Las brigadas de solidaridad en Cuba y la representación española
Arturo Seeber Bonorino*.LQSomos. Agosto 2015
Con chovinismo no puede haber sincero internacionalismo
y sin internacionalismo no puede haber salvación para la humanidad.
Fidel Castro
En el Campamento Internacional Julio Antonio Mella (CIJAM), en el municipio de Caimito, de la provincia de Artemisa, a treinta kilómetros de La Habana, se reúnen todos los años Brigadas Internacionales de Trabajo Voluntario de todos los países del mundo, solidarias con Cuba y su Revolución, para cooperar en tareas agrícolas, recorrer los lugares históricos de la Revolución y, tras una serie de conferencias, conocer los distintos aspectos de la realidad del país. Aunados con este criterio buscan compartir sus diversas experiencias miembros de distintas nacionalidades, y a punto se estaría de lograrlo si no lo impidiera la barrera del idioma.
Dentro del programa de la Brigada europea “José Martí”, tuvo lugar la llamada “Noche Internacional”, una fiesta de confraternización entre los brigadistas, dedicada a la presentación de diversos aspectos culturales de los países asistentes. Subidos a escena, empezaron por algunas representaciones y se concluyó con una muestra de la gastronomía de cada país. Los franceses, alemanes, turcos, portugueses, etc., cantaron en sus propias lenguas, bailaron o recitaron algo de lo suyo… Todos unidos bajo su propia bandera.
Todos, menos los españoles. Porque al tocarles su turno, avanzaron los vascos para cantar en euskera, los catalanes en catalán y los andaluces en español (o digamos castellano, por no ofender a nadie). Así, dando la nota, los españoles demostraron que no se solidarizan entre ellos ni frente a la mismísima la solidaridad.
Concluido el espectáculo, al grupo de las “distintas Españas” se la vuelve a ver reunida. Forman corrillo entre todos… y uno podrá sospechar que son tiempos de conciliación. ¡Pero qué va! Se puede apreciar que cada uno monologa furiosamente con los otros sobre su particularísima visión de los destinos de su patria y de la Humanidad, y su más particular teoría política regenerativa. Y a uno le vienen a la memoria las ironías de Larra o de Galdós al mostrarnos las furibundas diatribas en la mesa de un bar.
Y no aciertan en llegar a un criterio saludable, porque el español cuando discute de política no parte del mal esencial de su idiosincrasia… y para curar un mal hay que tener previamente un diagnóstico que permita aplicar la medicina adecuada.
El mal de España es la desunión y la insolidaridad. Cada cual hace las cosas a su aire y resuelve sus propios problemas como si tuvieran una frontera infranqueable con los del vecino.
Recuerdo que no hace muchos años una huelga de trasportes paralizó Madrid, una huelga que se sostuvo hasta casi sus últimas consecuencias, cosa infrecuente en España (con la salvedad de las heroicas huelgas asturianas, que no han abandonado nunca sus propósitos hasta el fin). Pues bien, el ciudadano de nuestra castiza capital, de quien se esperaba solidaridad, se pasó el tiempo protestando contra los huelguistas, porque le impedían ir a su trabajo, al cine o a la casa de su novia.
Sí, me dirá alguno, pero cuando una gran desgracia nos aqueja, una riada, un terremoto, un accidente, está siempre dispuesto nuestro pueblo a ayudar, sacando dinero de sus bolsillos. Señores, las colectas de las chicas de la Cruz Roja no son solidaridad, son sensiblería.
Cuando los tripulantes del Granma intentaron desembarcar en la costa cubana, informadas las tropas de Batista abatieron a la mayoría, logrando huir e internarse en la Sierra Maestra un grupo de apenas trece personas, entre ellos Fidel, Raúl Castro y el Che Guevara. Pero en poco tiempo ese grupo se convirtió en miles de combatientes, campesinos, estudiantes, soldados disidentes del ejército nacional, el pueblo entero, que pronto logró vencer a las tropas del dictador y tomar el poder, iniciando una victoriosa Revolución. Hoy, a cincuenta y seis años de su inicio y a pesar de todos los obstáculos, como el bloqueo norteamericano, ha logrado mantenerse unida y firme en sus propósitos. Y para comprobar esto hay que estar en Cuba. Esto nos recuerda una frase que, aunque tópica, no deja de ser absolutamente cierta: “El pueblo unido jamás será vencido”.
Cuando la República Española estuvo a punto de revolucionar a toda Europa, la oposición de un grupo de militares, encabezados por el General Mola, y el General Sanjurjo y, muertos ambos, por el General Franco, da comienzo a la Guerra Civil.
Entonces, unidas las izquierdas contra el enemigo común… No, de eso nada. Anarquistas, socialistas y comunistas peleados unos contra otros y, a la vez, contra ellos mismos. Ortodoxia comunista contra el POUM, anarquistas de la CNT contra los de las FAI, socialistas contra todos, güelfos contra gibelinos. Y no fue esto causa despreciable para que se perdiera la guerra.
Que nos sirva esta estrofa de la gran epopeya argentina “Martín Fierro”:
Los hermanos sean unidos
Porque esa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
En donde quiera que sea,
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de afuera.
No estamos en las pampas argentinas, pero el lenguaje de José Hernández, como el de los grandes genios, es universal. Si España, aún con sus diferencias, no logra unirse para afrontar los problemas comunes, la devorarán siempre los de afuera, como ahora lo hace Alemania.
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* Arturo Seeber es miembro de la Asamblea de redacción de LQSomos