Inteligencia Artificial, Israel, etcétera

Inteligencia Artificial, Israel, etcétera

Por Jorge Izquierdo*

Maria José, una de las cuatro protagonistas de la novela “Dos mujeres en Praga” de J. Millás quiere escribir una novela zurda. Mará José está cansada de que el mundo sea siempre explicado con las limitaciones del lado derecho. María José, que lleva un parche en el ojo derecho porque quiere escribir una novela “zurda”, para ello tendrá primero que comprobar cómo se ve el mundo desde esa perspectiva. Dos mujeres en Praga gira en torno la importancia fundamental de la elección. ¿Nos tapamos un ojo, los dos, ninguno? En el primer mundo que vive a costa del 2º y 3º la elección es un lujo que, más o menos, nos podemos permitir, especialmente si eres hombre. Así, nuestro primer mundo es un lugar donde, una y otra vez, negamos la realidad utilizando para ello vidas y problemas imaginarios que, paradójicamente, nos hacen vivir y sufrir de forma terrible.

¿Cómo se puede escribir sobre Inteligencia Artificial desde el lado zurdo? ¿Acaso no es la IA el epítome capitalista del Siglo XXI?

Vamos a aprovechar que se cumplen dos años del nacimiento del programa Chat GPTP y también que he escrito un libro sobre Inteligencia Artificial desde el lado zurdo, para taparnos el ojo derecho e intentar ver el mundo de la tecnología de otra manera.

Lo primero es llamar a estos programas de IA por lo que ellos mismos dicen que son: Inteligencia Artificial generativa. La inteligencia artificial es un campo de la ciencia relacionado con la creación de computadoras y máquinas que pueden razonar, aprender y actuar de una manera que normalmente requeriría inteligencia humana, lo que nos venden (a precio de suscripción) es un producto que han disfrazado de ciencia: lo más parecido a un loro, un loro generalmente oficinista que viene a resolver problemas que los hombres del primer mundo creamos para negar la realidad.  La paradoja, y atención que es un detalle importante, es que una gran cantidad de aplicaciones que utilizan IA de vanguardia se ha filtrado en aplicaciones generales, a menudo sin llamarse IA porque una vez que algo se vuelve lo suficientemente útil y común, ya no se etiqueta como IA, algo que se conoce como efecto IA.

lo que nos venden (a precio de suscripción) es un producto que han disfrazado de ciencia: lo más parecido a un loro, un loro generalmente oficinista que viene a resolver problemas que los hombres del primer mundo creamos para negar la realidad.

En el libro Inteligencia Artificial, etcétera se explica que el nacimiento de la computación, de la informática, nació precisamente para intentar crear una Inteligencia. Después de dominar la energía nuclear el hombre del primer mundo pensó que crear una inteligencia artificial era pan comido. El pan, evidentemente, era y es África, y así, entre expolio y expolio, se intentó conquistar la mente del ser humano por asalto. No se consiguió, resulta que cada avance tecnológico, para resolver un problema (muchos de ellos imaginarios) no hacen más que crear un problema nuevo (muchos de ellos reales como la contaminación misma).

Asalto tras asalto, en el mundo de la Inteligencia Artificial se conoce a los asaltos como olas,  una vez que se  demostró lo imposible; crear una Inteligencia humana de forma artificial, quedaba el recurso de cambiar la forma de pensar del ser humano. Recordemos que ahora la energía nuclear es verde. Hay que retorcer mucho la inteligencia para dar por bueno algo así, esto es inteligencia artificial y lo demás son tonterías. Y ante la pregunta ¿No somos capaces de entender completamente el funcionamiento de nuestra mente? La respuesta es simplie: hagamos que nuestra mente occidental se parezca a un programa.

Inteligencia Artificial, etcétera comienza así: intentando demostrar que la historia de la IA generativa es, simplemente, la continuación del mundo digital. No hay nada nuevo, ni una nueva filosofia, ni una nueva política, ni una nueva ética que permita hablar de un avance en la Inteligencia (sea natural o artificial).

Cansado de tantos técnicos que pintan el mundo con la mano derecha, incapaces como son de ver el mundo de otra manera, yo sabía que estos especialistas en resolver problemas que no son reales, no iban a tapar su ojo derecho y decidí escribir.  Pero, por mucho que quisiera indagar, historizar y ensayar sobre la IA en general y la  generativa, en particular,  por mucho que quisiera ser positivo y por mucho que sepa que el conocimiento siempre será  y debe ser libre … ya sabía que Israel iba a ser el final. La realidad.

La realidad era esto

El libro comienza en los años 50, los inicios de las primeras computadoras y casualmente es también el inicio del estado de Israel, pero ni las computadoras ni Israel estaban todavía en nuestras casas. El mundo se preparaba para algo importante después de la II Guerra: Estados Unidos para ganar el sitio, Europa para perderlo, la URSS empujando. ¿África? Perdiendo, como siempre. El mundo se descolonizó para cambiarlo todo sin cambiar nada Por ejemplo: del Estado Libre del Congo, donde amputaban las manos a los trabajadores que no querían recoger caucho, se pasó al Congo Belga donde se esclavizaba y torturaba… para extraer oro y plata. En los  genocidas años 60 lo que ocurría en Palestina era un juego de niños comparado con África o incluso Vietnam. La guerra se sirve en plato caliente y la Guerra fría hacía entrar en combustión al segundo  y tercer mundo.

Mientras en el primer mundo poníamos una tele en el salón y después en cada habitación, cantar A-Ba-Ni-Bi era moderno y los “kibbutz” de Israel eran una esperanza socialista y secular.

La TV y la computadora comienzan a confundirse: no importa lo que hagas, importa lo que veas.

Después llegaron ellos: los ordenadores

Yo tenía una granja en África, así comienza la película de Memorias de África. Yo tenía una tele en salón, así terminan los 80. En los 90 y 2000 ya no hay “una” en el salón, en muchas casas hay una en cada habitación y además se puede conectar una computadora. ¿Para qué? Bueno, para estar menos informados y más entretenidos. La TV y la computadora comienzan a confundirse: no importa lo que hagas, importa lo que veas.

Con la llegada del Smartphone la (con)fusión terminará siendo total, pero antes hubo que pasar por la caída del muro, los años noventa, Arafat, el asesinato de Isaac Rabin, el fin de siglo, la excusa de las Torres gemelas, la eclosión de Internet y  de la ultraderecha. De repente, hay casi 10.000 millones de dispositivos conectados a un mundo  en el que negamos la realidad utilizando para ello vidas y problemas imaginarios, pero  la realidad del genocidio palestino no es vista por casi nadie. Perdón, quiero decir, por nadie en absoluto. Desde mi punto de vista zurdo el genocidio palestino que se puede incluso seguir viendo cuentas de Instagram, Tiktok de los propios soldados israelís, viene a demostrar que la tecnología digital no sirve absolutamente para nada pero nos sirve para el mayor de los entretenimientos del primer mundo: pensar que estamos informados.

De repente, hay casi 10.000 millones de dispositivos conectados a un mundo  en el que negamos la realidad, utilizando para ello vidas y problemas imaginarios, pero  la realidad del genocidio palestino no es vista por casi nadie.

El virus de la “información”

En el año 87 del siglo pasado se descubrió que los ordenadores podían infectarse con programas informáticos maliciosos. El virus informático Jerusalem hizo su aparición en el mundo de los ordenadores personales. De repente supimos, o caímos en la cuenta, de que en el mundo digital había personas indeseables. Hasta ese momento, la información entre usuarios fluía de la misma forma que lo hacían las cintas de casete o los discos de vinilo: simplemente dejabas a un amigo un disco o grababas un programa de la radio y también programas informáticos… Pero ese año alguien decidió conmemorar el 40 aniversario de la creación del estado de Israel creando un virus que borraba el contenido de los discos. Conocer la ingeniería social es importante: en los 80 saber que la gente intercambia cosas, (incluso por correo postal) conocimiento, sin pretensiones económicas, llevo a imaginar que cientos de miles de ordenadores en el mundo podrían infectarse y perder sus contenidos para celebrar una efeméride. Los virus informáticos hacían daño por hacerlo, estaba naciendo una generación de técnicos a los que el mal ajeno les importaba un pimiento o que incluso deseaban el mal ajeno. El virus informático siempre se ha distinguido por demostrar que está presente: te avisa, quiere presumir de su hazaña, romperte algo y que lo sepas. Un virus informático es, por tanto, algo real, no imaginario: alguien quiere hacer daño. No era suficiente.  Con la realidad este mundo no estaría en manos de los bancos y es mucho mejor crear algo imaginario pero con apariencia real y además sublime, útil, un gran avance, una revolución que cambie todo para que nada cambie. Un mundo que sea un plátano. Un mundo en el que actualmente la información es la cascara.  Ya saben: Oro parece…

Actualmente la información, digital, nos sale por las orejas, dicen. Lo que no nos dicen es que es volátil. Israel  y sus aliados pueden borrar de un plumazo, en un segundo, todas las pruebas de genocidio que se acumulan. Pensamos que esas pruebas se encunetran en millones de ordenadores, sin darnos cuenta, quizás, que están alojadas en sus manos y sus aliados.  Ya saben, plata parece.

Los soldados israelíes no dudan en publicar pruebas fotográficas y en vídeo de sus “hazañas”, crímenes de guerra en toda regla

La inteligencia artificial generativa no hace más que aumentar la realidad aumentada de este primer mundo. Que levante la mano el que tenga una Inteligencia Artificial en el salón de su casa. En su ordenador. Nadie en la sala. Aunque sea completamente posible.

Por el contrario, la presunta Inteligencia artificial que nos están vendiendo,  es  una suerte de  BiblIA, que además está en la nube, en la que se explica a los hombres cómo piensan, que es mucho mejor que decir a alguien cómo tiene que pensar. Te conectas y listo. Qué listos somos al estar convirtiendo nuestros ordenadores en terminales tontos que se conectan a la gran Inteligencia para llevar mejor nuestras pesadas vidas.

Oro parece, plata no es, quien no lo adivine, muy tonto es... Respuesta: el mundo digital.

* Bracero de la tecnología, obrero del software y mecánico cualificado en esta Web, miembro y parte del Colectivo LoQueSomos. Creador en Wikimedia. Autor del ensayo “Inteligencia Artificial. Etcétera”

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Jorge Izquierdo

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