La injustificable crueldad del Estado: Motxiladun umeak
Joan Martí*. LQS. Junio 2019
La dispersión y el alejamiento de los presos, es una pena que no existe en el Código Penal ni en la Ley de Enjuiciamiento Criminal y que sin embargo el Estado practica cada día con total impunidad
Motxiladun umeak (Los niños de la mochila), o la injustificable y absurda crueldad del Estado con personas que no han cometido delito alguno
En ningún apartado contempla el Código Penal ni la Ley de Enjuiciamiento Criminal el alejar al preso de su domicilio habitual o de su ámbito familiar, de sus vecinos y amigos, como parte de la pena que debe cumplir. Sin embargo, el traslado a una u otra cárcel del Estado forma parte del castigo suplementario al que se somete al preso por Instituciones Penitenciarias (dependiente del Ministerio del Interior del gobierno de turno) para quebrar o anular su voluntad y en muchos casos su deseo de vivir.
Si bien en la antigüedad, en la edad media, en la moderna y en los inicios de la contemporánea se mandaba a los presos a los penales de las colonias, (recuérdese a Papillón en la Guyana Francesa) la moderna doctrina jurídica, como conquista de la civilización, codificó el derecho penal hace ya casi dos siglos, y desde entonces la dogmática penal justifica la pena en la reparación del daño
causado y, sobre todo, en la reeducación o resocialización del penado, como ya explicó y defendió Concepción Arenal.
Por eso la pena tiene su tipicidad y cuantía en función del delito de que se trate, ya sea multa, trabajos sociales a beneficio de la comunidad, cárcel u otras accesorias. El TEDH ha sentenciado en contra de los Estados que aplican a sus nacionales este alejamiento innecesario como un castigo suplementario que la ley no prevé. Un castigo que se transforma en inhumanidad lacerante cuando se practica sistemáticamente para determinados grupos de presos, al afectar tanto a ellos como, sobre todo, a sus hijos, padres, familiares y amigos..
En el documental de la Eitb que sigue, se refleja la problemática de los familiares de los presos vascos y en particular de sus hijos, a los que se somete al drama de tener que viajar centenares de kilómetros en trayectos de muchas horas y kilómetros para ver a sus padres si acaso una hora y media. Una crueldad impropia de un Estado de derecho, que se dice democrático y que en la práctica actúa en términos vengativos contra ciudadanos que nada deben, usando arbitrariamente ese método de alejamiento a veces como moneda de cambio contra las asociaciones de presos y otras simplemente para captar los votos de los españoles eo eo, la parte más rancia, inculta, cerril y cruel de la sociedad, sin tener en cuenta el daño provocado a terceros de forma cruel y absurda.
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