Puerto Rico: Grito de Lares
23 de septiembre de 1868: Grito de Lares (comienzo de la lucha armada anticolonial) en Puerto Rico.
La enorme belleza de "La Islita", como cariñosamente le llaman los boricuas, era previsible que le trajera problemas a sus bondadosos habitantes. España no se quería deshacer de Puerto Rico -tanto como de Cuba- y los yanquis la mantendrían colonizada hasta el día de hoy con el inventado status político de Estado Libre Asociado a los Estados Unidos.
Puerto Rico hizo lo posible por conseguir su autonomía definitiva. Las juntas revolucionarias de emigrados, que residían y conspiraban en Estados Unidos, consideraron así el problema. José Martí fue así un incansable promotor de ambas islas (Cuba y Puerto Rico). Eugenio María de Hostos, el insigne puertorriqueño (1839-1903), ambuló por el continente predicando en favor de la independencia.
Sobre una estratificación social bien definida y por la influencia de las luchas por la independencia, en el resto del continente americano se desarrollaron corrientes políticas bien definidas: incondicionales o asimilistas, reformistas o autonomistas y revolucionarios o independentistas. Los incondicionales eran leales a España. Estaban compuestos por los conservadores ligados a los intereses imperiales. Los reformistas buscaban mejorar las condiciones de vida de la población y extender sus privilegios logrando una mejor relación con la metrópolis; se sentían tan españoles como los peninsulares y eran leales a España en esencia. Constituían los representantes de un cierto liberalismo sin raíces propias en el país, como reflejo de las corrientes liberales de España. Entre sus méritos pueden mencionarse que planteaban la abolición de la esclavitud y defendían la unidad de las Antillas españolas. Los revolucionarios o independentistas constituían lo que podríamos llamar el ala jacobina de la incipiente burguesía comercial que se había estructurado sobre la base de la relación colonial y constituían, potencialmente, el núcleo de una burguesía nacional.
Entre incondicionales y autonomistas existían contradicciones, pero ambos en un plano de coincidencias se oponían a todo cambio revolucionario. Así, a pesar de soportar durante años arbitrariedades y abusos de los incondicionales y los autonomistas cerrarán filas junto a ellos cuando se enfrentaron a acciones revolucionarias como el Grito de Lares, que fue una insurrección armada para lograr la independencia de Puerto Rico del gobierno colonial de España en la isla. Esta revuelta ocurre el mismo año de la “Revolución Gloriosa” en España (17 de septiembre de 1868) y del Grito de Yara en Cuba (10 de octubre). Este acontecimiento tiene sus raíces más próximas en la Gesta Restauradora Dominicana que en 1865 terminó definitivamente con el dominio colonial español en Santo Domingo.
Luego vendría la intentona de Yauco (1896). Los dirigentes más destacados del autonomismo serán Baldorioty de Castro, Rafael Mario de Labra, Luis Muñoz Rivera y José Celso Barbosa. Durante todo el siglo XIX los autonomistas vivirán de la esperanza de cambios liberales en España, hasta que finalmente ésta concede la Carta Autonómica, un año antes de la intervención estadounidense, que perpetuaría en régimen colonial hasta nuestros días. El máximo éxito que lograron los autonomistas en el siglo XIX fue la abolición de la esclavitud por las Cortes en 1873.
Por lo que acabamos de decir, la guerra de los diez años (1868-1878), cubanos y puertorriqueños acariciaron los mismos ideales.
En estas circunstancias, como es lógico, muchos puertorriqueños, cuya cultura tiene raíces profundamente indohispanas, enarbolaron sus ideales autonomistas. José de Diego, Dagetan y Betancos figuraron entre ellos.
No obstante esto, y a pesar del cambio operado en Estados Unidos bajo la política del “Buen Vecino”, la situación de la isla no varió sustancialmente al respecto. El gobernador nombrado cada cuatro años por el presidente de los Estados Unidos, con acuerdo del Senado, ejerció una autoridad absoluta. Aunque Puerto Rico contase con una Cámara de Diputados y un Senado, bastaba observar que mientras los directores de los departamentos de Hacienda, Interior, Comercio, Trabajo e Higiene eran nombrados por dichas Cámaras; los de Correos, Justicia e Instrucción lo eran desde Estados Unidos
En julio de 1942 se propuso de nuevo que los puertorriqueños eligieran a su propio gobernador. En 1944 Washington nombró al primer gobernador criollo, Jesús Piñero.
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