Visiones caprichosas en óleos y en petroglifos

Visiones caprichosas en óleos y en petroglifos

Por Nònimo Lustre.

Hoy las ciencias psicológicas ‘avanzan-que-es-una-barbaridad’. Su último hallazgo ha consistido en una palabra pareidolia, que se define en la ubicua wikipedia como “un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) se percibe como una forma reconocible, debido a un sesgo perceptivo.” Ejemplos: Visión de animales o rostros en la forma de las nubes; audición de mensajes reconocibles en grabaciones en idiomas desconocidos o reproducidas al revés y/o avistamientos de ovnis, críptidos, fantasmas u otros fenómenos paranormales.

Hoy vamos a comparar dos casos de imágenes amazónicas: unas del siglo XVII y otras actuales. En el segundo caso, percibimos una forma de “pareidolia etnohistórica”. Es decir, creemos ver que unas caras grabadas en las piedras orilleras que han aparecido por la actual sequía fueron obra de los antiguos amerindios. Comprendemos que esa (aventurada) datación atrae al turismo porque está anclada en un firme prejuicio europeo: que los indígenas amazónicos llegaron al Gran Río hace muchos años (uno o dos milenios lo cual no son “muchos años”) y, sobre todo, que su afición a los petroglifos (grabar figuras en las piedras) se remonta a los mismos milenios. Las dos creencias son falsas. Las compararemos con los cuadros de Eckhout, un artista neerlandés del siglo XVII:

Pareidolia de taller
Albert Eckhout (c.1610–1665) Dejando aparte a los ibéricos, fue uno de los primeros europeos septentrionales en pintar escenas de las Yndias. Viajó allá en el séquito del neerlandés Johan Maurits, Príncipe de Nassau-Siegen y Gobernador de Brasil, quien conoció personalmente el Neotrópico acompañado por otro artista, Frans Post (de 24 años), para que los dos dibujantes y pintores registraran a los amerindios, el paisaje, la flora y la fauna. Y también viajaron el naturalista Georg Marcgraf y el medico William Piso, ambos decisivos en la publicación en 1648 de una gran Historia Naturalis Brasiliae.

1650: Post disfraza tosca, misionera e informemente a las amerindias. En 1678, el Príncipe Maurits regaló 27 cuadros suyos -20, creados en Brasil- al rey Luis XIV de Francia. Los de su colega Eckhout están en Copenhague.

Aunque Eckhout vivió siete años en Pernanbuco, entonces en la Amazonía ‘neerlandesa’, no tuvo mucha intimidad con sus indígenas puesto que, en sus ocho cuadros ‘etnográficos’, a sus modelos les pone cara de neerlandeses. Es decir, tanto a los tapuyas (considerados malos) como a los tupís (buenos amigos de los invasores) les imagina pareidólicamente.

1641. La obsesión por el canibalismo: mujer Tapuya con restos humanos -mano y pie- listos para la olla. A la sombra de un árbol de Cassia grandis (cañandonga, cañafístola o cañafístula cimarrona) A sus pies hay un sapo, autóctono de la zona. En el fondo de la composición, un paisaje colonial: una hacienda con una casona y personas esclavizadas o indígenas, trabajando en una plantación.

1643. Indígena Tapuya. A sus pies, en el cuadrante inferior derecho, una mandioca (yuca) cortada por la mitad.

Detalle del anterior óleo: en su mano derecha, el Tapuya empuña un atlatl (propulsor, spear thrower) A la hora de lanzar venablos, el atlatl (término mexicano) daba una gran ventaja; fue, por ende, una herramienta muy útil para la guerra y/o caza (cf. Harold E.L. Prins. 2010. “The Atlatl as Combat Weapon in 17th-Century Amazonia: Tapuya Indian Warriors in Dutch Colonial Brazil,” en Newsletter of the World Atlatl Association: 23)

1641-1643. Se agradece que Eckhout retratara a las castas olvidadas -también lo hizo con mujeres, negros y mamelucas. En la foto, mulato con escopeta y espada flanqueado por una plantación de caña de azúcar y debajo de un árbol de papaya (Carica papaya, lechosa), Museo Nacional de Dinamarca, Copenhague.

Siete óleos etnográficos de Eckhout son fidedignos (todos menos el octavo, la mujer caníbal; cf. supra) cuando representan paisajes, flora y fauna con lujo de detalles cotidianos -especialidad de la escuela flamenca. Y etnohistóricamente, es muy de agradecer su registro del atlatl. Pero, en su conjunto, cojean cuando retratan a los amerindios puesto que imaginan a los indígenas con cuerpos aproximadamente cabales… pero con caras europeas. Suponemos que este detalle fue debido a que no tuvo indígenas en su obraje de pintura por lo que podríamos decir que nos sirvió un caso de pareidolia de taller.

Pareidolia etnohistórica

La extraordinaria seca (sequía en lengua lusa) en la cuenca amazónica del verano boreal del año 2023, propició titulares de alcance mundial como: “Las intrigantes caras talladas en rocas que quedaron expuestas por la grave sequía en el Amazonas” (V. Buschschlüter, BBC News, 24 oct. 2023) Continúa la noticia: “Una caída en el nivel del agua en el río Amazonas ha revelado grabados rupestres que habían estado en su mayoría sumergidos desde que fueron tallados hace más de mil años. Las rocas talladas quedaron expuestas durante la peor sequía jamás registrada en la zona. Una grave sequía hizo posible que ahora se puedan ver fácilmente los rostros humanos tallados en las rocas de la orilla. Algunos habían sido avistadas durante una sequía anterior [en 2010], pero los arqueólogos dicen que esta vez han podido localizar una mayor variedad de tallas. El hallazgo se realizó en la ciudad de Manaos, en el norte de Brasil.

El arqueólogo Jaime Oliveira dijo a medios locales que fueron tallados por personas que vivieron en la zona en la ‘época precolombina’: “Esta región es un sitio precolonial que tiene evidencia de ocupación que se remonta a hace entre 1.000 y 2.000 años… Lo que estamos viendo aquí son representaciones de figuras antropomorfas. Otra roca tiene surcos que, se cree, fueron utilizados por los indígenas de la zona para afilar sus flechas (amoladores) Las tallas fueron vistas por última vez en 2010, cuando el nivel del agua del Río Negro bajó a 13,63 metros. El domingo el nivel del río descendió por primera vez por debajo de los 13 metros y el lunes cayó aún más, hasta los 12,89 metros.”

¿Quiso decir Oliveira que el sitio de las caras estuvo habitado hace uno o dos milenios? Pues si se refiere al sitio exacto, no creemos que haya habido investigaciones pasaderas para asestar una declaración tan contundente. Pero si, como tememos, se refiere al curso medio del Amazonas a su paso por Manaos, entonces yerra gravemente porque hay infinidad de trabajos recientes que certifican que la cuenca del Gran Río estaba manejada por los amerindios hace varios miles de años -algunos creen, un tanto arriesgadamente, que diez, veinte mil años… o más.

Dos fotos de las ahora famosas “caras talladas”. Rudimentarias, convencionales según los esquemas gráficos occidentales y rematadamente feas: no son indígenas sino, seguramente, obra de caboclos, ribeiriños y/o amerindios muy aculturados -i.e., demasiado educados formal y oficialmente.

Vandalismo amazónico: pintadas en las piedras de Ponta das Lajes, cerca de donde el río Negro y el río Solimões desembocan en el Amazonas.

El peor estudiante de los petroglifos -amazónicos o en general-, sabe que esas caras rústicas, toscas, cuadradas u oblongas, se alejan mucho de las puras geometrías características de los petroglifos indígenas. Sin duda son pasatiempos de los colonizadores que ahora son observados dominados por la ilusión (pareidólica, etnohistórica si se quiere) de que fueron hechos por los abuelos indígenas. Lo cual nos advierte sobre el nulo conocimiento popular que se tiene en Occidente sobre las más sencillas elementalidades de la gráfica amerindia. Ningún amerindios perdería un minuto en grabar -con sudor o sin él- unas imágenes tan rudas, tan realista y explícitamente reconocibles. Ellos eran más de insinuar sentidos a través de las abstracciones.

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