Prensa con tics franquistas defiende a España contra Villarejo
Por Domingo Sanz. LQSomos.
A más de uno, comenzando por Pedro Sánchez, se le debería caer la cara de vergüenza para que incluso un personaje tan siniestro como Villarejo, que entró en la policía en 1972, antes de la muerte del dictador, aproveche para decir que la Ley de Secretos no se puede utilizar para cualquier cosa
Son las 21:45 horas del 13 de enero de 2022, estoy a punto de enviar este artículo para que usted pueda leerlo y, de repente, suena el móvil.
Se trata de un mensaje de la plataforma Change.org que informa de la recogida de firmas iniciada por el padre de Xavi, el niño de 3 años asesinado el 17 de agosto de 2017 durante los atentados de Barcelona y Cambrills. Murieron 16 personas y 169 resultaron heridas.
Si desea usted conocer lo que pide el padre de Xavi, es aquí:
Ahora comienzo con el texto que justifica el título de este artículo.
Antes de ayer, 11 de enero de 2022 y en sede judicial, durante la vista del caso “Tandem” el empresario y excomisario de la Policía Nacional José Manuel Villarejo declaró:
“Yo he seguido trabajando para el CNI hasta el último día, hasta el día que me detuvieron, fíjese, estuve trabajando con ellos para intentar arreglar el entuerto del famoso atentado del imán de Ripoll, etcétera, etcétera, donde al final fue un error grave del señor Sanz Roldán, que calculó mal las consecuencias, por darle un pequeño susto a Catalunya”.
Al día siguiente, 12 de enero, Villarejo añadió leña al fuego. Resumiendo, dijo que sabe cómo se alteraron las pruebas, que en ocasiones se organizaban comandos ficticios, no con la intención de realizar atentados pero que, ante el auge del independentismo, “se trataba de crear una apariencia del riesgo para que Catalunya sintiera la necesidad de protección del Estado”.
Y, por último, y en respuesta a los que le exigen que presente pruebas, dijo: “¿Quieren pruebas? Que vayan a mis archivos. ¿Por qué los han declarado secretos? Yo autorizo que se liberen. Tenemos que pensar que la ciudadanía no es menor de edad y no se puede utilizar la ley de secretos oficiales, una ley franquista, obsoleta, de 1968, para ocultarlo todo”.
Hasta aquí una noticia de alcance que quizás usted conozca, pero no por haberla visto en las portadas de los medios importantes de ámbito estatal, sean digitales o de papel.
Pero “es la democracia, amigo”, y si usted dirige un medio que no tuvo inconveniente en poner “Villarejo” para informar que al rey de España le dopaban con hormonas femeninas para que no engañara tanto a la reina Sofía, usted está profesionalmente obligado a poner “Villarejo” para informar de lo que ha declarado sobre el CNI y el atentado de agosto de 2017 en Barcelona, algo que tiene un interés informativo que multiplica por muchas veces cualquier noticia sobre un rey al que millones quieren hundir para que nadie recuerde que su hijo tuvo un padre.
“Es la democracia, amiga”, o debería serlo, Pepa Bueno de “El País”, porque el día 16 de diciembre pasado publicaste que “El Senado acepta una petición para que Bárbara Rey comparezca por el presunto cobro de fondos reservados” y, aunque parece que no os gusta escribir “Villarejo”, todo el mundo sabe quién fue el ex comisario que informó, también, de esa mierda en la que los gestores de las cloacas convierten nuestros impuestos.
“Es la democracia, amiga”, de nuevo Pepa Bueno, y no se puede publicar la mentira cochina de que la sentencia del juicio del 17-A desmontó la teoría de la relación entre los terroristas y el CNI, cuando el juez Guevara, presidente del tribunal, dejó escrito en la sentencia que esa supuesta relación no se investigó, ni permitió que se investigara a pesar de las peticiones del abogado del niño de 3 años asesinado, porque no era lo que se estaba juzgando.
Afirmo que son “” porque no puedo evitar el recuerdo de los años 70 del siglo pasado, cuando la prensa española casi ignoraba juicios como el de Burgos o el proceso 1001 contra los líderes CC.OO.
“Tics franquistas” que nunca se han superado, tal como ocurrió cuando casi toda la prensa, y también “El País”, cumplieron las órdenes del presidente Aznar, aquel embustero al que casi 200 muertos le parecieron una oportuna moneda de cambio, y publicaron en portada que el 11-M de 2004 en Madrid había sido cosa de ETA.
Y qué paradoja sería que negar hoy las portadas a posibles mentiras ocultas sobre el 17-A de 2017 en Barcelona termine contribuyendo a derrotar al mismo PSOE que ganó el gobierno gracias a una sociedad que, en estado de shock, fue capaz de reaccionar para derrotar al PP de la mentira más oportunista y cruel de todas las que se recuerdan.
Llegados a este punto de un asunto cuya cola pude llegar mucho más lejos de lo que podamos imaginar, procede analizar las palabras de Villarejo, tan ignoradas por la prensa española con la excusa de que el acusado miente, como si la ley no le permitiera hacerlo para evitar 109 años de prisión, y la obligación de la acusación no sea decir que miente, sino demostrarlo, también para conseguir su condena.
En primer lugar, hay que reconocer que, en este asunto, Villarejo no es un traidor, pues no lo es quien avisa de la amenaza que maneja, y ya advirtió hace tiempo que disponía de informaciones que harían temblar al Estado.
En segundo lugar, Villarejo también dice verdades. Por ejemplo, lo es cuando dijo que “he seguido trabajando para el CNI hasta el último día, hasta el día que me detuvieron, fíjese, estuve trabajando con ellos para intentar arreglar el entuerto del famoso atentado del imán de Ripoll”, pues fue detenido el 3 de noviembre y el atentado se cometió dos meses y medio antes.
En tercer lugar, entra dentro de lo muy probable que, en agosto de 2017 y a dos semanas de un referéndum ilegal, hubiera en el CNI responsables, tan impunes como se sienten todos allí dentro, dispuesto a convertirse en aprendiz de brujo jugando con fuego o, en aquel momento, dejar hacer a un islamista confidente, importando menos si Puigdemont y su gobierno recibían un “pequeño susto” para que así comprendieran que a Catalunya le convenía la protección de España.
Hay que tener en cuenta que esa misma España “protectora” es un país que nunca ha condenado a los militares que, durante el siglo XX, cumplieron las órdenes dadas en el XIX por el general Baldomero Espartero, regente durante la minoría de edad de Isabel II, cuando afirmó que “Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada 50 años”.
Y, para terminar, un argumento imbatible, pero que obsesivamente rechazan aquellos a los que no les importa convertirse en cómplices intelectuales de quienes manejan los hilos de los crímenes de Estado.
Mientras lo que Villarejo diga o deje de decir solo pueda ser conocido por quienes tienen la llave de la Ley de Secretos Oficiales, cualquier opinión de un tercero puede corresponder a la verdad, sea la que sea. Por ejemplo, la de usted o la mía.
A más de uno, comenzando por Pedro Sánchez, se le debería caer la cara de vergüenza para que incluso un personaje tan siniestro como Villarejo, que entró en la policía en 1972, antes de la muerte del dictador, aproveche para decir que la Ley de Secretos no se puede utilizar para cualquier cosa.
Y hasta aquí lo que estaba escrito antes del mensaje de Change.
En este momento la petición del padre de Xavi ha superado las 150.000 firmas, pero, como se decía antiguamente, antes de que la Mesa del Congreso se dé por enterada les habrán salido tirabuzones a las ranas.
Por eso, la pregunta es: ¿Cuántas firmas necesita conseguir esta movilización pacífica para que la prensa española se haga eco?
Ojalá haya podido encontrar usted esta información antes de leer este artículo.
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