La biblia, lectura sólo para adultos

La biblia, lectura sólo para adultos
Lot y sus hijas, Hendrick Goltzius, 1616

Por Nònimo Lustre.

Han prohibido la Biblia en varias escuelas primarias y secundarias de Utah, Texas y Kansas, estados gringos no precisamente liberales ni progresistas. Al mismo tiempo, Florida, Missouri y South Carolina se lo están pensando. No sabemos si en el paquete de vetos promulgado por estos seis estados se incluirá también The Absolutely True Diary of a Part-Time Indian del ‘piel roja’ Sherman Alexie, novela que otros estados han censurado ampliando sus políticas dizque bíblicas para que, al final, paguen justos por pecadores.

Tampoco tenemos claro si vetan la Biblia en sus dos partes canónicas (Antiguo y Nuevo Testamento) o si, en esos estados, la censura sólo se aplica al Antiguo. Para los ateos y relapsos, este pormenor es irrelevante pero es significativo para unos EEUU cada día vertiginosamente más próximos a convertirse en una teocracia cristiana. Para la multitud gringa de creyentes ‘protestantes’ o ‘evangélicos’, es importante mantener sus diferencias como secta respecto a secta vaticana -por su parte, la Iglesia Ortodoxa, heredera de Bizancio, es la única que filológicamente no es sectaria. Aproximadamente, esos tres (o seis) Estados, coinciden en que la Biblia está atiborrada de “vulgarity, violence, sex, incest, prostitution, pornography [y violación]” Por ende, su lectura y, peor aún, su estudio religioso no es aconsejable para esas virginales infancias (armadas hasta las trancas) que sólo ven millones de esos delitos en sus teles, en sus redes sociales… y en sus arsenales caseros.

En las escuelas e institutos españoles, controlados por el criminalmente colérico clero vaticanista, nunca se dio mayor importancia a la Biblia; de hecho, para los niños no era ‘sacra revelación’ sino una truculenta “Historia Sagrada” donde recuerdo las muchas veces que, quizá más confusos que horrorizados, leíamos que los Senaquerib de turno “rasgaron el vientre de las mujeres preñadas” -los asirios eran malísimos de principio a fin. Salvo que “conocer” era follar, poco más entendíamos de aquel lenguaje que hoy diríamos mosaico. En especial, aquellos niños del tardofranquismo no entendíamos la diferencia entre los dos Testamentos: colectivo el viejo e individualista el nuevo. O, si se prefiere, historia oral de una etnia cultural y religiosamente discípula de Oriente, Mesopotamia y Nubia, versus épica contemporánea de uno más entre cientos de Mesías -i.e., etnocentrismo contra individualismo.

Sin embargo, cuando aquellos profes -a menudo más curiles que los propios curas- nos explicaban que era literal la edad atribuida a Matusalén, entonces nuestras almas cartesianas simplemente dejaban de creer: primero en los arajais (jerga caló-carcelaria) y, pocos años después, en “la única religión verdadera”. Por todo ello, con sólo sustituir la religión por el sentido común, los niños lográbamos entender el quirúrgico nacimiento de Eva y, en la siguiente generación, el incesto masivo y hasta partenogenético de los tres varones hijos del Primer Matrimonio -aunque, en ambos casos, lo hacíamos a nuestra manera…Por reproducción asexual, Eva nace de la costilla de Adán. Entonces, es obvio que la primera mujer es un clon del primer machote: es un hombre. Pero, dada la incertidumbre del Antiguo Testamento, cabe incluso la posibilidad de que no fuera un hombre normal sino que adquiriera el cariotipo 47XYY que, por tener un cromosoma Y de más, es precisamente el propio del supermacho con síndrome de Jakob.

Algo habíamos oído de unos bichitos que los profes llamaban ‘cromosomas’ y que, decían, todos llevábamos en la sangre o en las criadillas. Pero nunca habíamos oído la palabra Genética porque todavía no habíamos llegado a ese tema del programa o porque todavía “no se daba”. En todo caso, habituados a las broncas familiares entre hermanos, no nos sorprendió encontrar a Caín con su quijada de asno. Y poco nos alarmó que fuera un fratricidio.

Caín y Abel, primer asesinato entre humanos -y, encima, fratricida

Expertos onanistas, a los alumnos nos hubiera sorprendido saber que Onán era una especie de dios -y, aún más perplejos nos hubiéramos visto, si nos hubieran dejado leer al Antonio Machado de “cosas sabe Onán que no sabe don Juan”. En el milenio siguiente, supimos que una conocida marca de grupos electrógenos se llama Onan y, asimismo, colegimos que su aparición en la Biblia representa uno de los primeros asesinatos perpetrados por Yavé (YHWH)

“Judá tomó una mujer para Er, su primogénito; ésta se llamaba Tamar [cf. infra, # Incesto] Pero Er, el primogénito de Judá, era malo ante los ojos de Jehovah y Jehovah le quitó la vida. Entonces Judá dijo a Onán: “Únete a la mujer de tu hermano; cumple así con ella tu deber de cuñado y levanta descendencia a tu hermano.” Pero sabiendo Onán que el hijo que le naciera no sería considerado suyo, sucedía que cada vez que se unía a la mujer de su hermano, vertía en tierra para no dar descendencia a su hermano. Pero lo que hacía era malo ante los ojos de Jehovah y también a él le quitó la vida. Entonces habló Judá a Tamar su nuera, diciendo: “Permanece viuda en la casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela”. Porque pensaba: “No sea que muera él también como sus hermanos.” Y Tamar se fue y permaneció en la casa de su padre” (Génesis 38: 6-11)

Casarse con la viuda de un hermano difunto era más que una costumbre pues el levirato rozaba la obligatoriedad. Pero, en el caso de Onán, hubo sospechas de que sus coitus interruptus tenían un objetivo económico: eliminando la posibilidad de sobrinos, el seudo masturbante se hacía con toda la herencia de su fallecido hermano. Es una especulación que nadie podrá demostrar pero que consiguió suprimir la codicia de la imagen popular de Onán reduciéndola al onanismo.Onán, “vertedor en tierra”, asesinado por YHWH por practicar el coitus interruptus. Robert Crumb. 2009. The Book of Genesis

Bien mirado, aplaudimos que se prohíba la Biblia en la enseñanza secundaria gringa. Ojalá la hubieran prohibido en la educación tardofranquista. Porque en aquella España beata y asesina (perdón por el pleonasmo), a los niños pajilleros no nos asesinaban directamente Yavé ni Cristo sino que nos amenazaban con terrores que, al no materializarse, perdían toda credibilidad -no nos quedábamos ciegos ni nos salían pelos en el envés de las manos. Aterra aterra que algo queda… Lo cual nos lleva a considerar el tema general de la Violencia de Yavé de la que tantísimos ejemplos abundan en el Viejo Testamento. Porque, en la tradición oral del primer Pueblo Elegido, no sólo prolifera la guerra perpetua, sino también sus derivados: el genocidio de los pequeños pueblos -observemos que Yavé mata muchos más humanos que Satanás- y, en general, los pecados que quieren prohibir en algunos colegios gringos: la vulgarity, violence, sex, incest, prostitution, pornography y, con machista frecuencia, la violación.Una de las primeras violaciones: The Rape of Tamar; Eustache Le Sueur, ca. 1640; MET, NYC.

Dejaremos todos estos gravísimos delitos para mejor ocasión. Hoy, nos limitaremos a comentar aquél con el que la Biblia se porta más permisivamente. Esa misma complaciente pasividad nos lleva a sospechar que lo considera como “menos grave”. Décadas después, nos sobresalta que Occidente esté adoctrinado para suponer que los -demográficamente hablando- los pueblos pequeños, son proclives a la endogamia extrema. Y, si son cazadores-recolectores, todavía más endogámicos -además, soportan el baldón del canibalismo. Esto es una majadería enraizada en el prejuicio eurocéntrico que propicia esa lectura tendenciosa que predica la Iglesia puesto que el Génesis no habla del Pleistoceno sino que versa sobre una cultura en transición del Neolítico (dizque nómada) a la agricultura y la ganadería (sedentaria y hasta urbanoide) Prueba de la permanente tergiversación bíblica es su repercusión en el imaginario popular. El alambicado retrato bíblico de Caín y Abel va en contra de lo que luego nos enseñan sibilinamente los veterotestamentarios; a saber, que el sedentario es pacífico mientras que el semoviente ganadero (teóricamente semi nómada) es guerrero. Al contrario, la Biblia dicta que el asesino Caín es agricultor mientras que el buenazo de Abel es ganadero, un bisnieto pacifista del cazador-recolector.

En algún momento histórico se produjo el cambiazo. Alguien lo habrá estudiado pero no nos hemos preocupado por averiguarlo. A fin de cuentas, las dos Biblias llevan dos milenios borrándose, sumando episodios ad hoc y re-escribiéndose. En definitiva, son un palimpsesto con tantas ‘revisiones’ que cada autor ubicará el cambio cainita/cándido donde la parezca. En cualquier caso, no es momento para analizar la enorme variedad de las barbaridades (desde la guerra hasta la hipotética codicia cainita) que ambas nos imponen como regla moral. Por ello, finalizaremos esta nota con una breve mención a ese delito en el que “la Biblia se porta más permisivamente. Esa misma complaciente pasividad nos lleva a sospechar que lo considera como “menos grave”. Por supuesto, estamos hablando del incesto.

Incesto

Las tres Religiones del Libro (cristianismo, judaísmo e islamismo) comparten un mismo Patriarca incestuoso cuando olvidan que Abraham se casó con su hermanastra Sara. Ahora bien, el incesto es una categoría con pretensiones de universalidad pero cuyos límites en los grados de parentesco no son inmutables sino que varían según los pueblos y según los tiempos. Por ejemplo, Abraham, seguramente estaba influido por la cultura del antiguo Egipto, donde los faraones se casaban con sus medio hermanas y, por ende, no sospechaba que estuviera cometiendo incesto aunque, como reza el moderno precepto legal, ‘la ignorancia de la Ley no exime de su cumplimiento’.

El incesto está detallado en tres libros fundamentales-Génesis, Levítico y Deuteronomio- mientras que delitos menores (¿) como la violación los dejan para los Profetas -Jeremías, Isaías, Ezequiel, etc. Sin embargo, conviene subrayar que el desmedido patriarcalismo del pueblo judío -o hebreo-, se manifiesta crudamente cuando en ningún caso prohíbe con toda claridad la relación incestuosa entre un padre y su hija -el Talmud escapa de ese baldón argumentando que el interdicto era obvio.

Pero no lo es, para empezar porque otros pecados surgen disfrazados con eufemismos. Veamos el caso de Noé: sabemos que este Patriarca tuvo tres hijos (Sem, Cam y Jafet), que fue el primero en trabajar la tierra y que incluso plantó una viña. Pero, un día bebió vino, se emborrachó y se desnudó en su tienda. Cam, padre de Canaán, vio a su padre desnudo y salió para avisar a sus dos hermanos. Éstos entraron de espaldas para no ver la desnudez de su padre y lo cubrieron con un manto. Cuando Noe despertó y supo lo que había pasado, maldijo a Canaán y lo condenó a que él y su descendencia fueran esclavos de los esclavos de Sem -por enésima vez, pagan justos por pecadores. Pero, un colectivo de exégetas sostiene que “ver desnudo a su padre” es un eufemismo de la sodomía cometida por Cam abusando de la embriaguez de su padre -pecado mortal agravado por el incesto.

En cuanto a Europa, citando a Goody y Segalen, unos antropólogos escriben que “la Iglesia ha modelado, desde el siglo IV, una sociedad familiar europea imponiendo rasgos inéditos a las poblaciones que deseaba cristianizar… Así, prohibió prácticas corrientes en la cuenca mediterránea como la adopción, la poligamia, el divorcio, el concubinato, las segundas nupcias de los viudos, el matrimonio en el seno del parentesco [nuestras versalitas] A partir del siglo XII, el matrimonio se convierte en un sacramento, lo que refuerza el peso de la institución… La Iglesia deseaba reducir la lealtad a los grandes linajes, gentes o clanes y, en general, a los grupos familiares y de parentesco–y a sus cultos religiosos. Por eso, enseguida surgieron numerosas resistencias a la imposición de estas normas, “sobre todo a las reglas que imponían la exogamia. Después de haber prohibido el matrimonio a los parientes hasta en séptimo grado de parentesco en el siglo XII, la Iglesia redujo la definición del incesto” (confusa traducción, debe decir al revés: amplió) (Segalen 1992, cit. en Gamella et al) Y añaden que “desde el siglo XI se emplearon los árboles genealógicos como método para estimar el parentesco entre dos personas” (Valls y Tirapu, cits. en ibid) (cf. Juan F. Gamella, Ana María Núñez Negrillo y Elisa Martín Carrasco-Muñoz. 2010. “Entre marido y mujer. Discursos eclesiásticos en las causas de dispensa de los matrimonios consanguíneos celebrados en la diócesis de Granada (1892-1963)”; ver # Introducción, en Gazeta de Antropología, 26 (2); disponible en http://hdl.handle.net/10481/6741)

Incesto grabado a buril. Lucas van Leyden, 1530

En resumen, para pulverizar sus tradicionales sistemas de parentesco (y, por consiguiente, del incesto), el Cristianismo decretó manu militari que se cometía incesto si se matrimoniaba con parientes ¡hasta el 7º grado! El propósito era evidente: romper la cohesión ‘familiar’ de una sociedad europea a la que menospreciaba por pagana y, por supuesto, cobrar por las onerosas dispensas que monopolizaba la Iglesia -quien hizo la ley, hizo la Caja.

Seguramente, el incesto más conocido es el perpetrado por las hijas de Lot, un terrible pecado mortal -no signado como nefando, estigma reservado para la homosexualidad-, oscurecido por la anécdota de su madre, la imprudente esposa de Lot quien, por desobedecer la consigna del pater familias, fue judeo-cristianizada en estatua de sal. Menos se recuerda que esa pudibunda familia escapaba de ciudades maldecidas como Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboín. Reza la Biblia:

“Lot, sobrino de Abraham, habitaba en una cueva con sus dos hijas. La mayor dijo a la menor – “Nuestro padre es viejo y no queda ningún hombre en la tierra que se una a nosotras, como es la costumbre en toda la tierra…. Ven, demos de beber vino a nuestro padre, acostémonos con él y conservemos descendencia de nuestro padre.” Aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego entró la mayor y se acostó con su padre pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó. Y aconteció que al día siguiente la mayor dijo a la menor –“He aquí yo me acosté anoche con mi padre. Démosle de beber vino también esta noche y entra tú y acuéstate con él y conservemos descendencia de nuestro padre.” También aquella noche dieron de beber vino a su padre. Luego fue la menor y se acostó con él pero él no se dio cuenta cuando ella se acostó ni cuando se levantó. Así concibieron de su padre las dos hijas de Lot. La mayor dio a luz un hijo y llamó su nombre Moab, el cual es el padre de los moabitas, hasta hoy. La menor dio a luz un hijo y llamó su nombre Ben Amí, el cual es el padre de los amonitas, hasta hoy.” (Génesis 13: 10-17; 18: 1-23 y, especialmente, 18: 30-38)

La misma violación incestuosa, según Crumb. 2009. The Book of Genesis

Tiene cierta gracia que, para escapar de Sodoma, el ¿genéticamente? pecaminoso Pueblo Elegido recurra al incesto -i.e., sale de Guatemala para meterse en Guatepeor. Para concluir, ¿qué se puede esperar de unos gentíos ‘divinamente’ adoctrinados durante cientos de generaciones en la violencia extrema? Que semejantes rencorosos mientan compulsivamente o que no respeten ningún acuerdo, sería peccata minuta. Peor es que su ADN está putrefacto, no por dobles hélices sino por las guerras genocidas y las demás atrocidades contra las que sería oportuno, urgente y necesario que las interdicciones gringas para proteger a la infancia se extendieran a toda la Humanidad.

– Imagen de portada: Lot y sus hijas, Hendrick Goltzius, 1616

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