La abuela estira la salchicha al abuelo
De regreso al patio
Del Centro de Día “Comuneros”
Los abuelos caminan
Añorando rescatar
Las horas perdidas
Con pasear al perro de los críos
Circundan rutas de miradas
Hasta el asiento
Y, como en vertiginosa noria
La abuela acarrea
La salchicha del abuelo
Como una recién casada
En su noche de bodas
Extiende su mano izquierda
Hasta su bragueta
Con un tic nervioso que no acierta
¡Acertó¡ que le brama la ilusión
De ver algo grande, ¡glande¡
Para la inmensidad de su amor
Que ni añade
Ni quita nada de eso
-“ Estás muy machote, amado
Le dice pasándole la mano derecha
Por el hombro
Y, ¡ay¡, contempla desde ahí
Que todo es pellejo
Y que los huevecillos vacilan
Como los huesos de aceituna
En su boca con prótesis dental
Y en su débil desconcierto
La vieja sintroniza con él
– los dos toman sintrón-
Rompe la cantera de sus sueños
Y le entran necesidades
De besos, de cariños
Y le pregunta:
-¿Qué hacemos con esto, Pellé?
En unos instantes él rompe
Los ciegos sentimientos
Y le mete las manos
Por entre la braga para él de esparto
Guía sus dedos
Por entre el balbuceo
De los grandes y pequeños labios
Y le dice:
-No te puedo ver el Chisme
Porque si me agacho
A ver quien me levanta.
-Sí, replica ella. Mejor será decir
“ A ver quién te la levanta”
Pues como dice mi vecina:
“Todo sube, menos la de mi marido”
De esta conversación
Saliendo la primera sonrisa
De los viejos
El sintió la áspera brisa del sarro
La intemperie añeja del ano
Y el vertiginoso y fiero vestigio
De los sintrónicos besos
De su boca en sus labios
Labios en otros tiempos
Depredadores de alboradas
de gallina en gallo
¡ Qué espléndido abanico¡
Ella sintió las huellas del falso falo
En el espolón de su gruta
Rozando su Pepita
en el cabo de buena esperanza
O Picha de las Chicas
Como canta en Iscar “El Chotillo”
-De esta gallina se hace buen caldo, le dijo él
-De ese gallo, no se saca nada, le replicó ella
Echándole saliva al glande
Como cuando al llegar a casa
Le esperaba
Con arengas y exabruptos incluidos
Por haber tomado unas copas
Antes de la comida o de la cena
Y le agarraba de los huevos
¡Qué devoción¡ allá ella
Se mostraba grave con esmero
Las silenciosas plegarias del culo
No se hicieron esperar:
La salchicha
Padre de sus sentimientos
En un instante
Le rozaba el cielo del paladar
Culebrillas se apareaban
En espermáticos besos
El color de la breva
Invitaba a su dulzura sabrosa
Y una ermita mozárabe era
Tomada por modelo
En el viejo se sentía
Como un Rebuzno tres veces repetido
Y la vieja, como una puta
Del modo más solemne y circunspecto
Se desgañitaba en ayes
Bien recio
-Déjalo. Pellé
-Déjalo, Carmina, ni te canses
Que ahora no somos más que dos pellejos
Como tú bien dices
Heredados de las huellas del Amor
De otros tiempos
Prosiguiendo:
A tu coño menguante le sobra el aliento
Aunque he de agradecer
El ansia, la presura
De elevartela hasta el cielo
Imitando al Asno con jactancia
-Sí, Tiburcio, Pellé,
Tu salchicha, mi instinto
Con qué piedad aquí entre mis pechos
Que no es más que un recuerdo
De otros amaneceres
Ocultos en horizontes
De huevos hueros
– Airémonos unos cuescos, Carmina
Que nuestros trinos
Amanecen viajeros
Y quieren susurrar a los patos
Que hacen el amor en el Río Vena
Excitando a las flores
A la inspiración y aspiración
Del consuelo
De nuestro recuerdo en el tiempo
De aquella magia de tus manos
Pintando chorizos y morcillas
Bordados de sueños
Y yo los chichis y castañas
Con hilos de esperma y de saliva
Poniéndoles al fuego.