Roy Eldridge en 5 piezas
Como ocurre con todos los grandes intérpretes, su voz es inconfundible. Su sonido y su estilo son exclusivamente suyos. Considerado unánimemente el eslabón entre Louis Armstrong y Dizzy Gillespie, su contribución a la trompeta va mucho más allá de ser un puente entre tradición y modernidad.
Inspirado tanto por Armstrong (vía Henry ‘Red’ Allen, Red Nichols y Rex Stewart) como por saxofonistas como Benny Carter y Coleman Hawkins (en ellos se encuentran las principales raíces de su fraseo), Eldridge fue –y sigue siendo– uno de los principales y más influyentes trompetistas de la historia del jazz.
Artie Shaw compuso el tema “Little Jazz” para él, a partir del apodo que le había puesto Otto Hardwick a principios de los años 30 (y que le acompañaría toda su vida) aludiendo, posiblemente, a su estatura. Su jazz tenía bien poco de pequeño.
He aquí una escueta selección con algunos grandes momentos de la carrera de Roy Eldridge, un menú degustación para descubrirle o recordarle. No es una antología ni un “best of”; sólo un puñado de temas extraordinarios.
Gene Krupa & his orchestra – Let Me Off Uptown (1941)
Aunque en 1941 Eldridge ya tenía mucha carretera, fue entonces cuando le llegó la popularidad en el seno de la orquesta del baterista Gene Krupa. Duke Ellington y Charlie Barnet le habían tirado los trastos antes, pero fue finalmente Krupa quien empleó a Roy como solista estrella, convirtiéndole en uno de los primeros músicos negros que militaron oficialmente en la sección de metal de una orquesta blanca.
Este tema de Earl Bostic, cantado de forma espectacular a medias entre Anita O’Day y el propio Eldridge, fue el espaldarazo definitivo para convertir al trompetista en una de las grandes figuras de la época (el disco llego al top ten de Billboard y se mantuvo doce semanas en las listas americanas. Sí, maravillas como esta eran música comercial en su época). La fluidez de las voces de O’Day y Eldridge y el meteórico solo de trompeta hacen de esta una pieza inolvidable que suena tan bien como hace 70 años.
Una curiosidad: en su disco “Happy Time” (1975), Eldridge hace una surrealista versión del tema cantando todas las partes de voz (utilizando un primario falsete para cubrir las de Anita O’Day) en un perturbador momento jazzístico a lo Doctor Jekyll y Mr. Hyde.
Roy Eldridge & his orchestra – Stormy Weather (1954)
En 1950, durante una gira europea junto a Benny Goodman, Eldridge decidió instalarse en Paris durante algo más de un año (una curiosidad: en aquella época Eldridge llegó a girar brevemente con Charlie Parker por Suecia, aunque no existe testimonio grabado de aquella colaboración).
Aunque Roy estaba muy a gusto en el viejo continente, el célebre productor Norman Granz consiguió hacerle volver a EE.UU., iniciando una fructífera colaboración discográfica inmejorablemente recopilada en la caja “The Complete Verve Roy Eldridge Studio Sessions”, publicada por el sello Mosaic en 2003.
Este tema (y toda la sesión de aquel día), editado originalmente en el álbum “Little Jazz”, es un alarde de personalidad y buen gusto. La forma en la que Eldridge desgrana las frases, retrasando ligeramente el tiempo, haciendo hincapié en la expresividad de las notas –deformándolas, en ocasiones, hasta el límite del tono– y dando sofisticadas pinceladas de blues en algunos momentos, es oro puro. Una furiosa introducción con sordina da pie a una interpretación que muestra perfectamente una de las principales características del estilo de Eldridge: su tono es tan voluminoso en las partes más suaves como en las más fuertes, y suena con total autoridad en todo momento.
Count Basie – One O’Clock Jump (1957)
El concierto de la orquesta de Count Basie en Newport en 1957 fue una auténtica catarsis. Para entonces el bebop y sus derivados ya llevaban más de una década en danza, y orquestas como las de Basie eran supervivientes del naufragio de una época que ya quedaba lejos. Presentó el show John Hammond, el mismo que descubrió a Basie en una emisora de radio, mientras conducía por Kansas City veinte años atrás. La renovada orquesta del conde estaba en su mejor momento, con una formación engrasada y difícil de superar, y a ella se fueron uniendo viejos e históricos miembros. Así, Lester Young (que no estaba en su mejor momento) se midió con Frank Wess y Frank Foster, Jo Jones tomó prestada la batería de Sonny Payne y Jimmy Rushing reemplazó en algunos temas al vocalista titular Joe Williams (cuya soberbia actuación se mantuvo inédita hasta la edición en CD).
El gran final no podía ser otro que “One O’Clock Jump”, un contagioso blues que, para rizar el rizo, la orquesta de Basie había grabado por primera vez exactamente 20 años antes, el 7 de julio de 1937. Para la ocasión subieron al escenario dos invitados especiales: el fogoso saxofonista Illinois Jacquet y nuestro protagonista, Roy Eldridge. Y se armó gorda, claro.
El tema está construido para crecer vuelta a vuelta, para empujar al oyente a levantarse de la silla, incluso contra su voluntad si fuese necesario. En esta versión, los sucesivos solos de Basie, Young, Joe Newman e Illinois Jacquet calientan la cosa antes de que, tras un económico puente a cargo del líder, estalle la bomba Eldridge. Su solo está construido milimétricamente sobre una orquesta que galopa al ritmo de jump para lanzar a la estratosfera a cualquiera que se ponga por delante. En serio: si puede escuchar este tema completo sin acabar moviendo su cuerpo al compás, hágaselo mirar; tal vez esté muerto.
Jazz Artists Guild – Mysterious Blues (1960)
Sólo tres años después del concierto de Count Basie, Eldridge volvió al festival de Newport en circunstancias muy diferentes. Ante la excesiva comercialización del festival, un puñado de músicos jóvenes decidieron plantar cara a Newport organizando un contra-festival. Los cabecillas no eran otros que Charles Mingus y Max Roach, y consiguieron enrolar en su aventura a recién llegados como Ornette Coleman, boppers como Kenny Dorham y figuras de la vieja escuela como Jo Jones y el propio Roy Eldridge. El festival no pudo grabarse pero, cuatro meses después del mismo, el crítico y escritor Nat Hentoff produjo el álbum “Newport Rebels” para el recién fundado sello Candid.
La gracia del evento no es sólo la música –que es excelente– sino la confluencia de músicos como Jones y Eldridge con Charles Mingus o Eric Dolphy. Esta sesión no es un hito en la carrera del trompetista, pero sí una prueba de que podía batirse con músicos muy modernos sin titubear. En “Mysterious Blues”, tema nacido en el propio estudio el día de la sesión, Eldridge improvisa junto a Jimmy Knepper, Mingus y el fascinante Dolphy como si fuesen de la misma generación.
Coleman Hawkins, Roy Eldridge, Johnny Hodges – The Rabbit In Jazz (1962)
Por encima de Chu Berry y Richie Kamuca, el saxo tenor que más regularmente acompañó a Eldridge fue Coleman Hawkins, principal influencia y alter ego musical del trompetista. Hawkins y Eldridge crearon música fabulosa juntos, y por eso parece una buena idea terminar con ellos mano a mano.
Grabado durante una residencia de Hawkins en el Village Gate neoyorquino, este álbum contó con la presencia de Eldridge y de uno de los mejores saxos altos de la historia, el ellingtoniano Johnny Hodges; una front line bastante imbatible. El tema seleccionado es un suntuoso blues de doce compases que ocupaba toda la segunda cara del LP original con sus casi diecisiete minutos de groove arrastrado. Tanto Hawkins como Hodges dominan el blues a la perfección, pero es Eldridge quien roba el show en este tema, construyendo una improvisación meditada que va creciendo en intensidad, mediante frases sugerentes, growling, vibrato y saltos de tono con sobreagudos que desafían al mismísimo Cat Anderson. Expresividad en estado puro.
Una curiosidad: el texto de la carpeta en la primera edición del CD (1992) está escrito por Harvey Pekar, creador de la imprescindible serie de cómics American Splendor y avezado crítico de jazz en numerosas publicaciones.