Los pueblos indígenas, un escudo contra la deforestación

Los pueblos indígenas, un escudo contra la deforestación
La joven militante guajajara Djelma Viana, del territorio autóctono Rio Pindaré, al norte de Brasil. La hoja que muestra es utilizada en rituales de sanación. © Genilson Guajajara

Por Liz Kimbrough*

Los bosques tropicales mejor protegidos del mundo están en los territorios de los pueblos indígenas. La Constitución brasileña concede a estas comunidades el aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales en determinadas zonas de sus tierras ancestrales, pero el procedimiento administrativo es lento y, por ahora, solo alcanza a una pequeña parte de la selva amazónica

“Si el bosque sigue ahí, es gracias a la presencia de los pueblos indígenas. Hoy en día, esa es la misión más importante, porque esa misión no solo protege nuestras vidas, sino las vidas de toda la humanidad”, afirmaba Txai Suruí, militante del pueblo Paiter Suruí y coordinadora del movimiento de la juventud indígena de Rondônia, en Brasil.

Txai forma parte del movimiento global que pide que todos los territorios autóctonos de la Amazonia, especialmente en Brasil, sean reconocidos oficialmente por el gobierno a través de un procedimiento de demarcación.

Esa demarcación (en portugués, demarcação), cuyo principio figura en la Constitución brasileña de 1988, consiste en delimitar una parte del territorio en la cual los pueblos indígenas tienen derechos exclusivos de gestión.

Los pueblos indígenas, que por lo general no practican la ganadería extensiva y tampoco emplean maquinaria agrícola pesada, explotan la selva de una manera sostenible. De hecho, aunque representan apenas el 5% de la población del planeta, esos pueblos protegen el 80% de la biodiversidad mundial, y los bosques tropicales mejor preservados del mundo se encuentran en las zonas autóctonas protegidas.

Según datos publicados por el colectivo de investigación MapBiomas, las tierras indígenas reconocidas por el gobierno brasileño apenas perdieron el 1% de la vegetación original entre 1990 y 2020, es decir, veinte veces menos que las zonas privadas. Un informe del Proyecto Monitoreo de la Amazonia Andina (MAAP) mostraba en marzo de 2023 que las zonas protegidas y los territorios autónomos de la selva amazónica apenas han perdido un tercio del bosque primario, en comparación con las zonas no protegidas.

Consentimiento previo

“Decir que esta tierra es autóctona equivale a decir que ninguna explotación minera ni propiedad privada están autorizadas, y que todo lo que afecta a este territorio tendrá que ser objeto de consulta con los pueblos indígenas y obtener su consentimiento previo, libre e informado”, explica Ana Carolina Alfinito, asesora jurídica de la ONG Amazon Watch, con sede en Estados Unidos.

El procedimiento de demarcación en Brasil, donde radica la mayor parte de la Amazonia, es largo y complejo. Primero, el grupo indígena debe redactar un informe en el que se demuestre que el territorio ha sido ocupado tradicionalmente por su pueblo o que es necesario para preservar su modo de vida habitual. Luego, es preciso obtener la aprobación del presidente de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (FUNAI) y la validación del Ministerio de Pueblos Indígenas, de reciente creación. Tras la validación, el expediente pasa al Presidente de la República, que confirma la demarcación y de ese modo le otorga carácter oficial.

Por último, queda la tarea más difícil: lograr la expulsión de los ocupantes no indígenas de las tierras y garantizar que los terrenos estarán disponibles para los pueblos indígenas a los que pertenecen. Un proceso que puede ser largo, difícil y violento.

Pequeñas victorias

Brasil cuenta actualmente con 733 territorios autóctonos, de los cuales 496 están reconocidos por el gobierno. Los 237 restantes se encuentran en diferentes etapas del proceso de demarcación. “Esas pequeñas victorias, esas etapas formales del reconocimiento de la condición tradicional de esas tierras, son muy importantes”, señala Ana Carolina Alfinito, “pero se trata de una batalla constante”. Cabe recordar que la demarcación no ha creado nada nuevo, sino que solo ha reconocido oficialmente los derechos de los pueblos indígenas sobre las tierras existentes.

La puesta en vigor de las demarcaciones no soluciona todos los problemas. Casi el 10% de las tierras oficialmente delimitadas no se benefician de la protección estipulada por la Constitución porque están en disputa con otros agentes o son objeto de intrusiones y actividades ilícitas, como la explotación minera, la forestal o el tráfico de drogas. “Seguiremos vigilando nuestras tierras, aunque nos sigan atacando”, afirma Maria Leusa Munduruku, jefa del pueblo Munduruku. “Poco importa que el territorio haya sido delimitado o no, ¡esas tierras nos pertenecen!”.

* Liz Kimbrough es periodista para Mongabay, una ONG con sede en Estados Unidos que genera contenidos sobre ciencias medioambientales

– Publicado en “El Correo de la UNESCO”.

Comparte este artículo, tus amig@s lo agradecerán…
Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es; Bluesky: LQSomos;
Telegram: LoQueSomosWeb; Twitter (X): @LQSomos;
Facebook: LoQueSomos; Instagram: LoQueSomos;

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar