Sobre los toros
Alfredo Carralero Vázquez. LQSomos. Julio 2017
El análisis sobre la fiesta de los toros, su existencia, su defensa a ultranza en general desde posturas de la derecha política, aunque no siempre sea así, se puede realizar desde diversas perspectivas: como hecho avalado por la tradición, como hecho artístico y estético, como hecho cultural que contiene en lo profundo de si la forma de ser español. Desde luego tiene una vertiente económica con muchas aristas y desde hace ya muchos años la defensa de los toros frente a su bárbaro martirio en las plazas y la ridícula y acientífica discusión iniciada por parte de los taurinos de que los animales no sufren en el transcurso de la lidia.
La tradición de las corridas de toros y encierros
Los encierros son una costumbre taurina que consiste en correr en torno a una manada de toros, entre los cuales están en general los que ese mismo día serán muertos en la corrida de la tarde. La supuesta tradición de los encierros, es solo real en veinte o a lo más treinta pueblos y ciudades de España: Pamplona, Cuéllar, San Sebastián de los Reyes y algunos otros menos conocidos. En la inmensa mayoría de los restantes pueblos la supuesta tradición se retrotrae al comienzo de la Transición y de los Ayuntamientos democráticos, que en gran medida al intentar democratizar y popularizar las fiestas locales, copiaron el festejo del encierro.
Hay que decir que copiaron solo el concepto, pues de inmediato la mayoría de los encierros se convirtieron en un espectáculo vil, chabacano y cruel, utilizando en general pequeños novillos o becerros (la mayoría de los Ayuntamientos no disponen de dinero para realizar corridas con toros de lidia adultos). Estos animales son maltratados cruelmente por individuos en muchos casos con un alto porcentaje etílico en vena, en esa supuesta fiesta taurina.
En cuanto a las corridas de toros propiamente dichas, seguramente y sin pretender exponer aquí el Cosío (ya sabéis, la biblia de la Tauromaquia) es posible que fuera un ejercicio de destreza militar el de lancear toros a caballo. Mas adelante la nobleza lo tomó como un ejercicio digno de su clase social en el que eran acompañados de unos auxiliares a pie. Con la prohibición de los reyes Borbones, de que participasen los cortesanos, desaparece el toreo a caballo y se inicia el espectáculo del toreo a pie. Es solo a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, que las corridas de toros adoptan la actual estructura. Bueno no del todo, una de las cosas que hacía mas brutales las corridas de toros, era que los caballos de los picadores iban sin ningún tipo de protección, con lo cual los toros al embestir abrían los vientres de los caballos esparciendo sus intestinos por la arena antes de morir (1), parece que incluso para espíritus muy encanallados esto era excesivo y en tiempos relativamente cercanos hacia 1930, se rodeó a los caballos de un peto que impedía que fueran destripados.
Así pues vemos que la supuesta tradición de la fiesta de los toros, que hundiría sus raíces en un supuesto remoto pasado, se debe de contentar con una mas que modesta antigüedad, que la trae desde comienzos, mediados del siglo XIX. Todo ello, por no hablar de la supuesta tradición de los encierros que en la mayoría de los lugares es como si dijéramos de ayer mismo, de en torno a fines de los años 70 y comienzo de los 80 del siglo XX. Por ultimo existen tradiciones que no son dignas de ser mantenidas y que han sido combatidas, hasta hacerlas desaparecer, pues significan residuos de un pasado bárbaro, con el que no podemos estar de acuerdo, ni identificarnos. ¿O acaso no son tradiciones, en sus respectivos ámbitos la esclavitud, de la dilapidación de las mujeres adúlteras, la ablación del clítoris o mas cercanamente en nuestro país, la galopada para arrancar la cabeza a pollos sujetos de una cuerda (2), o el tirar una cabra desde el campanario.
El toreo como supuesto hecho estético y artístico
Se empieza a hablar de las supuestas pretensiones artísticas y estéticas del toreo, con la consolidación del toreo a pie. Los toreros en las acciones que realizan en la lidia del toro (3), las diversas formas de utilizar el capote, la muleta, el posicionar al toro, el entrar a matar, etc., suponen sus seguidores que posee una armonía estética en si y continuadamente durante toda la lidia.
A todo lo anterior los taurinos añaden la música, el colorido de trajes plantean que el toreo tiene algo de baile, de trascendencia el torero puede morir, el toro morirá seguro. Y todo esto lleva casi de si a un cierto misticismo de lucha entre ella vida y la muerte, entre el hombre y la bestia, se asiste dicen a la quinta esencia del ser español. A ello se une un dislate total, argumentan los taurinos: si hasta Federico García Lorca, asesinado por rojo y homosexual, veía el arte y la estética del toreo. Y es verdad, García Lorca tiene algunas de sus mas bellas poesías uniendo cantares y vidas de “guapos” de navaja rápida y torerillos muertos de hambre, muertos finalmente por el toro. Lorca cuenta, poetiza historias en las que une la muerte, el valor físico, la hombría, el colorido de las cinco de la tarde en cualquier plaza de toros. Hay dos poemas de Lorca muy famosos que abonan el supuesto hecho artístico y estético del toreo: “en el café de Chinitas” (café cantante de mediados del siglo XIX en Málaga) y “los mozos de Monleón” (4).
Pero y si todo esto, con la subjetividad que impone la percepción del arte y de la estética, es posible que no sea mas que palabrería y solo palabrería, que impide cualquier examen ético de esta supuesta “manifestación artística”, en la que uno o varios hombres ponen en peligro su vida de forma innecesaria. Unos animales son torturados de forma inmisericorde, y se argumenta que no es necesario un examen ético, pues estamos en una supuesta “manifestación artísticas”, en el que toro y torero pelean virilmente por su vida. Pero esto aparte de no ser cierto, olvida que el toro es un animal que tiene vida propia que desea como todo ser vivo mantener, que como tal ser, no participa de la supuesta estética de la plaza, que le es absolutamente ajena a su ser y existencia y de la que únicamente saca el ser torturado y muerto.
Por último se dice que estamos ante la representación estética de la “españolidad” y también se miente. Como veremos mas adelante la mayoría de los espíritus mas selectos de la historia de España han abominado de la llamada “fiesta nacional”, sobre ello volveremos.
La economía de los toros
Haremos solo un breve acercamiento al tema. En una primera aproximación decir que los partidarios del toreo claman con que son una de las actividades económicas menos subvencionadas. Pero no parece ser así, desde las subvenciones dentro del marco de la Política Agraria Común de la U.E. a los ganaderos, para el mantenimiento de las reses en las dehesas, hasta las subvenciones a los promotores de espectáculos taurinos se ha llegado a calcular que se subvenciona la fiesta de los toros con unos 560 millones de euros.
Esta cantidad sin duda es muy elevada, pero no sería sino el reflejo del deseo por parte de los gobiernos del PP de mantener a todo trance, por motivos ideológicos, una fiesta que está dando las bocanadas que preceden a la muerte por consunción. Casi el 80% de los españoles se muestran contrarios a la lidia y esto se refleja en el numero de festejos que se realizan en España, en 2007 eran 3651 y en 2015 fueron 1915 (5). Se enmascara la asistencia y el interés a los espectáculos taurinos mediante una lluvia de regalo de entradas, que compran las Comunidades autónomas, empresas y organismos públicos y desde luego los Ayuntamientos. Los mismos Ayuntamientos que como clientes inyectan fuertes cantidades de dinero a los promotores taurinos para que estos lleven a cabo espectáculos, Casi todos los Ayuntamientos de España en sus fiestas, ponen en cartel algún tipo de festejo taurino. Solo a titulo de ejemplo, Fuenlabrada ciudad del sur de Madrid gasta 132.000 € en toros, la ciudad de Guadalajara 120.000€ y una situación extrema es la de Robledo de Chavela (pueblo de la Sierra de Madrid) que gasta 100.000 € en toros en sus fiestas patronales presupuesto enorme si se tiene en cuenta que Guadalajara tiene 83.000 habitantes, Fuenlabrada 194.000 habitantes y Robledo de Chavela no llega a los 4.000 habitantes.
Todo lo anterior sin contar, que los gobiernos del PP en su cruzada taurina han bajado el IVA que se paga en las entradas del 21% ordinario al 10%. Otro apartado jugoso es sin duda los derechos de retransmisión televisiva de los espectáculos taurinos, que insuflan importantes cantidades de dinero a los promotores, especialmente la casi clandestina TeleMadrid y Canal Sur. Téngase en cuenta al respecto, que los promotores de la Feria taurina de San Isidro, una de las más importantes del mundo, confiesan que salvan sus negocios por los derechos televisivos y porque la plaza de las Ventas la alquilan para otros muchos eventos: espectáculos musicales, ferias, etc.
De otra parte, los taurófilos no paran de contar la enorme cantidad de empleos que la tauromaquia crea. Pero habría que decir, que ni aún esa “enorme” cantidad de puestos de trabajo justificarían éticamente la tortura de la tauromaquia. Pero además todo lo anterior no es verdad, se calcula que existen unos cuatro mil puestos de trabajo en la crianza de los toros en las dehesas y a otros trabajos agrícolas. Los trabajos restantes ligados al “espectáculo taurino” son pocos, temporales y son empleos de mala calidad.
La presunta españolidad de los toros
Un tema que hay que abordar de inmediato, es la presunta e intrínseca españolidad de los toros, o dicho de otra manera, si se renuncia a la “fiesta de los toros”, se renuncia a la esencia de lo español y quienes no son partidarios de la “fiesta” son malos españoles y como corolario quienes si son partidarios de la “fiesta nacional” así llamada, son quienes defienden y entienden lo “racialmente” español de la fiesta.
Pero se miente al respecto, como decíamos anteriormente, desde el comienzo de la fiesta de los toros los espíritus, españoles mas selectos y brillantes, desde el siglo XVII a la actualidad se han mostrado, radicalmente en contra de la llamada “fiesta nacional”. Haremos un breve repaso por algunos de los mas significados, con lo que pondremos de manifiesto el potente grupo de denuncia de los toros, que ha constituido en si misma toda una alternativa intelectual a lo largo del tiempo.
Francisco de Quevedo, en su epístola: ”contra las costumbres presentes de los castellanos”, dirigida al Conde Duque de Olivares, se muestra crítico contra la crueldad infligida al animal y porque estas matanzas de toros tenía consecuencias nefastas para la agricultura.
Posteriormente, con la llegada de los Borbones a la Corona de España, a estos reyes les pareció bárbaro el espectáculo de los toros y prohibieron a la alta nobleza y a la Corte participar en las corridas y lanceado de toros, serán los Ilustrados como Melchor Gaspar de Jovellanos quienes se posicionarán claramente contra los toros.
El siguiente personaje propuesto no es precisamente de los espíritus más selectos sino más bien todo lo contrario. Fernando VII el ultimo rey absolutista, felón y perjuro. Éste clausuró todas las universidades del país y abrió escuelas de tauromaquia.
El gran Galdós era contrario a la fiesta de los toros y él uno de los escritores que más y mejor describe la sociedad española decimonónica, pues bien, nunca hace una descripción de una plaza de toros o corrida, ninguno de sus personajes principales es torero, es mas describe a un personaje “un señorito” y dice que va vestido a lo taurino-chulesco. Pero son los miembros de la Generación del 98 los que parten en general de la premisa directa entre decadencia de España y la fiesta de los toros. Unamuno dice: “siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros”. Azorín, Baroja e incluso el reaccionario Maeztu son de la misma opinión. Antonio Machado identifica la fiesta de los toros con señoritismo improductivo, con cerril provincianismo y con caciquismo rural creador de: “la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María”.
El premio Nobel y antecesor de la generación de la Edad de Plata de la Ciencia, Ramón y Cajal, decía de las corridas de toros: “me enorgullezco de no haber figurado nunca entre la clientela de las corridas de toros”.
Hay que decir que la cultura que venía gestando el movimiento socialista, era profundamente contraria a la fiesta de los toros. El periódico El Socialista, que era el principal medio de formación del “obrero consciente” que se decía entonces, carecía de sección de toros, lotería y otros juegos de azar. Los socialistas participan de la idea de la Generación del 98, de la fiesta de los toros y el flamenquismo (así se denominaba entonces a la utilización de la supuesta cultura flamenca, como la quinta esencia de lo español) estaban en el origen del atraso, incultura y embrutecimiento en que estaba sumergido el pueblo español. Tomás Meabe, socialista vizcaíno y fundador de las Juventudes Socialistas proponía: “hay que alejar a los jóvenes de las plazas de toros y tabernas”. Muchas veces intervino en la Casa del Pueblo el madrileño Eugenio Noel, escritor injustamente olvidado hoy, pero que dedicó su vida a denunciar la fiesta de los toros como bárbara, sangrienta y embrutecedora, así como a denunciar los ritos y procesiones de la Semana Santa como semillero de superstición, paganismo y oscurantismo.
Y llegamos así a la II República Española en donde una parte de la ultraderecha política se enmascara en el ambiente taurino, creando conflictos, pleitos los llamaron entonces, de los que ya casi nadie se acuerda; el de los ganaderos, el de los matadores que deseaban cobrar más si toreaban mihuras, incluso un torero considerado en el culmen de su carrera Juan Belmonte, tenía su propio pleito. ¿Y que tenían en común todos ellos o al menos la inmensa mayoría?, pues ser profundamente conservadores, el oponerse radicalmente a la ley de Reforma Agraria de la República y con ello consiguieron crear una inestabilidad política importante. Con motivo de los “pleitos”, se suspendieron muchas corridas, lo que en aquel momento de gran popularidad de los toros, dio lugar a múltiples y graves altercados de orden público.
Uno de estos “pleitos”, sobrevivió a la Guerra Civil Española y fue el que se denominó “de los matadores mexicanos”. Por motivos cogidos por los pelos, entre otros, que los mexicanos procedían de un país revolucionario ¿? Los matadores españoles, en su mayoría profundamente conservadores, se negaron a torear con toreros mexicanos, lo que produjo nuevamente muchas suspensiones y problemas de orden público. Pero todo esto tiene una segunda parte y es ya en plena posguerra la utilización política por el Régimen franquista de uno de los toreros más famosos Manuel Rodríguez “Manolete”, hijo y nieto de una familia de toreros profundamente reaccionarios de Córdoba. Pues bien, Manolete fue utilizado para romper el bloqueo a que el Régimen franquista estaba sometido en 1944, toreando en la ciudad de México a la par que intentando romper la preponderancia política que tenía en ese país el exilio republicano. Hay que recordar que México era la sede del gobierno de la II República en el exilio y en aquel momento se podía prever que iba a tener un destacado papel tras la victoria aliada en la II Guerra Mundial.
Hay que resaltar que en 2009 el Parlamento de Cataluña admite a trámite una Iniciativa Legislativa Popular para prohibir las corrida de toros en esta Comunidad, que finalmente es aprobada por mayoría en dicho parlamento en 2010 lo que significó un gran triunfo para los partidarios del respeto a los animales y en general contrarios a las corridas de toros. Es una lástima pues a una parte de sus promotores, creo que les importaban poco los animales y el fin del toreo y más el buscar un símbolo de enfrentamiento, entre una “tradición española” y Cataluña. Lastima otra vez porque en vez de buscar el enfrentamiento, debieran haber buscado la colaboración con quienes en el resto de España deseamos el fin de la fiesta de los toros.
Notas:
1.- Consta en la Wikipedia que uno de los toros mas famosos fue “Gordito” que el 26 de julio de 1869, recibió 30 varas de mano y mató 21 caballos.
2.- Documentada en los años 30 del siglo pasado en la película de Buñuel, “Las Hurdes, tierra sin pan”
3.- Una página taurina en donde se trata este tema es “Descabellos”
4.- En el café de Chinitas
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
«Soy más valiente que tú,
más gitano y más torero».
Sacó Paquiro el reló
y dijo de esta manera: «Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media».
Se presentan en la plaza
cuatro mozos muy gallardos,
ay, ay.
Manuel Sánchez llamó al toro;
nunca lo hubiera llamado,
ay, ay,
por el pico de una albarca
toda la plaza arrastrando;
ay, ay.
Cuando el toro lo dejó,
ya lo ha dejado sangrando,
ay, ay.
Amigos, que yo me muero;
amigos, yo estoy muy malo;
tres pañuelos tengo dentro
y este que meto son cuatro.
Que llamen al confesor,
pa que venga a confesarlo.
Cuando el confesor llegaba
Manuel Sánchez ha expirado.
5.- Los datos de interés por la lidia están tomadas de estudios sociales del INE y del instituto Gallup, en cuanto al número de festejos taurinos es una estadística elaborada por AVATMA Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y contra el maltrato animal