La enésima guerra en el Chad

La enésima guerra en el Chad

Nònimo Lustre*. LQS. Abril 2021

No pensaba comentar los recientes acontecimientos en Chad hasta que topé con un titular de la prensa española que, incluso un ígnaro como servidor sabía que era tendencioso: “Idriss Déby, su “último suspiro” en el campo de batalla y en plena lucha ante el yihadismo como socio de Occidente” (20minutos, 20.04.2021) Olvidemos que, según la turbia redacción del titular, el yihadismo es socio de Occidente y centrémonos en que el finado presidente Déby estaba luchando contra los yihadistas cuando perdió la vida: falso de toda falsedad porque Déby peleaba contra el Front pour l’alternance et la concorde au Tchad (FACT) que no es yihadista sino –según su manifiesto- un partido “laico y democrático”, una declaración que, evidentemente, es peligrosa en el mundo africano, más aún por su laicidad. Pero, como el papel lo aguanta todo, es oportuno añadir un hecho incontestable: FACT ha luchado en Libia contra los yihadistas. Cierto que hubo un tiempo en el que se peleó y luego intimó con Khalifa Haftar, un escurridizo mariscal que estuvo a punto de tomar la capital de Libia. Pero, tras la derrota de este señor de la guerra a las puertas de Trípoli, el FACT agarró todo el armamento que pudo y regresó a su territorio ancestral en el Sur –es decir, a la frontera con Chad.

Mahamat Mahadi Ali, presidente del FACT, en Ginebra delante de la ONU

Nadie duda de la expansión del yihadismo en África pero confusiones como la anteriormente señalada no contribuyen a estudiarla sino a emborronarla. Por ello, quizá sea oportuna una clarificación de la actual –y quizá efímera- rebelión en Chad:

Historia de los contendientes

Los Gorane. Los militantes del FACT son antiguos ganaderos semi-nómadas de los clanes Gorane, una rama de la gran familia Tubu. Junto con los Tuareg, los Tubu son los únicos pueblos que consiguieron asentarse en el Sáhara; ambos se consideran africanos mucho antes que árabes pero ahí termina la hipotética similitud entre ellos. Lo anotamos porque, para el vulgo occidental, los Tuareg parecieran ser los únicos indígenas del Sáhara. Incluso hay un estudioso que manifiesta una irracional antipatía hacia los ‘hombres azules’ contrapuesta a una no menos arbitraria simpatía por los ‘olvidados’ Tubu; así, llega a escribir que los Tuareg se tapan la cara porque son feos (¡) y que sólo son famosos por los “protégés” del Museo de l´Homme mientras que los Tubu han rehusado ser piezas de museo que viven de la caridad en una suerte de “Red Indian reserve” que es en lo que se ha convertido el Hoggar -junto con el Tibesti, uno de los dos macizos montañosos que existen en el Sáhara (cf. Nigel Heseltine, “Toubbou and Gorane, Nomads of the Chad Territory-Notes on their Origins”, en The South African Archaeological Bulletin,14: 53, 1959)

Los Tubu se dividen en dos grupos: los Teda y los Dazagra. Los primeros habitan en el lejano norte de Chad, incluyendo el macizo de Tibesti. Un poco al sur, los segundos son más numerosos (1,5 millones versus 750.000 de los Teda) y suelen ser conocidos por el apodo que les pusieron los árabes: Gorane. Pese a ser minoritarios en Chad, algunos Gorane –como Oueddei y Hissène Habré-, han sido presidentes de Chad. Este dato nos indica que el norte sahariano ha prevalecido en la política chadiana sobre el sur saheliano. Lo cual nos recuerda que basta mirar el mapa de Chad para percibir que, por colonialismo puro, sus fronteras saharianas están trazadas a tiralíneas mientras que, descendiendo hacia el lejano Ecuador, encontramos una banda saheliana y, finalmente, una tercera franja sabanera. Nunca está de más subrayar que inventarse tres países en uno es fuente asegurada de fracaso nacional. Pero, crear disputas ambientales e inter-étnicas es una especialidad del imperialismo decimonónico -cuyos deletéreos efectos se mantienen hoy día.

Los Zaghawa. El FACT de los Gorane se ha enfrentado al finado presidente Déby, que no era propiamente sahariano sino Zaghawa, un pueblo a caballo entre el desierto y el Sahel. Déby llegó al poder en 1990 tras derrocar mediante un golpe de estado militar al entonces presidente Habré. Desde entonces, se mantuvo como Presidente a través de innumerables elecciones –en la última, consiguió un sospechoso 79,32% de votos.

El olvido que reina sobre los Gorane es aún mayor cuando de los Zaghawa se trata. Ejemplo, nuestras (escasas) lecturas se contradicen sobre su islamismo. Según algunos, ya en el siglo XI, los reyes Zaghawa se habían convertido al Islam mientras que, según otros, sólo desde los recientes años 1940’s abandonaron el animismo para hacerse mahométicos. Quizá no haya tanta disparidad si suponemos que una cosa es la religión de los royals sahelianos y otra la de su pueblo –en los confines del desierto, no reza aquella despótica norma europea del Cuius regio, eius religio.

El presidente Déby en sus mejores tiempos

Desde el punto de vista del humanitarismo internacional, los Zaghawa pueden ponerse de moda en cualquier momento puesto que se extienden hasta Darfur, una región sudanesa cuyas terroríficas hambrunas saltan periódicamente a los medios; de hecho, es posible que ocupen titulares este mismo año 2021. Si por desgracia es así, convendría leer The Translator: A Tribesman’s Memoir of Darfur (2008), la autobiografía de Daoud Hari (alias Suleyman Abakar Moussa), un Zaghawa darfuriano-chadiano que ha sobrevivido como intérprete de ong’s y de periodistas gringos de mucho fuste, gracias a lo cual ahora vive en los EEUU y su libro se ha traducido a varios idiomas. Aunque sólo fuera por dar a valer el trabajo de los siempre olvidados intérpretes, The Translator (disponible en ebook en Zlibrary) es una rareza digna de atención. Y, asimismo, por describir desde dentro la tragedia de los campos de refugiados –en especial de las refugiadas.

La batalla de Nokou y sus consecuencias

Al poco de saberse que Déby había perpetrado su enésimo fraude electoral, las columnas del FACT salieron de sus bases en la frontera con Libia y en el Tibesti y corrieron por el desierto 500 kms. hasta llegar a la comarca de Kanem, una zona que fue centro del Imperio Kanem (700-1380), con comercio esclavista que llegaba hasta Trípoli y que luego fue reemplazado por el Imperio Bornu [ver “Polvo de cocodrilos”, 23.VI.2020; un post que también comenta cómo el Amazonas recibe el polvo del ex lago Chad-Bodelé, ver Babagana Abubakar, 2007, Magical Dust from the Kanuri’s Ancient Kanem-Bornu Empire Territory Sustaining the Great Amazon Rainforest of South America; Unitar, Ginebra; https://www.researchgate.net/publication/320507613 ]

AP-R, todavía con gafas, tras encontrar en Chad 1983 un croma muy agujereado

Dependiendo de cómo los historiadores prefieran dictaminar las efemérides, las categorías y las periodizaciones, podríamos decir que el Chad soberano –es un decir-, lleva en guerra desde que accedió a la independencia. Ya se sabe, no se debe dar pañuelo a quien, como los negros, tiene nariz platirrina –los saharianos/sahelianos que estamos citando no son negros. Una de las guerras chadianas que se conocieron en España fue la reportada por Arturo Pérez-Reverte (AP-R); en 1983, este aguerrido académico –que jamás fue herido ni por casualidad- concluyó una de sus crónicas dictaminando que “Para quienes vivimos la guerra del Chad, no cabe duda de que este conflicto se ajusta al pie de la letra a las mejores tradiciones de los hombres del desierto, quienes opinan que el ataque es señal de nobleza y la defensa de ignominia” (en Revista Defensa 1983; la revista de los mercaderes de armas, no confundir con la gubernamental Revista de Defensa) Como es su costumbre, AP-R reduce la guerra, chadiana o cualquier otra, a la subjetividad más rancia.

Nokou, Kanem norte

El caso es que el FACT conquistó Nokou el sábado 17 abril. Había galopado por territorios familiares pero ahí entraba en tierras no desérticas y, por ende, ajenas. Estaba a 100 kms. de la capital Yamena. No sabemos si esa proximidad –más cartográfica que real- impulsó a Déby a plantarles cara o cayó en una emboscada o si pasaba por allá por casualidad. El hecho es que en esa ciudad fue mortalmente herido.

Una columna del FACT

Sin embargo, el 19 de abril, el jefe del FACT, reconoció que, tras su victoria -¿pírrica?- en la batalla de Nokou, sus columnas se vieron obligadas a retroceder en un repli stratégique. Es decir, ataque súbito, retirada inmediata, vuelta a sus bases en el norte y, cualquier día, vuelta a empezar. Por su parte, el hijo de Déby, Mahamat Idriss Deby Itno, de 37 años, encabezó enseguida un Consejo Militar de Transición (CMT) de 18 meses en los que quedará disuelta la Constitución, el Gobierno y el Parlamento –nada nuevo bajo el sol.

Después de la batalla de Nokou del 17-18 abril, comunicado ‘victorioso’ del FACT (pinchar para ampliar)

Resumiendo: ¿cuándo atacará de nuevo el FACT? Dicho en plata, ¿cuándo agotará el arsenal que trajo de Libia o cuándo lo repondrá en el mercado de armas? No sabemos pero es evidente que la destrucción de Libia no ha cesado ni dentro de ese país ni en los países limítrofes, a diario más inestables. Asimismo, es obvio que la información etnohistórica puede ayudar a la comprensión de las guerras en el Sáhara y Sahel porque allá todavía juegan un cierto rol las formaciones étnicas, sean Tubu-Gorane sean Zaghawa. Claro que es un papel declinante puesto que las bandas armadas –oficiales o privadas-, dependen cada día más de las veleidosas potencias ex colonialistas pero todavía hegemónicas. Todo ello sin olvidar por donde comenzamos esta nota: tengamos un poco más de cuidado a la hora de ver yihadismo donde no lo hay -¿todavía?

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