Julio Cortázar: fantástico y real
Por Daniel Alberto Chiarenza*
Julio Cortázar, nacido el 26 de agosto de 1914 en Bruselas, es uno de los escritores más emblemáticos y originales de la literatura hispanoamericana. Su obra sigue cautivando a lectores de todo el mundo, dejando una huella imborrable en la narrativa contemporánea.
El legado de un autor que rompió con los moldes tradicionales y revolucionó la literatura con su estilo único y su visión del mundo.
Julio Florencio Cortázar nació en Ixelles, un suburbio del sur de Bruselas (Bélgica). Murió en París, el 12 de febrero de 1984. “Cocó”, como lo llamaba su familia, era hijo de Julio José Cortázar y María Herminia Descotte. Su padre era funcionario de la embajada Argentina en Bélgica. Luego, Julito diría: “Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia”.
A fines de la Primera Guerra Mundial, los Cortázar pasaron a Suiza valiéndose de la nacionalidad alemana de su abuela materna, y de allí a Barcelona. A los cuatro años volvieron a Argentina y pasó el resto de su infancia en Banfield, con su madre, una tía y su hermana menor Ofelia. Vivió en una casa con fondo (Los venenos y Deshoras, están basados en sus recuerdos infantiles); no fue feliz. “Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente”.
Él, ya siendo un escritor e intelectual, nunca renegó de su nacionalidad argentina. Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra la dictadura argentina.
Cortázar decía que su infancia la pasó con un sentido del tiempo y del espacio diferente al de los demás. Niño enfermizo, estuvo mucho tiempo en cama, la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba las lecturas, convirtiéndose en la iniciadora de su camino de lector, y luego de escritor. De niño ya había leído a Julio Verne, Victor Hugo y Edgar Allan Poe, padeciendo por ello frecuentes pesadillas. Pasaba horas leyendo un diccionario Pequeño Larousse. Leía tanto que su madre acudió al director del colegio y luego a un médico para preguntarles si era normal, y éstos le recomendaron que su hijo dejara de leer o leyera menos durante cinco o seis meses, para que pudiera tomar sol.
Fue un escritor precoz, antes de los diez años había escrito una pequeña novela -perdida, según el pequeño autor- e incluso, antes, algunos cuentos y sonetos. Dada la calidad de sus escritos, su familia -hasta su madre- dudó de la veracidad de su autoría, lo que generó una frustración en Cortázar.
Sus cuentos son autobiográficos y relatan hechos de su infancia, como Bestiario, Final del juego, Los venenos y La señorita Cora.
Realizó su primaria en la Escuela Nº 10 de Banfield, se formó como maestro normal (1932) y profesor en Letras (1935) en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta.
Allí surgió “La escuela de noche” (Deshoras). Comenzó a frecuentar los estadios de box. Admiraba al hombre que siempre iba para adelante y a pura fuerza y coraje conseguía ganar (Torito, Final del juego).
A los 19 años, leyó Opio: diario de una desintoxicación de Jean Cocteau, traducido por Julio Gómez de la Serna y con prólogo de su hermano Ramón. Lo deslumbró y se convirtió en uno de sus textos de cabecera.
Dictó clases en Bolívar, Saladillo (ciudad que figura en su Libreta de Enrolamiento); y luego en Chivilcoy. Vivió en cuartos solitarios de pensiones aprovechando todo el tiempo libre para leer y escribir (Distante espejo). Entre 1939 y 1944 Cortázar vivió en Chivilcoy, en cuya Escuela Normal daba clases como profesor de literatura y era asiduo concurrente a las reuniones de amigos que se hacían en el local de fotografía de Ignacio Tankel. Éste lo tentó con la realización de su primera y única participación en un texto cinematográfico, donde colaboró en el guion de la película La sombra del pasado, que se filmó en esa ciudad entre agosto y diciembre de 1946. Ese episodio fue tratado en el film documental Buscando la sombra del pasado, dirigido por Gerardo Panero, estrenado en 2004.
En 1944 se mudó a Mendoza, en cuya Universidad Nacional de Cuyo impartió cursos de literatura francesa.
Es uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera de lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el surrealismo.
“También las novelas reciben una detenida consideración: el juego, el humor y el amor en Rayuela («Eros ludens»), su composición integradora de los diferentes fragmentos de discursos confrontados («El colage literario: genealogía de Rayuela») El colage, procedimiento consagrado por la vanguardia francesa y anglosajona, utilizado de la poesía hispanoamericana por Huidobro y Vallejo (Altazor, Trilce) implantado definitivamente por T.S. Elliot y Joyce (The West Land, Ulysses) en la narrativa, goza de una discreta aplicación con El señor Presidente, de Miguel Angel Asturias para convertirse en paradigmático en Rayuela. Prólogo de Enrique Morillas en Saúl Yurkievich: Julio Cortázar: al calor de tu sombra. Bs. As. Editorial Legasa, 1987.
Vivió casi toda su vida en Argentina y buena parte en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y París, ciudad donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras.
“Nunca tuve ocasión de encontrarme con Julio Cortázar en persona, y es algo de lo que a veces me conduelo. Nunca coincidimos en ningún acto. Nunca fui a que me firmara alguno de sus libros. Nunca le mandé una carta. Ni lo visité en ninguna de sus casas parisinas. La de la rue Martel, en el número diez, o la de la rue de L’Éperon, en el tres: un pequeño apartamento en un tercer piso sin ascensor donde había una plaquita con su apellido en el portal, Cortázar, y al que acudían todos los escritores jóvenes que pasaban entonces por París, a quienes siempre recibía, generoso y atento, con sus erres guturales, su mirada melancólica y sus manos, afectuosas, de gigante”. Cortázar y los libros. Jesús Marchamalo, Madrid, Cátedra, 2022.
Además de su obra como escritor, fue también un reconocido traductor, oficio que desempeñó, entre otros, para la Unesco.
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