Nicolás Guillén y sus versos en ritmo de Sóngoro Cosongo
Por Daniel Alberto Chiarenza*
El 10 de julio de 1902 nació en Camagüey, Cuba, Nicolás Guillén, uno de los poetas más influyentes del siglo XX. Guillén revolucionó la literatura cubana con su obra Sóngoro Cosongo, integrando ritmos afrocubanos y reivindicando la cultura mestiza. Sus versos no solo reflejan la esencia transcultural de Cuba, sino que también destacan la importancia de la herencia africana en la identidad caribeña.
El legado poético de Nicolás Guillén y su impacto en la literatura afrocubana
Nicolás Cristóbal Batista Americano Guillén, más conocido como Nicolás Guillén, inició sus estudios en la Universidad de La Habana y los abandonó para dedicarse plenamente a la poesía y al periodismo. Viajó por países de Europa y de toda América, en los que permaneció largo tiempo, dictando conferencias y ofreciendo lecturas de sus versos. En 1930 publicó Motivos de son, poemas escritos con ritmos de baile cubano, que provocaron un original y escandaloso hecho literario.
En 1931 desarrolló los esquemas de los Motivos, apareció Sóngoro Cosongo. Esta obra provocó una revolución en todo lo que implicara reivindicación merecida de lo denominado “afrocubano o mestizo, como gustaba a él llamarlo” y, por fin, reconociendo las raíces transculturales (es decir, del toma y daca entre mambí –esencia rebelde de los pueblos originarios-, español y esclavo africano) de la particulares formas idiomáticas cubanas, caribeñas y de otros países que utilizaron para comunicarse por mucho tiempo el yoruba. Precisamente el yoruba es un continuo dialectal del África Occidental y que forma parte del benué-congo; se habla en Nigeria, donde es una de las lenguas oficiales, así como en Benín y Togo. El nombre nativo es edé Yoruba.
Guillén sostuvo la presencia afro dentro de la poesía contemporánea como una profunda expresión americana en aquellas latitudes donde el negro participó en la integración del perfil criollo. Su obra, desbordante de contenido humano y de una frescura rítmica inigualable, lo sitúa entre los grandes poetas afrodescendientes modernos del idioma español.
Pertenecen a su extensa bibliografía: España (1937), El son entero (1947), La paloma de vuelo popular (1958), Elegías (1958).
A continuación transcribimos un fragmento del principal poema escrito en West Indies Ltd.:
“West Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente.
Éste es un oscuro pueblo sonriente,
conservador y liberal,
ganadero y azucarero,
donde a veces corre mucho dinero,
pero donde siempre se vive muy mal.
El sol achicharra aquí todas las cosas,
desde el cerebro hasta las rosas.
Bajo el relampagueante traje de dril
andamos todavía con taparrabos;
gente sencilla y tierna, descendiente de esclavos
y de aquella chusma incivil,
de variadísima calaña,
que en el nombre de España
cedió Colón a Indias con ademán gentil.
“Aquí hay blancos y negros y chinos y mulatos.
Desde luego, se trata de colores baratos,
pues a través de tratos y contratos
se han corrido los tintes y no hay un tono estable.
(El que piensa otra cosa que avance un paso y
hable.)
Hay aquí todo eso, y hay partidos políticos,
y oradores que dicen: “En estos momentos críticos…”
Hay blancos y banqueros,
legisladores y bolsistas,
abogados y periodistas,
médicos y porteros.
“[…]”
“¡Ah, tierra insular!
¡Ah, tierra estrecha!
¿No es cierto que parece hecha
sólo para poner un palmar?
Tierra en la ruta del “Orinoco”,
o de otro barco excursionista,
repleto de gente sin un artista
y sin un loco;
puertos donde el que regresa de Tahití,
de Afganistán o de Seúl,
viene a comerse el cielo azul;
regándolo con Bacardi.
Pueblos que hablan un inglés
que empieza con yes y acaba con yes.
[…]
Me río de ti, blanco de verdes venas
-¡bien se te ven aunque ocultarlas procuras!-,
me río de ti porque hablas de aristocracias puras,
de ingenios florecientes y arcas llenas.
[…]
Me río de todos:
del policía y del borracho,
del padre y de su muchacho,
del Presidente y del bombero.
Me río de todos; del mundo entero.
[…]”.
En 1964 se publican sus Poemas de amor, Tengo y su Antología mayor; en 1967 aparece El gran zoo, y en 1969 sus Cuatro canciones para el Che, el que había sido asesinado en Bolivia en 1967. En 1972 edita La rueda dentada y Diario que a diario. El mismo año se celebra en Cuba su 70° aniversario con la aparición del primer tomo de sus “Obras Completas”, y se le otorga en Roma el Premio Viareggio.
En 1979 se publica su “Nueva antología mayor” y en 1981 aparecería su “Obra poética” en dos tomos. En 1983 recibe en Cuba el Premio Nacional de Literatura, y de allí en más se suceden las ediciones de sus obras y nuevas recopilaciones de textos, como “Todas las flores de abril” (poesía) en 1993, o “América. Sueña y fulgura” (crónica), Cuba. “En ala de nuestro tiempo” (crónica) y “España”. “Al alcance del sueño” (crónica), en 1995.
Padece una larga enfermedad que se inicia en 1985 cuando Guillén ingresa en el Centro de investigaciones Médico-Quirúrgicas (CIMEQ) de La Habana, donde fue sometido a una operación de próstata. A partir de entonces, sufrió un progresivo y dilatado proceso de arteriosclerosis, complicado con el mal de Parkinson, que lo mantuvo bajo continua atención médica durante cuatro años. La muerte lo sorprendió en el CIMEQ el 17 de julio de 1989, con ese motivo, el Consejo de Estado de la República Socialista de Cuba declaró duelo oficial. Ante el féretro expuesto en la base del monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, se rindieron guardias de honor y desfilaron decenas de miles de personas, en expresión de profundo dolor popular. La despedida de duelo fue hecha por el doctor Armando Hart Dávalos, ministro de Cultura.
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