Sínkope, creer y luchar…

Sínkope, creer y luchar…

Por Mariano Muniesa

Así se llama el nuevo disco de esta formidable y veterana banda extremeña de rock estatal, que me gusta mucho, sobre todo en directo – nunca olvido su concierto en el Festival A Cop de Rock de Tarragona de 2018- y cuyo nuevo disco me parece sensacional

Significativamente este nuevo disco se titula ‘Creer y luchar’. Bien, sin ánimo de enmendarles la plana, y mucho menos a ese cronista de la vida, a ese poeta y filósofo de lo humano y lo cotidiano que es Vito, yo creo que este disco debería llamarse ‘Creer y luchar… y pensar’. Y sentir.

Es un disco de puro y genuino rock estatal, con ese punto rural del que Sínkope siempre se han reclamado, pero que no deja de tener un punto de conexión con el rock urbano, matizado por la propia personalidad que la banda ha atesorado en todos estos años de existencia y en la que este disco se reafirma, diría yo que a través, por un lado, de una mayor dureza, de guitarras más recargadas y más solidez, más contundencia en todo el conjunto; y por otro, en ese tono reflexivo, intimista a veces, exhortante en otros, de sus letras.

De ahí proponía yo lo de pensar, en tanto que muchas de las letras son auténticas confesiones de su autor, que tal y como nos dice en la entrevista que publicaremos en La Heavy número 466, ha experimentado cambios importantes en su vida, que se traducen en cierta medida en sus textos.

Entrando primero en la música, en el ropaje sonoro que envuelve las canciones de ‘Creer y luchar’, el esquema en lo que a composición se refiere no entraña grandes cambios con respecto a lo que es el estilo de los extremeños, aunque hay un poco de todo: hay temas rockeros, fuertes y duros, entre el punk rock y el rock ‘n’ roll callejero y de barrio, como “Esquinas” o “Y sigo sin creer en dios”, esquema que se repite por ejemplo en “No se dijeron ni mu”, construida sobre un riff de guitarra formidable y cuyas melodías y coros creo que tienen un eco sutil pero muy sugerente de Barricada.

Sin embargo, en canciones como “Y me puse a hablar conmigo”, el tono reflexivo de la letra se acompaña bien de un medio tiempo algo más relajado, que en “A medida que gastamos el camino” se mueve entre partes semiacústicas y arranques eléctricos acelerados muy originales, al igual que en “Volvió la luz”. Sin obviar el atractivo toque flamenco de “Elegantemente desnuda”.

En cuanto a esas letras, reflexivas, poéticas y desgarradas, estoy seguro de que les tocará la fibra sensible la de “Esquinas”, una cruda y descarnada visión de la explotación sexual, la sensación ante la cercanía de la muerte en “Y me puse a hablar conmigo”, las referencias mitológicas (Euterpe) en “Preñando renglones” o la en cierto modo autobiográfica “Y sigo sin creer en dios”, acerca del nuevo estilo de vida de Vito (“Ya no beso la noche / ni abrazo la madrugá / ni me sumo al consumo”).

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