cuba, en los años sesenta, en tiempos de la presidencia de Kennedy, y el ultimátum de éste de amenazar con la invasión a la isla si no se retiraban los misiles estuvo a punto de ocasionar una guerra nuclear. Finalmente, la URSS de Nikita Kruschev retiró los misiles. La posibilidad de que Ucrania entrase en la OTAN y se desplegasen misiles es el mismo agravio para la Rusia actual. Estados Unidos no permitiría que, pongamos por caso, en Méjico se instalasen cohetes chinos. los estrategas estadounidenses y los sumisos europeos de la OTAN no contemplaron la similitud, a pesar de los múltiples llamados de atención desde la presidencia rusa de Putin y se quedaron en la narrativa de la soberanía ucraniana, etc, sin que se usase ese argumento para el Iraq de las armas de destrucción masiva o esa Cuba de Fidel Castro.
Contemporáneamente, el crecimiento económico de China y su reconversión en potencia, ha hecho que Estados Unidos también rodee de bases militares a dicho Estado y esté en plena guerra económica, tecnológica, etc. para que no la sobrepase. China a su vez, con la Ruta de la Seda y la posible ruta marítima ártica (rusa) quiere seguir ampliando su capacidad económica y su autonomía militar. Las sanciones a Rusia, tras la guerra en Georgia, la anexión de Crimea, tras el golpe de Estado en Ucrania de 2014, han acelerado la alianza ruso china. Y, eso, por un lado, limita la capacidad estadounidense de derribarles, pero también va determinando el enfrentamiento que, sin existencia de reglas, puede llegar al militar. La guerra se hace en territorio ucraniano, de momento, como en su día fueron las guerras en Corea, Vietnam o Afganistán, pero puede, para nuestra desgracia, que los enfrentamientos interimperialsitas sean directos y nucleares.
Zamora explica las alianzas espaciales ideológicas que se están conformando en cada lado del planeta, donde India e Indonesia están, de momento, no adscritas.
El autor nos hace la narración con múltiples citas de responsables e ideólogos, y un lenguaje ameno, incluyendo ironías, algunas veces reforzados por los dibujos de Garner construye su argumentación.
En el desarrollo del libro se constata que la guerra en Ucrania se podría haber evitado. La OTAN no debiera haber ampliado sus límites geográficos. Los países europeos no deberían haber seguido sumisamente la estrategia de la potencia estadounidense que tiene intereses propios y disjuntos a lo que podría significar una autonomía estratégica europea. No se quisieron escuchar las preocupaciones estratégicas rusas…
El libro afirma que la historia no ha parado, que no hay fin de la historia y que los intereses nacionales siguen vigentes, por encima de una prosperidad compartida y que las armas las carga el diablo. Buen libro, que te lleva a comprender los vectores que guían las políticas, siempre travestidas de narrativas o de llamados interesados, cuando conviene, al orden y reglas internacionales.
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