Doscientos años del chispazo que prendió la Revolución Española
Cristina Ridruejo*. LQS. Enero 2020
La revolución española. Así es como llamaban a este periodo los historiadores españoles y extranjeros en el s. XIX, y así es como siguen refiriéndola muchos historiadores de otros países
El 1 de enero de 1820 tuvo lugar la sublevación de Rafael de Riego en Cabezas de San Juan. Fue el inicio de una serie de pronunciamientos que en unos meses acabaron obligando a Fernando VII a jurar la constitución de 1812, la Pepa, que se había apresurado en derogar en cuanto recuperó el trono.
Con ello daba comienzo lo que se cuenta a nuestros estudiantes, sin darle apenas importancia, como “el trienio liberal”, pero que en la Europa postnapoleónica de la restauración absolutista se conoció como “la Revolución Española”. Tanto les asustaba que el virus revolucionario se propagase, que mandaron al ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis para restablecer el poder absoluto del rey. El ejército era francés, pero la decisión conjunta, tomada en el congreso de Verona por Francia, Gran Bretaña, el imperio Austrohúngaro, el imperio Prusiano y la Rusia de los zares.
El vizconde de Montmorency, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, declaró en aquel congreso: “Un foco revolucionario establecido tan cerca del rey de Francia puede arrojar chispas fatales sobre su propio suelo y sobre el de toda Europa, y amenazar de nuevo al mundo con un incendio”.
Durante el Trienio Liberal se abolió la Inquisición, el diezmo, se desamortizaron propiedades de la Iglesia, se llevaron a la práctica decretos que se habían aprobado en las Cortes de Cádiz pero no se habían podido aplicar, como la libertad de imprenta. Se difundió igualmente la cultura política moderna: a pesar de su corta duración, después del trienio liberal nada fue igual en la política española.
La revolución española. Así es como llamaban a este periodo los historiadores españoles y extranjeros en el s. XIX, y así es como siguen refiriéndola muchos historiadores de otros países. En nuestro país, se ha intentado —y conseguido— aniquilar el recuerdo, la memoria.
Parece que cuando hablamos de memoria histórica nos limitamos al relato franquista de la segunda república, la guerra civil y el propio franquismo, pero la tergiversación de la historia va mucho más lejos, seguramente hasta el principio de los tiempos. Por eso tenemos una grandísima labor por delante.
Bien sabemos que la historia la escriben los vencedores, los poderosos. En la historia de España, todo momento en que el pueblo ha alzado su voz se nos cuenta edulcorado, suavizado… y eso, si se nos cuenta, pues en ocasiones directamente se obvia. Ya desde el propio relato de la Guerra de Independencia, que se nos presenta bajo ese nombre como si de se tratara de independendizarse de Francia y no de una lucha entre el Antiguo Régimen y el napoleónico surgido de la Revolución Francesa —que, aún con sus derivas, era otra cosa—, hasta el movimiento anarquista en el s. XIX y XX (con las huelgas, la Semana Trágica, la revolución de Asturias, etc.), el independentismo activo desde finales del XIX (con el primer congreso catalanista en 1881, la insurrección de Barcelona de 1934, etc.), todo se desdibuja hasta hacernos creer que nuestro país ha sido siempre monárquico, de derechas y uniforme en su españolismo.
El caso de Rafael de Riego es solo uno más. Estamos acostumbrados, pero no por ello debemos dejar en nuestro empeño por rescatar esos fragmentos de nuestra historia que han sido minimizados, disimulados, olvidados.
El himno que en su momento se dedicó a Rafael de Riego, como héroe y símbolo de la revolución, fue adoptado posteriormente como himno no oficial de la primera y segunda repúblicas españolas. Sin embargo, cabe recordar aquí que la tonadilla popular de la Revolución Española de 1820 no era esa, sino el Trágala, canción sarcástica dirigida a Fernando VII; el propio Riego fue destituido por entonarla en el Café Lorenzini, junto a la calle Espoz y Mina de Madrid, donde se reunía la sociedad de Amigos de la Libertad. Del Trágala circulaban distintas letras, y otras más se compusieron más tarde. Esta es una de ellas, recogida en 1821:
¡Trágala, trágala,
tú, servilón!
Tú que no quieres
Constitución.
Dicen que el rey no quiere
los hombres libres.
Que se vaya a la…
a mandar serviles.
Trágala, trágala,
trágala, perro.
Hoy se cumplen doscientos años del levantamiento de Cabezas de San Juan, y en los próximos tres años (2020 a 2023) se irán sucediendo los aniversarios correspondientes a los momentos importantes de la Revolución Española de 1820. Aprovechemos estos aniversarios para recordar esa parte de nuestra historia, tan olvidada, y revivir el espíritu combativo y contestatario de quienes no se resignaron a aceptar el poder absoluto de los reyes.
* Cristina Ridruejo es miembro de Mujeres X la República. Forma parte de la Asamblea de Redacción de LoQueSomos
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