Tiempo de canallas

Tiempo de canallas
Acabo de leer que la Corte Constitucional guatemalteca ha anulado la condena contra Efraín Ríos Montt, acusado de ser uno de los principales responsables del genocidio maya. Se ha alegado su presunta indefensión porque su abogado fue expulsado de la sala durante unos minutos por cuestionar la imparcialidad del tribunal. Por desgracia, el genocidio del pueblo maya sólo es una nota a pie de página en la historia reciente. Se trata de una tragedia escasamente conocida. Instigado por Estados Unidos, el Ejército guatemalteco acabó con la vida de 250.000 personas. En el informe “Memoria del silencio. Guatemala: Nunca más”, se recogen testimonios de embarazadas destripadas, niñas de doce años violadas y decapitadas, recién nacidos empalados. Al igual que en otros genocidios, los verdugos se ensañaron con las mujeres y los niños, pues constituían la fuente de vida y esperanza de un pueblo, la garantía de un porvenir que se les pretendía arrebatar mediante una matanza cuidadosamente planificada. La absolución de Efraín Ríos Montt (no creo que su avanzada edad permita un nuevo juicio) coincide con otras noticias nefastas. Saber que el gobierno español destinará 280.000 euros a reformar la Basílica del Valle de los Caídos y contemplar a María de los Llanos, delegada del gobierno en Cataluña, entregando hace unos días un diploma a la Hermandad de Combatientes de la División Azul durante un acto de homenaje a la Guardia Civil, corrobora que vivimos en un tiempo de canallas, donde se escarnece y humilla a las víctimas y se ensalza a los verdugos. Cristina Cifuentes lo ha dejado muy claro: “Si sacas la pistola, es para disparar”. No creo que hable en broma.
 
La anulación de la sentencia de Efraín Ríos Montt me ha recordado a Alfonso Guerra invitando a los argentinos a pasar página y aceptar las leyes de amnistía aplicadas a los militares implicados en el asesinato de 30.000 personas durante el Proceso de Reorganización Nacional. No puedo estar de acuerdo. Los crímenes contra la humanidad son imprescriptibles e imperdonables. En la Masacre de Las Dos Erres, los Kaibiles (una fuerza de élite del Ejército guatemalteco entrenada por militares norteamericanos) aniquilaron a todos los habitantes del poblado, con el pretexto de que colaboraban con la guerrilla marxista. Entre el 6, 7 y 8 de diciembre de 1982 se torturó, violó y asesinó a hombres y mujeres. Los soldados mataron a los niños y los recién nacidos estrellando sus cabezas contra las rocas. Muchas de las víctimas fueron arrojadas al pozo del pueblo. En julio de 1994, un equipo de antropólogos argentinos exhumó los cadáveres. La Asociación de Familiares de Detenidos y Desparecidos de Guatemala (FAMDEGUA) asumió los costes, pues el Estado se negó a colaborar con ningún tipo de ayuda material o moral. Sólo en el pozo del pueblo se hallaron los huesos de al menos 162 personas. 67 eran niños y niñas menores de 12 años, con una edad media de siete años. Amnistía Internacional reflejó los resultados de la investigación en su informe de 1995. Efraín Ríos Montt era presidente de Guatemala en esas fechas. La anulación de la condena de 80 años dictada contra él por un tribunal de justicia no es una anomalía jurídica, sino la norma en un mundo donde los genocidas raramente pagan por sus crímenes. Pinochet se libró de los procesos abiertos contra él, alegando “demencia subcortical, de leve a moderada”. Su lucidez en una entrevista concedida en 2003 donde declaraba que no se arrepentía de nada y que volvería a actuar del mismo modo puso de manifiesto el engaño urdido para escapar al brazo de la justicia. De las miles de personas que trabajaron en Auschwitz como celadores, soldados, oficinistas o empleados de mantenimiento, sólo dos docenas fueron juzgadas y condenadas.
 
No voy a demorarme en el caso de Franco, agasajado por Estados Unidos por su defensa de la civilización occidental frente a la barbarie soviética. Sin embargo, quiero mencionar que el 9 de agosto de 1974 el recién elegido presidente Gerald Ford le envió un mensaje confidencial, lleno de estima y consideración: “Tú, como amigo, debes entender que nuestro adversario no puede engañarse sobre la determinación de los Estados Unidos para defender sus propios intereses y para apoyar a nuestros aliados y amigos. Sé que puedo contar contigo y con el pueblo español […] Espero la continuación de esta cercana relación de amistad que nuestros dos países han disfrutado durante años”. Este cable diplomático salió a la luz gracias a WikiLeaks y no ha sido desmentido por nadie. A fin de cuentas, todos sabían que Washington siempre consideró a Franco una pieza esencial en su estrategia anticomunista. No sólo le proporcionaba una ventana al Mediterráneo, sino que le permitía desplegar la Operación Gladio, un plan conjunto de la CIA y el MI6 para organizar atentados terroristas y golpes de Estado –como el de 1967 en Grecia- orientados a frenar el avance del comunismo en el Sur de Europa. Los canallas nos gobiernan desde hace mucho, sí, pero su desvergüenza se ha hecho particularmente escandalosa en los últimos tiempos. María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha y número dos del PP, acusa de nazismo a los activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y Felipe González manifiesta que nos encaminamos hacia “la anarquía disolvente”. Y cita como ejemplo que se agiten las banderas republicanas e independentistas. Con su particular sentido del humor, apunta: “Se va a montar un lío monumental” y bromea con la posibilidad de marcharse a 7.000 kilómetros de distancia, huyendo del barullo. Al leer sus declaraciones, recuerdo a José Bono invitando al desfile del 12 de octubre a la Hermandad de la División Azul durante su época de ministro de Defensa: “Nadie va a cuestionar mi amor a España”, respondió a los periodistas que afearon su iniciativa. Conviene recordar que la División Azul participó en ahorcamientos y fusilamientos de partisanos y miró hacia otro lado cuando contempló a las columnas de judíos desfilando hacia fosas comunes o campos de exterminio. En La División Azul. Rusia, 1941-1994, Jorge M. Reverte señala que los voluntarios españoles lucharon codo con codo con la Wehrmacht en su cruzada contra el bolchevismo, la masonería y el judaísmo. Juraron fidelidad ciega al Führer y participaron en el asedio de Leningrado, que causó la muerte de 1.250.000 personas por hambre, frío o bombardeos. Casi todas las víctimas eran civiles: niños, mujeres, ancianos. El PSOE y el PP han homenajeado a la División Azul de uno u otro modo, provocando una más que razonable indignación. Su entusiasmo contrasta con su indiferencia hacia las víctimas de la represión franquista. Se restaura el Valle de los Caídos, donde murieron 27.000 soldados republicanos forzados a participar en las obras como mano de obra esclava, pero no hay dinero para exhumar a las 113.000 personas enterradas en cunetas y barrancos, con el cráneo agujereado por ser comunistas, anarquistas, socialistas, liberales, independentistas o intelectuales desafectos al régimen nacionalsindicalista. Los restos de García Lorca continúan desaparecidos, pero las tumbas de Franco y José Antonio Primo de Rivera descansan en un siniestro mausoleo.
 
Hoy mismo, Esperanza Aguirre ha pedido a José Ignacio Wert que “llame a las cosas por su nombre”, liquidando la “neolengua” creada por los pedagogos socialistas. “Que a las asignaturas se les llame asignaturas, a los planes de estudio planes de estudio, a la geografía, geografía, a la historia, historia, a las oposiciones se les llame oposiciones, a los aprobados, aprobados, a los suspensos, suspensos y  a los exámenes, exámenes”. Los militantes del PP convocados en el acto celebrado en Chamberí han aplaudido con fervor tridentino. Creo que en este tiempo de canallas, hay que seguir el consejo de Esperanza Aguirre y llamar a las cosas por su nombre. Que a los interrogatorios de la Guardia Civil durante el régimen de incomunicación se les llame tortura; que a los jueces y los forenses de la Audiencia Nacional que conocen los hechos y no los denuncian, se les llame encubridores; que a los antidisturbios que disparan pelotas de goma a bocajarro o apuntando a la cabeza se les llame asesinos; que a los agentes de la Unidad de Intervención Policial o de las Brigadas Móviles de la Ertzaintza y los Mossos d’Esquadra que ocultan sus números de identificación, se les llame esbirros y criminales; que a los bancos que desahucian, socializan pérdidas y practican la usura, se les llame enemigos de la humanidad; que a las reformas, los recortes y las medidas a favor de la flexibilidad y la competitividad, se les llame robo, piratería y actos de rapiña; que a la exclusión de la sanidad de los inmigrantes ilegales y a la supresión de subsidios para personas dependientes o discapacitadas, se les llame genocidio; que a la actual reforma educativa, con el regreso de la religión como asignatura evaluable, se  le llame adoctrinamiento; que a los intelectuales que venden sus plumas al neoliberalismo rampante y a la Conferencia Episcopal, se les llame mercenarios y escritorzuelos; y que a los políticos que piden que se llame a las cosas por su nombre, protegiendo los intereses de las oligarquías financieras y condenando a los más débiles y vulnerables a la miseria, la impotencia y el desamparo, se les llame marrulleros, truhanes, bellacos, tunantes, miserables, bribones, fulleros, rufianes, maleantes, hipócritas, mentirosos, cínicos, lenguaraces, sabandijas. O tal vez no sean necesarios tantos epítetos y baste con una sola palabra: fascistas. No malgastemos energías con unos personajes que ya se han ganado un lugar de honor en la historia universal de la infamia.
 
 

 

LQSRemix

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar