Las motivaciones de escribir
Cuántas veces escribir es una necesidad!. Hay diferentes tipos de necesidad. No es lo mismo la de un traje para ir a una fiesta, que la de comer un pedazo de pan. No es lo mismo la necesidad de escribir un sentimiento que una idea. Pero ¿por qué percibimos escribir como una necesidad?, sin que haya una ganancia material por hacerlo.
Y la de querer que lean lo que escribimos. Y a la vez, en cierta manera, no querer, pero sí… aunque sea para alguien aquello que escribimos lo diluimos en lo escrito, para que a través del todo-lector llegue a ese alguien inconcreto y a la vez es crear un mundo, con su espacio y tiempo, en el cual percibir aquello que escribimos.
Y hacemos visible lo que escribimos como si de esta manera existiera de donde viene lo escrito y lo hiciéramos visible. Y lo negamos. Pocas veces alguien dice: “quiero que me leas”. De lo contrario podemos pensarlo, sentirlo, verlo… Hay dejar que la escritura pase… Al fin y al cabo todo es para un momento. Pero hay un deseo de perpetuidad.
Y me doy cuenta de que evado la respuesta. En realidad cuando me hice la pregunta no supe qué responder…. escribo sin saber adonde voy. No es un examen, ni un mapa, explicar esta cuestión. Divago, sí, pero con un sentido. Y quisiera que alguien me leyera, sí. Y más gente, para que se plantee este tema y abrir interrogantes. Pero en realidad quiero que lo lea alguien especial, una persona en particular, para que se haga la pregunta, sin nunca decir quién es el sujeto a quien escribo, porque en semejante caso se rompería el camino de escribir.
Escribimos a otro, a alguien determinado, pero se hace escritura porque la comunicación con esa otra persona es a través del mundo, pasando por todas las demás. Se llamó antiguamente la “musa”. ¿Es esta la motivación?. No. Es así, surge, sucede. Otra cosa diferente es escribir por escribir, colocar palabras, hacerlo bien técnicamente.
Es entonces escribir una comunicación invisible que a través de quienes leen lo escrito la palabra adquiere su mundo. Pero la pregunta debiera de ser ¿qué me motiva a mí para escribir?, ¿por qué?, ¿para qué?. Y me siento cohibido. Es curioso. Me observo. Debería encontrar un respuesta, contestar, pero no. No sé.
Podría hablar del inconsciente, de la necesidad de comunicar, de la vanidad, de caricias interiores a través de la palabra, del asalto de los versos, mendigar unos ojos, existir más allá de uno mismo y su entorno, hablar de respirar interiormente…, pero nada de ello es. Se puede acoplar como un argumento. Pero… No hay motivación, simplemente es decidir escribir para hacer crecer y dar espacio a lo que pienso y siento. Me pongo a escribir, pero no hago un desarrollo teórico sobre qué es escribir. He aquí la cuestión, que descubro a medida que estoy escribiendo.
Para Lawrence Durrell, en su obra “El cuarteto de Alejandría”: “escribir tiene por objeto desarrollar una personalidad que, en última instancia, permite al hombre trascender el arte: ¿Qué objeto tiene escribir?”.
¿Una historia es más historia por estar escrita?. Sí. ¿Un sentimiento es más sentimiento por plasmarlo en el papel o la pantalla?. No, pero escribir hace sentir más porque en el hecho mismo de escribir y de leer y que quien lo haga se deleita y deguste lo sentido hace que aparezcan nuevos recovecos de sentir. Que se iluminen rincones oscuros, que no vemos normalmente, y querer vivir lo que sentimos, emocionarnos a cada paso que demos desde entonces. Pero no se hace por todo esto que he dicho, aunque suceda. No hay motivos para escribir. Se hace por una decisión.
Escribir es un desbordamiento. Sucede. Es vivir lo vivido, sentir lo sentido, pensar lo pensado y es quererlo hacer. Después lanzarlo. He aquí.