Ramón y Cajal: ¿escritor de ciencia ficción?
Cajal escribió hasta doce narraciones pseudos-científicas, como él las llamaba, pero sólo cinco vieron la luz en 1905, aunque fueron escritas entre 1885 y 1886. Cuentos de vacaciones: Narraciones pseudos-científicas, reúne cinco cuentos, a saber: A secreto agravio, secreta venganza; El fabricante de honradez; La casa maldita; El pesimista corregido y El hombre natural y el hombre artificial. Con un estilo no tan ameno como el de Wells, Cajal aborda las historias con un tono satírico y pedagógico, pedagogía un tanto ingenua para un lector actual. En el primer título y en el segundo, citados arriba, Cajal utiliza un argumento parecido, muy novedoso para su época. Se trata de la utilización de drogas para el control social de las masas y los delincuentes. Aunque antes de ello y en el primer cuento nos encontramos con un asesinato por celos. Para llevar a cabo el crimen se inyecta a la víctima la tuberculosis bovina… ¿Una anticipación de la guerra bacteriológica?
En La casa maldita, la moraleja es simple, no caer en las supersticiones. Si en El castillo de los Cárpatos de Julio Verne, toda una fenomenología paranormal que sucede en la casa tiene su explicación en la física, en la novela de Cajal es la química la que nos tranquiliza ante lo extraño. Es curiosa la aparición en la trama del padre del espiritismo, Allan Kardec, cuya obra conocía bien Cajal. En El pesimista corregido encontramos, quizás, el primer mutante de la literatura fantástica española. El protagonista está dotado con el poder de una visión microscópica que le conduce a la locura. En El hombre natural y el hombre artificial encontramos un asunto que trató mucho Cajal en sus ensayos filosóficos, el debate entre el discurso científico y el religioso, entre el estudio de la teología y el de la observación de la naturaleza.
¿Por qué estos cuentos no tuvieron ninguna influencia en su época? ¿Por qué no fue la punta de lanza de un género parecido a la Scientific Romance británica? Pues porqué no tuvieron ninguna difusión, se puede decir que se editaron clandestinamente. Fue el propio Cajal quién autoeditó estos cuentos para regalarlos en su círculo de amistades. La pedagogía científica de estos cuentos, y otros que no vieron la luz, se quedaron en el camino por la propia autocensura del autor que temía que las ideas contenidas en estas narraciones fueran objeto de censura de las instituciones de la época. Cajal temía poner en peligro su labor científica y su prestigio al dedicarse a un género considerado “menor”.
– Ayuda: La imagen de esta pieza corresponde a la edición de los cuentos en la simpática “Enciclopedia Pulga” de Ediciones G.P. de Barcelona. Las portadas son de Coll, pero desconozco si se trata de Alejandro Coll o José Coll, si algún amable lector conociera el dato… Y puestos a pedir, como ven, sólo hay cuatro títulos, El hombre natural y el hombre artificial no lo encuentro en mis pesquisas por librerías de lance. Si alguien lo ve, que me deje un mensaje. Gracias.