El culto a la borbonidad

El culto a la borbonidad

Por Arturo del Villar. LQSomos.

A los dictadores les entusiasma saberse omnipresentes en los países que sojuzgan, de manera que los vasallos vean sus retratos en las monedas y billetes, en monumentos, en estaciones de ferrocarril, del metro y autocares, en las escuelas y universidades, en los hospitales, en todas partes, dicho sea para resumir. Los españoles padecimos ese mal durante la dictadura fascista, cuando el retrato del dictadorísimo nos vigilaba desde cualquier rincón de aquella inmensa cárcel. Es lo mismo que sucede ahora con nuestro señor el rey católico Felipe VI de Borbón, estrella invitada absoluta de la vida española, protagonista por derecho propio de los informativos en las cadenas de televisión, y en sus actuaciones públicas siempre estelares.

Cuenta con unos servilones que le hacen eficazmente la corte, recreando un culto a la personalidad superador incluso del inevitable durante la larga dictadura fascista. Entre sus turiferarios sobresale la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, popularmente conocida como Abuso. Seguro que lo es haber destinado 110.000 euros a pagar al escultor Víctor Ochoa un busto del monarca, que mide dos metros de altura y pesa cien kilos: vienen a ser las medidas reales del modelo.

Se ha colocado en la sede del Gobierno regional, en la Puerta de Sol, lugar que los españoles con canas relacionamos con la fatídica Dirección Genera de Seguridad durante la dictadura, y no podemos cambiar la imagen. Allí irá todos los días a rendirle pleitesía la abusadora, para olvidar los problemas que padecemos lo madrileños en relación con una sanidad pública destrozada, una inseguridad callejera temerosa, unos centros escolares tercermundistas, unos problemas de circulación y aparcamiento irresolubles, y un descontento generalizado que nos mantiene en continuo cabreo.

Este escultor ha encontrado un chollo en el culto a la personalidad borbónica, puesto que ya había realizado los bustos de Juan Carlos y de Juan de Borbón. Un real negocio para él, aunque nos sale caro a los vasallos el culto a la personalidad borbónica.

Con cualquier arte

Porque el busto sigue a una incontenible manifestación de servilismo borbónico de que hacen gala los responsables políticos de la derechísima nazional. Cambiando de arte, los retratos de su majestad el rey católico Felipe VI de Borbón representan un capital solamente en el caso de quien parece su pintor de cámara, Hernán Cortés Moreno. El 6 de mayo de 2019 se procedió a instalar en el Salón de Ministros del Congreso de los Diputados el último retrato que le había pintado, por el que cobró 88.000 euros.

La obra se compone de un amplio fondo de color ocre, ante el que ha colocado a su majestad nuestro señor sentado esparrancado con las reales manos sobre los reales muslos, vestido con el traje gris de los seres anodinos, y con profundas arrugas en la frente, demostrativas de la honda preocupación que siente ante la pésima situación económica del reino, uno de los países más endeudados del mundo y sin perspectivas de mejora.

También este artista se beneficia del culto a la personalidad borbónica, puesto que ya lo había retratado para la Agencia EFE cuando era tripríncipe de Asturias, Girona y Viana, y como rey y señor nuestro para el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo, el Consejo de Estado y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Debiera haber hecho una rebaja en sus honorarios, que nadie le discute, pero teniendo tan utilizado al modelo seguramente no debe esforzarse mucho en copiar su real efigie, que además por ser tan inexpresiva carece de dificultades de reproducción. Yo protesto por tener obligatoriamente que pagar retratos y bustos del rey.

Se diría que existe algún interés real en el hecho de encargar a Hernán Cortés Moreno pintar a los reyes. En los contratos de la Administración Pública se exige celebrar un concurso público, al que se presentan todos los interesados con sus proyectos. En el caso de los retratos se adjudican a dedo. Y Hernán Cortés Moreno resulta premiado siempre. En el Congreso tenía ya expuestos los retratos de los siete ponentes de la Constitución, y 34 retratos de los presidentes y personajes destacados. Es insaciable.
La presidenta del Congreso en funciones, Ana Pastor, en el acto de descubrir el cuadro, manifestó que posiblemente fuera éste uno de los mejores retratos de Cortés, sin asegurarlo, pero dando a entender que así era, y justificó que se tratase de un encargo directo de la Mesa del Congreso por el reconocido prestigio del artista. Puesta a exagerar, se atrevió a predecir que “en poco tiempo este retrato se convertirá en el icono de nuestro jefe del Estado”. A tal señor tal icono.

De manera que entre bustos y óleos nos resulta costoso favorecer el culto a la borbonidad de nuestro señor el rey católico Felipe VI. ¿Le quedarán pendientes todavía muchos más?

#Desborbonizar

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