Un monstruo de tres cabezas

Un monstruo de tres cabezas
Hace referencia tanto al objeto bandera como producto, a un determinado tipo de familia como producto, un estado como producto, etc., etc. La obra consiste en una instalación donde se expone cuatro trajes para un "grupo familiar institucional" y tradicional: padre, madre, hijo e hija. Las ropas serán a tamaño natural. Familia como producto, que defiende lo que le marque el sistema dominante: Patria- patriarcado-nacionalismo español y parafernalias varias. Grupo social que asume todos los constructos sociales sin cuestionar veracidad, implicaciones, etc.

Juan Gabalaui*. LQS. Octubre 2020

En un contexto de incertidumbre y de desconfianza hacia la política, el fanatismo y la inconsciencia se abren paso de forma sorprendentemente sencilla

Cuando el Partido Popular entró en descomposición se materializó su esencia liberal, importada de los Estados Unidos y alejada de la tradición liberal europea, en Ciudadanos y su esencia más reaccionaria en VOX. Ciudadanos estaba por ahí, con Albert Rivera saliendo desnudo en portadas de revistas para llamar la atención, como los niños pequeños, y pactando en sus inicios con un partido de extrema derecha como Libertas. No pintaban nada en el panorama político nacional. Formaban parte del folclore y el bullicio de la política catalana y competían en nacionalismo español con el partido UPyD de la resentida Rosa Díez y el insustancial Partido Popular de Catalunya.

Alborotadores que hablaban de la libertad, en términos genéricos y confusos, pero nunca de la emancipación, lo cual era un indicador de lo poco que les importaba la libertad de las personas. Su nacionalismo bebía de la tradición nacionalista española, heredera de la dictadura fascista, que les convertía en la práctica en exaltados e irracionales soldados de la unidad de España. Esta mezcla de difusa libertad y fanático nacionalismo les convirtió en un contenedor atractivo para las decenas de votantes populares abrumados por el más de un centenar de casos de corrupción que afectaban al Partido Popular, aglutinador de los votos de la derecha política durante la posdictadura.

Un político mediocre como Santiago Abascal, incapaz de medrar en la estructura del Partido Popular y con el único aval, para la derecha reaccionaria, de haber nacido en Bilbao en pleno conflicto vasco, fundó el otro partido que conquistó a la parte más irracional, fanática e inconsciente de los populares. Pasaron de la irrelevancia política a aprovechar el proces catalán para incendiar los espíritus y llamar a rebato al grito de Por España. Hacen también un uso abusivo de la idea de libertad, recuperan la España y la antiespaña y el guerracivilismo, vuelven a ver comunistas por todas partes y hacen de la paranoia política un estilo de vida. Se consideran a sí mismos librepensadores aunque sus ideas son más viejas que cascorro y utilizan las redes sociales de forma compulsiva en un ejercicio cutre de agitprop.

Abascal y compañía son expertos en alborotar y en decir estupideces con cara seria y grave como si se hubiera muerto un familiar. Sería hilarante si no fuera porque hay millones de personas que los apoyan. En un contexto de incertidumbre y de desconfianza hacia la política, el fanatismo y la inconsciencia se abren paso de forma sorprendentemente sencilla. Un fenómeno que sobrepasa las fronteras del estado español. La versión nacional agita la bandera de su particular idea de la libertad y del nacionalismo más peligroso y dañino de la historia de este estado.

Podríamos decir que la putrefacción del Partido Popular produce monstruos. La corrupción ha desatado las fuerzas internas que contenía el partido. Sin control. Ahora nos encontramos con un monstruo de tres cabezas. Esta es la maldición de la derecha española que ha sido incapaz de analizar y reflexionar sobre su papel en la II República, la Guerra Civil y la dictadura fascista. Su talante en pleno siglo 21 les delata. No han sido capaces de enfrentarse a los hechos criminales que apoyaron. No han sido capaces de mirar directamente al sufrimiento que provocaron. La inconsciencia les lleva a defender los mismos planteamientos que la derecha de los años treinta del siglo 20.

Viven enjaulados en un mundo que ya no existe, del que son incapaces de extraer un aprendizaje que les permita superarlo. Viven en una constante guerra civil mental. La incapacidad para aprender les ha llevado a apoyar regímenes autoritarios y criminales como el chileno de Pinochet, aún sabiendo que había cientos de desaparecidos y se estaban cometiendo asesinatos. Aún sabiendo. Siempre han encontrado una justificación. Siempre se han situado al lado del opresor y en contra de las personas. Y esta actitud solo se puede entender desde la ceguera intelectual y la falta de reflexión sobre lo que piensan y lo que hacen. Sin este ejercicio analítico, la derecha española no tiene ni tendrá remedio.

Imagen: Producto Nacional 1975-2020, de Marivi Gallardo

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