Preguntas a un escritor novel

Preguntas a un escritor novel
Existen preguntas a las que un escritor tiene difícil dar respuesta si se ve obligado a hacerlo observando las reglas de comportamiento social más aceptadas. Si bien es cierto que las preguntas dependen mucho de quien las formule, eso no le resta importancia a la inconmensurable tarea que tendría que desplegar un escritor para que los demás, quienes no lo son, comprendieran tan siquiera un poquito qué es ser escritor.
 
Veamos unos pocos ejemplos de esas preguntas que requerirían de una disertación para la que el preguntante no tiene tiempo y el escritor no suele tener ganas:
 
¿Qué?, ¿sigues escribiendo?
Salvo contadísimas ocasiones, quien es escritor nunca deja de serlo, lo es desde siempre y para siempre. No suele ocurrir que uno comience a serlo como consecuencia de un golpe en la cabeza, aunque por razones obvias ese mismo hecho sí que puede dar por terminada una carrera de escritor.
 
Si tenemos en cuenta que escribir es una necesidad más casi biológica del escritor, preguntarle si sigue escribiendo es como si se le preguntara ¿qué?, ¿sigues respirando? Además, esa pregunta podría ser síntoma de una escasa esperanza de que la tarea de escribir del escritor le lleve a algún lugar que el preguntante considere de interés desde su punto de vista personal.
 
¿De qué va?
Esta pregunta no es que sea difícil de contestar, pero sí que puede ser de contestación difícil de entender por quien pregunta. Soltar de carrerilla la sinopsis de la contraportada puede dejar a quien pregunta con la misma cara que antes de preguntar, tal vez porque es una pregunta típica de quien no suele leer literatura. Para responder a esta pregunta sería mejor cambiar el lenguaje y resultar más… cercano y familiar.
 
¿Tiene muchas páginas?
Esta pregunta, al igual que la anterior, la suele lanzar quien tampoco lee mucho o quien haciéndolo, valora el interés de la obra por el grueso del lomo del libro, lo que viene a ser lo mismo que si no leyera habitualmente.
 
Estas preguntas y otras muchas están formuladas desde el desconocimiento de la profesión de escritor, sí, pero es fácil intuir que están formuladas desde el cariño y puede que desde una admiración o envidia en ocasiones mal disimulada.
Cuando al contestarlas, el escritor obtiene del interlocutor un gesto de incomprensión, o incluso de condescendencia, puede estar seguro de que anda por el buen camino y además ha tenido un duro entrenamiento para cuando llegue la entrevista profesional.
 
 

 

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