El bulo de los capitalistas suicidándose durante el Crash de 1929

Por Nònimo Lustre
Decíamos ayer… comentando el espanto que las iglesias cristianas albergaban contra el suicidio, que en Europa Central hubo mujeres que asesinaron a niños para que, tras confesarse con el cura o pastor de turno, fueran torturadas y condenadas a muerte -y ejecutadas generalmente por decapitación. Es decir, accedían a ser enterradas en el camposanto, no en el vertedero que el Estado y la Iglesia reservaban para las suicidas. Hoy, comentaremos otros suicidios mucho más recientes sobre los cuales los medios convencionales hacen mucho ruido pero cuya realidad es tan tergiversada como la que se censura sobre las ‘suicidas indirectas’ que asolaron la Europa de los siglos XVII y XVIII. Hoy, nos referiremos a los capitalistas que (supuesta y mediáticamente) se tiraban desde los rascacielos cuando ocurrió el Crash o hecatombe de 1929.
Pues bien, destripemos de antemano y con datos la verdad o la fantasía de las susodichas leyendas urbanas: por supuesto que la Gran Recesión que siguió al hundimiento bursátil del 1929 (los llamados Black Thursday del 24 octubre y Black Tuesday del 29 octubre e incluso el Black Monday del 28 octubre) causaron miles o millones de víctimas (pobres) pero a nosotros sólo nos interesa saber cuántos suicidados hubo entre los ricos -por ejemplo, entre los accionistas (shareholders) Y la respuesta a esta leyenda popular es que apenitas hubo.
En esos días blacks las Bolsas -especialmente la NYSE, New York Stock Exchange- cayeron entre un 11%-2% (Black Thursday), un 12% (Black Monday) y un 23% (Black Tuesday) Hoy, desde que el equipo de Trump comenzó a enseñar sus zarpas y hasta la fecha (martes 8 abril), las Bolsas están desplomándose (cayendo, dicen los alarmistas) entre un 6 % y un 10% y los media se dedican a su ocupación principal: aterrorizar a la ciudadanía. Léase, por ahora las maldades de los EEUU guardan una cierta similitud con lo ocurrido en 1929 pero todavía no parecen tan tremebundas. Sin embargo, el Crash del 29 amerita ser recordado aunque sólo sea como un modesto aviso a los navegantes.
También debemos recordar que, en marzo y mayo del 1929, los EEUU presentaban un horizonte de enorme prosperidad. En junio, las ganancias bursátiles experimentaron un notorio progreso y la bonanza continuó septiembre -el índice Dow Jones ganó 20% entre junio y septiembre. Por ende, minutos antes del batacazo, los años felices -los roaring twenties- estaban apoteósicos.
¿Cuántos ricos se tiraron desde las ventanas?
Lo primero es señalar que el método de suicidio preferido por los ‘accionistas’ fue por inhalación de gas doméstico -por tanto, olvidemos los rascacielos (cf. William K. Klingaman 1989, en 1929: The Year of the Great Crash) Este mismo historiador Klingaman nos ofrece un recuento de la variedad de métodos que se usaron en los suicidios:
“The wife of a Long Island broker shot herself in the heart; a utilities executive in Rochester, New York, shut himself in his bathroom and opened a wall jet of illuminating gas; a St. Louis broker swallowed poison; a Philadelphia financier shot himself in his athletic club; a divorcee in Allentown, Pennsylvania, closed the doors and windows of her home and turned on a gas oven. In Milwaukee, one gentleman who took his own life left a note that read, ‘My body should go to science, my soul to Andrew W. Mellon, and sympathy to my creditors.’”
Lo segundo es recordar que los media calentaron la psicosis desde meses antes del Crash. Ejemplos: Memphis Banker Commits Suicide (New York Tines, 01 marzo 1929; el Crash tardaría 8 meses en estallar) Item más, a principios de octubre -semanas antes del Crash-, el vicepresidente de la Earl Radio Corporation saltó desde la ventana de un hotel en Manhattan; su nota de suicidio rezaba: “We are broke. Last April I was worth $100,000. Today I am $24,000 in the red.” (o sea, que debía 24.000 US$) A la hora de mencionar a suicidas anteriores al Crash, para compensar, quizá debemos incluir a suicidas posteriores como Jesse Livermore, en 1929 el especulador más famoso de Wall St., quien se suicidó de un disparo… en 1940.
Claro está que la propaganda que todavía hoy padecemos sigue machacándonos con infinitas fake news que se apoyan en declaraciones sin posibilidad de certificación como la del entonces famoso Will Rogers cuando dijo que “hay cola para encontrar una ventana desde la que saltar”.
Quemando ‘dinero’ bursátil. Foto poco glamurosa que apenas se reproduce.
La foto más propagandeada del Crash 29 -evidentemente, falsa.
Algunos nombres propios: un caso que se hizo famoso: el 08 noviembre, J.J. Riordan, presidente de la Country Trust Co., sustrajo una pistola de su banco y se disparó en su casa de Manhattan. El vendedor de seguros que fue abuelo del criminólogo y cineasta Roger Graef. Etc. Pero, si no quieren buscar uno por uno, Wikipedia tiene una sección “1929 suicides” con 36 nombres de suicidas -muchos relacionados con el Crash- entre los que figuran desde artistas poco conocidos hasta John Hulbert, el verdugo de NYC. Sin embargo, los pocos datos ciertos de los que disponemos, llegan a sugerir que, en los meses del Crash, de hecho hubo menos suicidios que el año siguiente. En este sentido, el jede de la sanidad neoyorkina informó que, en 1929, la ciudad sufrió 48 suicidios mientras que, en 1928, éstos ascendieron a 53.
En lugar de tirarse desde los rascacielos, los hundidos por el Crash del 1929, lo que hicieron fue malvender sus activos
Winston Churchill (1874-1965; en adelante WCH)
En 1929, WCH tenía 55 años, casi la mitad de su vida de nonagenario alcoholizado. Poco tiempo antes, entre docenas de cargos importantísimos, había sido ministro de economía (chancellor of the exequer) pero los laboristas habían ganado las elecciones de mayo 1929 visto lo cual, WCH estaba de viaje y de francachelas por medio mundo. En una de esas, llegó a Los Angeles donde hizo excelentes migas con W.R. Hearst, el perverso dueño de la prensa amarilla. A New York llegó casi al mismo tiempo del Crash. Como toda su vida, dada la condición manirrota que regían sus archiconocidos alcoholismo y ludopatía, en ese año sus finanzas eran caóticas y hasta miserables.
En NYC, se hospedó en el Savoy-Plaza Hotel donde, ¡oh casualidad!, al día siguiente escribió que: “Under my very window a gentleman cast himself down fifteen storeys and was dashed to pieces, causing a wild commotion and the arrival of the fire brigade” (debajo de mi mismísima ventana, un caballero saltó desde el piso 15, etc.) Pese a que, durante la primera semana del porrazo bursátil sólo hubo dos suicidios en NYC, WCH presenció uno dellos. Como no creemos en ningún destino manifiesto, sólo podemos repetir: ¡oh casualidad!.
Si esas líneas las hubiera publicado cualquier súbdito del montón, nadie lo recordaría pero, siendo WCH quien era, ahora bien podemos especular que todo el bululú de los capitalistas saltando al vacío se lo debemos a Él. Enfin, además de genocidios sin tino ni camino y de haber destrozado al pueblo británico durante toda su vida, encima tenemos que ‘agradecerle’ los más estúpidos y falsos chismes sobre el Crash del 29. La Historia del Bulo es inseparable de la Historia a secas pero, en este caso, es más odiosa de lo habitual porque proviene de un individuo que, además de asesino en serie y Nobel de Literatura (dos caras de la misma moneda), fue un ejemplo de egolatría sin límites -y también de sablista, borrachuzo y jugador en todos los casinos (para observar en detalle los excesos consumistas -especialmente en alcohol y en casinos- del matrimonio Churchill, cf. David Lough, 2015, No More Champagne: Churchill And His Money)
Churchill con su esposa Clementine, tan manirrota como él. En 1936, su deuda con Harrods y otras tiendas de lujo londinenses, se resumió en 80 páginas.
1958: Churchill con su amigo, y mecenas a ratos, A. Onassis
Los pobres
La estrategia de los media para acongojar a los ciudadanos consistió en ofrecer datos generales del índice de suicidios en todo EEUU… sin distinguir entre ricos y pobres -representando estos últimos, obviamente, la inmensa mayoría de las víctimas. En este sentido, en 1929 se suicidaron 17 por cada 100.000 muertes. Pero, en 1932, esta ‘discreta’ ratio creció hasta 21,3 / 100.000 (J.K. Galbraith, 1955, en The Great Crash of 1929)
Nunca sabremos cuántos pobres se suicidaron a raíz del Crash pero sabemos que sus vidas fueron mucho peores que antes del 29. Por ejemplo, al no percibir ingresos, no pudieron pagar las hipotecas; en 1932, sólo en USA, casi medio millón perdió sus casas; los barrios de chabolas (shanty towns) proliferaron al mismo ritmo de los sin casa (homelessness) sólo que no se llamaron shanty sino hoovervilles (por el POTUS Herbert Hoover) y, last but not least, millón y medio de vagabundos (hobos) tuvieron que patear sin rumbo los pedregales gringos.
Por otra parte, saltando décadas, sin diferenciar entre ricos y pobres, se calcula que la recesión mundial (en puridad, del mundo desarrollado) del 2008-2010, causó 10.000 suicidios -4.750 en EEUU lo que supuso un incremento del 4,8% del índice de suicidios, exceptuadas Austria y Suecia que mantuvieron sus ratios anteriores (cf. Aaron Reeves, David Stuckler y Martin McKee (2014) “Economic Suicides in the Great Recession in Europe and North America”, en British Journal of Psychiatry) Como de costumbre, vuelve la burra al trigo: mientras no calculen la cifra de “ricos suicidados” (una expresión que roza lo inverosímil), desconfiamos de la citada estadística aún más que de las estadísticas en general.
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Que tal Nonimo…
Muy interesante y exhaustivo tu texto sobre el bulo de los suicidios de capitalistas en el 29. En lo que se refiere a Wiston Churchill, no he leido por ningún sitio la tóxica amistad que mantenía con el «General Íssimo», al que Churchil decía admirar y gracias a la cual impidió que la España fascista de Franco fuera liberada por los aliados al final de la W.W.II (como lo habían sido Italia y Alemania). A Wiston Churchill debemos todos los españoles los 40 años de abierta dictadura de Franco, más los otros 50 de dictadura encubierta en los que seguimos… Gracias a él España sigue siendo un pais tercermundista, corrupto, con una falsa democracia, un rey ilegítimo y sometido a la OTAN y a su terrorismo implacable. Gracias Mr Churchill.